La Carne de Rene 1z5o5j

UACM Radio presenta Suculencias Literarias, un programa para degustar los variados sabores de la literaria.

Buenos días, amigas y amigos de La Tortilla Literaria.

Estamos aquí en una nueva emisión de estas Suculencias Literarias.

Y sí, como prometimos la semana pasada, íbamos a entrar a una vorágine de destrucción y una vorágine de desesperación dentro de una narrativa o de varias narrativas que suelen estar al borde de la locura y al borde de la corporalidad.

Es muy fácil de repente tratar de evadir este tipo de literatura.

Es muy fácil tratar de simplificar a veces la literatura en un entretenimiento vano que no tiene ninguna trascendencia.

En nuestras vidas.

Pero la literatura suele ir un poquito más allá de eso.

Sí, sí tiene que ser entretenimiento. Sí, sí tiene que ser gozo, por supuesto.

Pero ¿cuántas veces no sabemos que vamos a gozar de algo a pesar de que, de entrada, solamente con nombrarnos el fenómeno, nosotros estemos pensando en que vamos a sufrir y vamos a padecer muchísimo? Sí, tiene un toque y suena medio sadomasoquista.

Parece que estamos hablando de cómo el dolor nos puede producir placer.

Pero muchas veces solemos juzgar el fenómeno que tenemos en frente y lo solemos juzgar simple y llanamente a través de los ojos de otros, a través de las miradas de otros, a través de las experiencias de otros, a través, sobre todo, de aquellas experiencias que nos han dicho ten cuidado, siempre es bueno escuchar las experiencias de otros porque uno no puede tener experiencias totales en la vida, absolutas, sobre todo los fenómenos, y a veces es muy bueno escuchar a quien ya ha andado ese camino, ya ha caminado por ese derrotero, pero siempre hay que tomar con pinzitas y con mucho, mucho cuidado las experiencias de las demás personas, porque las experiencias también están dotadas de todo un imaginario a través de la propia experiencia vital, de la propia vida de esas personas.

Algo que les puede parecer repugnante a ellos, te lo van a vender de esa manera, con la adjetivación necesaria para que te mantengas lejos, pero evidentemente eso depende también, como dicen en mi pueblo, de cómo le fue a cada quien en la feria.

A mí, ¿cuántas veces no me dijeron? Bueno, es que ¡qué asco comer insectos! ¡Qué asco acercarse directamente a los insectos! Alguna vez, creo que ya les había platicado, que yo fui al mercado de Ernesto Pujibet, está ahí por Salto del Agua, y me encontré primero entre sorprendido y horrorizado, porque había, entre todos los puestos que uno puede elegir para comer, un puesto en específico donde su menú estaba plagado de insectos.

O sea, no tenían una plaga y tenían que fumigar.

Ellos se dedicaban a conseguir estos insectos, a cocinarlos y prepararlos para el comensal que se atreviera a acercarse a ese tipo de experiencias que suelen ser poco convencionales.

Obviamente, como comensal que prácticamente se mete cualquier cosa en la boca y empieza a masticar, yo dije, bueno, ¿por qué no? Me senté y empecé a ver.

Efectivamente, todo el menú estaba infestado de insectos.

Todos los platillos tenían que ver y estaban atravesados profundamente por un consumo masivo de estos insectos que conocemos como rastreros.

No se arrastran en realidad, nada más como los vemos tan abajo en el piso, parece que se están arrastrando, pero recordemos que tienen patas.

Lo primero que pensé es, bueno, ya estamos aquí, ya te sentaste, ya sabes cómo levantarte, ya te están sonriendo y te están queriendo atender, pues por lo menos tienes dos opciones.

O pides algo.