
Castilla arde: la sucesión de Enrique IV (II) 58401j
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En una Castilla convulsionada por una nobleza levantisca, cuyas intenciones eran extraer mercedes, señoríos u oficios a costa del patrimonio regio, la ruptura total de la sociedad política llegó en junio de 1465. Fecha en la que, a la sombra del cimorro de la catedral abulense, un grupo de ricohombres actuaron en su propia farsa: depusieron una efigie de Enrique IV y alzaron a su hermanastro el infante Alfonso. Se podría decir que la guerra civil era ya un hecho consumado, pero los cambios de bandos nobiliarios, junto a la temprana y repentina muerte del proclamado Alfonso XII dieron un vuelco a la situación. La búsqueda de un sustituto para el finado que permitiese a los levantiscos alcanzar sus objetivos llevó a la aparición en escena de la infanta Isabel, hija de Juan II y hermanastra de Enrique IV. Vieron en ella a alguien manipulable, pero no podían estar más equivocados. En un primer momento, Isabel se negó a cumplir con los deseos de los nobles: ser proclamada reina. Isabel reconocía en Enrique al legítimo rey de Castilla, sólo rechazaba la sucesión de su sobrina la infanta doña Juana, lo que la dejaba como única heredera al fallecimiento del monarca. Mostrándose como una hábil política, logró que Enrique, en los Toros de Guisando, ante la presencia de nobles, prelados y del legado pontificio Antonio de Véneris, reconociese la ilegitimidad de su hija Juana y, por tanto, dejase a Isabel como sucesora. La futura reina católica fue más allá al imponer que su opiniónsería esencial para elegir a su futuro esposa. De esta forma, con el apoyo del arzobispo toledano Alfonso Carrillo y otros cuantos fieles, escapó del cautiverio al que se vio sometida en Ocaña. Huyó hacia Valladolid, a donde también llegaría Fernando, el infante heredero de Aragón. Allí, en las Casas de Juan de Vivero el 19 de octubre de 1469 y, de inmediato, fue comunicado a su hermano el rey y a todo el Reino. Enrique, entretenido con los problemas extremeños, cayó bajo la influencia de don Juan Pacheco, marqués de Villena. El ricohombre tenía claro que los acuerdos alcanzados en los Toros de Guisando habían quedado rotos cuando Isabel contrajo matrimonio sin el consentimiento del rey, convirtiéndose desde entonces en el principal valedor de los derechos de la infanta Juana. Enrique debía elegir entre aceptar los hechos o regresar al punto de partida. Escogió la segunda opción, reabriendo de nuevo el estado bélico en Castilla. Si te gusta el contenido puedes dejar un me gusta y un comentario, así ayudáis al crecimiento del programa. 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Sepan todos quantos este podcast oyeren que estamos en el escritorio y hoy hablaremos de la sucesión de enrique quarto de castilla en una castilla convulsionada por la nobleza levantisca cuyas intenciones eran extraer mercedes señoríos u oficios a costa del patrimonio regio la ruptura total de la sociedad política llegó junio de mil cuatrocientos sesenta cinco fecha en la que a la sombra del morro de la catedral abulense un grupo de rico hombres actuaron en su propia farsa de pusieron una efigie de enrique cuarto y alzaron a su hermanastro el infante alfonso se podría decir que la guerra civil era ya un hecho consumado pero los cambios de bandos nobiliarios junto á la temprana y repentina muerte del proclamado alfonso doce dieron un vuelco a la situación la búsqueda de un sustituto para el finado que permitiese a los levantiscos alcanzar sus objetivos llevó a la aparición en escena de la infanta isabel hija de juan segundo y hermanastra de enrique cuarto vieron en ella a alguien manipulable pero no podían estar más equivocados isabel se negó a cumplir con los deseos de los nobles se proclamada reina isabel reconocía en enrique al legítimo rey de castilla sólo rechazaba la sucesión de su sobrina la infanta doña juana lo que la dejaba como única heredera al fallecimiento del monarca mostrándose como una hábil política logró que enrique en los toros de guisando ante la presencia de nobles prelados y del legado pontificio antonio de benedictis reconociese la legitimidad de su hija juana y por tanto dejase a isabel como sucesora la futura reina católica fue más allá al imponer que su opinión sería esencial para elegir a su futuro esposo de esta forma con el apoyo del arzobispo toledano alfonso carrillo y otros cuantos fieles escapó del cautiverio al que se vio sometida en la villa de ocaña ella huyó a valladolid adonde también llegaría a fernando el infante heredero de aragón allí en las casas de juan de vivero el diecinueve de octubre de mil cuatrocientos sesenta y nueve contrajeron matrimonio y de inmediato lo comunicaron al rey y a todo el reino enrique entretenido con los problemas extremeños cayó bajo la influencia de don juan pacheco marqués de villena el rico hombre tenía claro que los acuerdos alcanzados en los toros de guisando habían quedado rotos cuando isabel contrajo matrimonio sin el consentimiento del rey convirtiéndose desde entonces en el principal valedor de los derechos de la infanta juana enrique debía elegir entre aceptar los hechos consumados o regresar al punto de partida escogió la segunda opción reabriendo de nuevo el estado bélico en castilla pacheco parecía dispuesto a hacer todo lo necesario por defender los derechos de la infanta juana lo primero fue buscar apoyos entregó a don álvaro de zúñiga la villa de arévalo con título ducal mientras que á pedro de velasco le permitió apoderarse de los diezmos de la mar y del gobierno de vizcaya y guipuzcoa el siguiente paso fue ofrecer la mano de juana a carlos de valois duque de berry y hermano de luis once con la intención de reforzar la alianza con francia por su parte los príncipes propusieron en marzo al rey que fueron los cuatro superiores de las gra andes órdenes es decir dominicos franciscanos cartujos jerónimos quienes tomasen una decisión sobre la legitimidad que a isabel y juana correspondían carrillo más político que religioso propuso que fueran todos los grandes los que se reuniesen en san vicente de ávila para acordar las medidas no necesarias para pacificar el reino sin embargo ya era tarde enrique confiaba en el resultado de la embajada sa es el verano de mil cuatrocientos setenta cuando llega la esperada alegación a castilla y todo parece decantarse a favor de pacheco pues desde agosto darán pasos decisivos en el reconoció miento de juana sin embargo ni los velasco ni los mendoza consideraban deseable la solución sa planteada por el marqués mientras tanto en la noche del uno al dos de octubre
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