Capítulo 3: Más allá del bisturí 283xq

Bienvenidos a Ascenso Anatómica, la evolución de la cirugía de mínima incisión.

Soy Héctor Alonso y en este espacio seguimos recorriendo un camino quirúrgico diferente, más humano, más funcional y más respetuoso con la anatomía del pie.

En cada capítulo te comparto no solo técnica, sino también visión, experiencia y filosofía clínica. Porque la cirugía no se trata solo de cortar y cerrar, sino de comprender, sentir y transformar. Hoy continuamos con un nuevo paso en esta evolución. Gracias por estar al otro lado. Capítulo 3. Más allá del bisturí. La cirugía del pie, como cualquier disciplina quirúrgica, tiene su propio lenguaje, un conjunto de pasos establecidos, de protocolos y técnicas que han sido perfeccionados con el tiempo.

Pero en mi evolución como cirujano me di cuenta de algo que cambiaría por completo mi forma de operar. La cirugía no empieza con el bisturí, empieza mucho antes, con la comprensión del pie en su totalidad. Durante mis primeros años me enfoqué en perfeccionar la técnica quirúrgica tradicional, aplicando lo aprendido en mis formaciones en España como en el experto de cirugía del pie de la Universidad Complutense de Madrid y en el New York College of Poetry of Medicine cursando una especialización profesional en cirugía de alux y dedos menores.

Sin embargo, cuanto más operaba, más notaba que algo faltaba. Algunos pacientes, aunque corregidos en términos estructurales, no alcanzaban el resultado funcional óptimo. La biomecánica del pie seguía alterada y ahí estaba el verdadero problema. Fue entonces cuando la ecografía se convirtió en un punto de inflexión. Me permitió ver más allá de las radiografías, observar los tejidos blandos, los ligamentos, los tendones y comprender cómo cada estructura interactuaba con las demás.

Comprendí que la cirugía no podía basarse únicamente en una corrección ósea, sino que debía respetar las tensiones y equilibros musculares para lograr una recuperación funcional real. La clave estaba en la valoración pre quirúrgica. No bastaba con analizar una deformidad desde una perspectiva radiológica. Empecé a desarrollar un método de análisis basado en los cinco siguientes aspectos. El primero, el estado de salud del paciente. Hay que tener en cuenta enfermedades metabólicas como la hipertensión, la diabetes, obesidad, problemas circulatorios, un completo historial médico. El segundo, el modo de vida.

Ahí encontramos características como el trabajo al que se dedica, actividades físicas, tipo de calzado habitual, demandas funcionales diarias. El tercer punto sería el tipo de pisada. Tendremos que analizar claramente el patrón biomecánico de la marcha y compensaciones estructurales.

Cuatro, estado de la deformidad. Valoraremos el grado de afectación articular y compromiso estructural. Quinto, el estado psicológico del paciente. Si éste presenta depresión, las expectativas que tiene de mejora, el miedo al posoperatorio y algo muy muy importante como el compromiso del propio paciente con la recuperación. Esta valoración completa me permitió entender que no todos los pies podían ser tratados de la misma manera. No se trataba sólo de corregir una deformidad, sino de optimizar la función del pie en su contexto global.

Además, comencé a analizar la cirugía desde una perspectiva diferente, no como una intervención para arreglar un hueso, sino como un ajuste biomecánico que debía ser meticulosamente calculado. Operar no es sólo cortar, sino reequilibrar. En cuanto a la evolución de mi técnica, con el tiempo fui definiendo los principios fundamentales de lo que hoy llamo cirugía de mínima incisión sensoanatómica. Una cirugía que respeta la función del pie, minimiza el trauma quirúrgico y favorece una recuperación más rápida y fisiológica.

Estos principios fundamentales son los siguientes.