
La caja misteriosa #13 La sombra de Hans Christian Andersen 3b1d3q
Descripción de La caja misteriosa #13 La sombra de Hans Christian Andersen 2a471s
"Era asombroso hasta qué punto había adoptado la apariencia de un hombre" El relato que ocupa este programa de LA CAJA MISTERIOSA es LA SOMBRA de Hans Christian Andersen (1805-1875), una historia sobre la pérdida de la identidad llena de melancolía y misterio. 295f4r
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La sombra de hans christian andersen en los climas muy cálidos donde el sol resplandece abrasador la gente llega a aparecer de caoba un erudito procedente de las frías regiones del norte viajó a uno de esos climas tan cálidos pensando que podría deambular a su antojo como hacía en su hogar pero pronto se vio obligado a cambiar de opinión tras descubrir que como todas las personas sensatas debía pasarse el día encerrado en casa con las puertas y ventanas cerradas como si todos los ocupantes del edificio estuvieran durmiendo o ausentes las residencias de la estrecha calle en la que vivía eran tan altas que el sol caía sobre ellas desde por la mañana a la noche lo que volvía su interior sofocante este sabio de las regiones heladas tan joven como inteligente se sentía como si estuviera sentado en un horno el calor lo dejaba exhausto y debilitado y enflaquecido hasta tal punto que su sombra encogió y se volvió mucho más pequeña que en su país de origen el astro rey le arrebataba lo que quedaba de ella y no la veía hasta el anochecer tras la puesta de sol en cuanto se encendían las lámparas de la habitación era un verdadero placer ver cómo las sombras se estiraba contra la pared tan alta que llegaba incluso hasta el techo deseosa de desperezarse para reponer energías en ocasiones aquel hombre tan culto salía al balcón para estirarse a su vez y cuando las estrellas despuntaban en el firmamento tan limpio y bello se sentía rejuvenecer la gente a esa hora comenzaba a poblar los balcones de la calle pues en los climas cálidos toda ventana tiene un balcón en el que áspid orar la fresca brisa nocturna cosa muy necesaria incluso para quienes están tan acostumbrados al calor que su piel llega a aparecer de caoba y así la calle presentaba un aspecto muy animado allí se daban cita los zapateros los sastres y todo tipo de gentes a sus pies en la calle se sacaban mesas y sillas se encendían cientos de velas y conversaba cantaba y reía la gente paseaba circulaban los carruajes y las mulas pasaban al trote con las campanillas de sus arneses tintineando a cada paso que daban los difuntos eran trasladados a sus sepulcros al son de himnos solemnes mientras las campanas de la iglesia doblaban la calle se convertía en una escena de vitalidad de lo más variada tan solo una casa la que estaba justo enfrente de la que ocupaba el forastero contrastaba con todo aquello pues en ella imperaba el silencio alguien vivía allí sin embargo pues había flores en el balcón esplendorosas bajo el sol abrasador algo que sólo podía deberse a que alguien le regaba con esme por lo tanto alguien tenía que vivir en la casa las puertas que daban al balcón se quedaban entreabiertas por la noche y si bien en la habitación delantera todo eran sombras se oía música procedente del interior de la casa el sabio forastero se deleitaba con aquellos compases aunque eso no tenía nada de extraño pues todo en aquellos países cálidos le gustaba salvo el calor excesivo su casero también extranjero dijo ignorar quién ocupaba la casa de enfrente allí no se veía a nadie y por lo que a la música respectaba a él le parecía sumamente tediosa es como si alguien ensayar a una pieza que se resiste siempre la misma me imagino que se cree que algún día la dominara por fin pero yo dudo que lo consiga por mucho que empeñé en tocarla el forastero se despertó de improviso una noche dormía con la puerta del balcón abierta y el viento que había levantado la cortina que la cubría revelaba el resplandor prodigioso del balcón de la casa de enfrente las flores parecían llamas de los más bellos colores y entre las flores se alzaba una doncella esbelta hermosa al hombre y le pareció que de ella emanaba una luminosidad deslumbrante aunque lo cierto era que tan solo acababa de abrir los ojos y aun podía estar somnoliento se levantó de la cama de un salto y se escondió discretamente detrás de la cortina pero la doncella se había ido ya la luminosidad se había esfumado en las flores ya no parecían llamas aunque su belleza era la misma de siempre la puerta estaba entre
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