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Mi mejor amigo - Capítulo 13 466r3k
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CAPÍTULO XII. LA QUE TIENE MÁS POSIBILIDADES DE TRIUNFAR.
Chloe tomó el bolso y las rosas de Simon y se dirigió a la puerta. Pero el señor Thompson furioso la siguió hasta la calle. «Lo va a lamentar», le advirtió. «Tal vez, pero creo que lamentaría aún más quedarme». Fue una salida digna de Hollywood. Casi podría jurar que escuchaba música de fondo mientras se alejaba por la acera con la cabeza bien alta.
Pero cuando llegó a la entrada del metro, la realidad la golpeó. Aunque un segundo antes le habría gustado levantar el puño como Rocky, ahora le gustaría meterse en la cama y chuparse el pulgar. «Dios mío, ¿qué he hecho?». Nerviosa sacó el móvil del bolsillo. Le gustaría llamar a Simon, pero optó por el plan B y llamó a Franny.
Y supo que era un error incluso antes de que su hermana contestase. «¿Qué has hecho qué?», exclamó. «¿Estás loca?». Chloe se puso a la defensiva. «El señor Thompson estaba aprovechándose de mí y ya me he hartado». «Muy bien, pero mañana habrá dos docenas de diseñadores gráficos dejando su currículum en la oficina. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Cómo vas a pagar las facturas?». «Igual que las pagaba antes, a veces sí y a veces no». «Eso no tiene gracia». «Tampoco la tiene que no me apoyes, Franny».
Vaya, perdóname por ser realista, el suspiro de su hermana era a la vez exagerado y dramático. Papá y mamá se van a llevar una desilusión. Chloe suspiró también. Franny siempre hacía eso, usar la desilusión de sus padres para aplastar sus esperanzas. Y siempre funcionaba. El miedo y una buena dosis de culpabilidad hacían que su estómago diera vueltas como una batidora.
«Tendré un trabajo nuevo antes de que ellos sepan nada». «A menos que tú se lo cuentes, claro». «No pienso mentirles». «No te estoy pidiendo que mientas, solo que no digas nada». «¿Tú sabes los sacrificios que han hecho por nosotras?» Chloe no sabía que tenía eso que ver con su trabajo. Ella no pensaba mudarse a su antigua habitación en la casa de Nueva Jersey. «Encontraré un trabajo donde se compense mi talento y donde mi ética profesional sea apreciada y no explotada». Bonito discurso, pero eso díselo a tu casero cuando no puedas pagar el alquiler.
De repente, Chloe se imaginó a sí misma en su antigua habitación. No sería solo una fracasada de 28 años que tenía que volver al nido, sino una solterona de 28 años que pasaba los fines de semana haciendo su docus. Chloe cortó la comunicación. No solo como gesto de desafío a su hermana, sino por motivos prácticos. Estaba a punto de vomitar. Sin pensarlo más, tomó un taxi y le dio la dirección de la casa de Simon. Lo necesitaba como nunca. Se dijo a sí misma que estaba siendo una tonta, que tal vez Simon habría quedado a cenar con alguna de sus amigas. O alguna novia nueva.
«Se lo dejaremos al destino», murmuró. «Perdone», le preguntó el taxista. «Nada, no he dicho nada». La señora Benson abrió la puerta, pero llevaba el bolso en la mano, de modo que debía de estar a punto de irse. Y si notó su extraño color de cara, no dijo nada.
«Buenas noches, señorita McDaniels. El señor Ford no me dijo que iba a venir. Es que ha sido una cosa de última hora. Pasaba por aquí y he decidido subir a verlo. ¿Está en casa?» «Llegó hace diez minutos». «El destino», murmuró Chloe. «Perdone». «Nada, nada».
«¿Quiere que le prepare un cóctel?» «Seguramente no debería tomar nada, porque tenía el estómago revuelto». «Me gustaría mucho, gracias», dijo sin embargo.
Simon paseaba por su dormitorio. Según la señora Benson, Chloe estaba sentada en el sofá del salón tomando un cóctel. No debería estar tan nervioso. Después de todo, él mismo le había preguntado si quería que cenasen juntos con la esperanza de verla esa noche. Quería comprobar que no había destrozado su amistad con el beso.
Se había llevado una desilusión cuando Chloe le dijo que no, aunque también había sido un alivio porque, aunque necesitaba hablar con ella, no estaba preparado para verla. Y no podía dejar de pensar en el beso. La realidad era que quería hacerlo otra vez. Se sentía como un hombre hambriento delante de una gran comilona. Probar un poco no era suficiente. Nunca había comido.
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