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Sensoanatómica: la cirugía moderna del pie
Capítulo 2: el peso del bisturí

Capítulo 2: el peso del bisturí e6k6y

26/3/2025 · 05:30
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Sensoanatómica: la cirugía moderna del pie

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La primera vez que sostuve un bisturí en una cirugía sentí su peso de una manera que nunca había imaginado. No era solo el acero en mi mano, sino el peso de la responsabilidad. Frente a mí, un pie. No un modelo anatómico, no una imagen en un libro, sino el pie de una persona real, con su historia, sus miedos y su confianza depositada en mí. 33385f

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Bienvenidos a Ascenso Anatómica, la evolución de la cirugía de mínima incisión. Soy Héctor Alonso y en este espacio seguimos recorriendo un camino quirúrgico diferente, más humano, más funcional y más respetuoso con la anatomía del pie. En cada capítulo te comparto no sólo técnica sino también visión, experiencia y filosofía clínica, porque la cirugía no se trata sólo de cortar y cerrar, sino de comprender, sentir y transformar. Hoy continuamos con un nuevo paso en esta evolución. Gracias por estar al otro lado. Capítulo 2. El peso del bisturí.

La primera vez que sostuve un bisturí en una cirugía sentí su peso de una manera que nunca había imaginado. No era sólo el acero en mi mano, sino el peso de la responsabilidad. Frente a mí, un pie. No un modelo anatómico, no una imagen en un libro, sino el pie de una persona real, con su historia, sus miedos y su confianza depositada en mí. Pero antes de llegar a ese momento, hubo un hombre que me mostró el camino.

Mi mentor, Jacinto Perea. Él tenía esa mezcla de precisión y calma que parecía convertir la cirugía en un arte. No hablaba demasiado, pero cuando lo hacía, cada palabra tenía un propósito. Observándolo, aprendí que cada corte debía tener una razón, que cada gesto debía ser calculado. «Aquí no hay margen para la duda», me dijo una vez sin apartar la vista de la cirugía. «Cuando tienes el pie delante, no existe nada más, sólo tú y él».

Aquella frase se quedó conmigo. La cirugía era concentración absoluta, un estado en el que el mundo desaparece y sólo queda la conexión entre la mano y el tejido, entre la lógica y la intuición.

No podía haber distracciones, porque en ese instante, en cada incisión se definía el futuro del paciente. Pero por muy fascinante que me pareciera la cirugía, pronto empecé a darme cuenta de algo. Algo no encajaba del todo con lo que me enseñaban. Veía procedimientos que, aunque corregían una deformidad, no siempre respetaban la biomecánica natural del pie. Pacientes que, tras la intervención, mejoraban en apariencia, pero no tanto en función.

Y ahí fue cuando mi mente inquieta empezó a cuestionarlo todo. ¿Por qué se seguía operando con técnicas que inmovilizaban el pie más de lo necesario? ¿Por qué se daba tanta importancia a la radiografía y tampoco a cómo el paciente iba a caminar después? ¿No era la cirugía del pie en su esencia una forma de devolver la función, no sólo de corregir una imagen? Mis dudas no fueron bien recibidas por todos. Así se ha hecho siempre, me decían algunos, pero para mí esa nunca fue una razón suficiente.

Sentía que debía haber una forma de operar que respetara más la naturaleza del pie, que permitiera una recuperación más funcional y que se centrara no sólo en el hueso, sino en todo el sistema que lo rodea. Músculos, tendones, ligamentos, fascias, retináculos, cartílago, nervios, vasos… Esa búsqueda me llevó a explorar nuevos enfoques, a estudiar cada detalle del pie con una obsesión casi enfermiza, a preguntar, a realizar disección anatómica en pie de cadáver para probar, fallar y volver a intentarlo.

Sabía que para encontrar mi propio camino primero tenía que desmontar muchas creencias que hasta entonces había dado por ciertas. Aquel bisturí que un día peso tanto en mi mano empezó a sentirse cada vez más ligero. Pero no porque la cirugía se volviera fácil, sino porque entendí que operar no era sólo cortar y corregir, era leer el pie, comprender su historia, sentir cada tejido con la punta del instrumental y, sobre todo, respetarlo. Porque la cirugía no es sólo precisión, es sensibilidad. Y yo estaba decidido a encontrar la forma de convencerme.

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