
Descripción de 312-Ataque floral inminente 613c47
Hay madres que cada año reciben el clásico combo de regalo: flores, bombones, perfumes... y agradecen con cariño, aunque en el fondo esperen algo diferente. En este episodio de Alimentando Historias te traigo el relato de una de esas madres. Pero este año, algo cambió. Un comentario aparentemente inocente desató una reacción inesperada que terminó convirtiéndose en una celebración inolvidable. Una historia divertida, entrañable y muy real que te hará sonreír, empatizar… y quizá replantearte tus próximos regalos. 🍷🎁 Dale al play y descúbrela 373sp
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hay madres que lo aguantan todo. Mocos, dramas adolescentes, cenas improvisadas con lo que haya en la nevera. Pero hay un momento del año en que muchas piensan, no, no, este año sí que no.
Y no, no hablamos de las vacaciones de verano. Hablamos de ese día en que reciben una vez más el combo clásico de supervivencia maternal. Flores, bombones, un perfume que no pidieron o esa cremita con nombre francés que promete juventud eterna. Pero esta historia no va de cualquier madre. Va de una madre estupenda que un año dijo, pues hasta aquí, que explotó, con elegancia pero sin filtros, y soltó todo lo que llevaba años acumulando en silencio.
Y ahí empezó una revolución con aroma a otra cosa que no eran flores. Pero antes de compartirte esta historia con la que sé que te basa como mínimo sonreír, deja que me presente por si acabas de llegar. Soy Ingrid y esto es Alimentando Historias, donde te vas a encontrar con las historias más bonitas, entrañables y divertidas que les pasan a nuestros clientes, y también a veces a nosotros, en nuestra tiendecita gourmet Original Taste & Co.
El lugar al que llegas buscando un regalo que hacer, y de donde sales con toda una experiencia súper personalizada en forma de regalo. Nuestra protagonista de hoy es una madre con cuatro hijos. Cuatro. Y esta historia empezó un día de marzo y acabó un mayo. Imagino que aquel día en su cabeza debía rondar algo como esto.
Ya es suficiente reto estar pendiente de las necesidades de estos cuatro durante toda la vida como para tener que seguir fingiendo sorpresa cada año con el enésimo frasco de colonia floral o con la caja de bombones, que viene siendo la misma desde el 2009, que es que ni la imagen del envoltorio le han cambiado en todos estos años. Porque durante años abrió sus regalos con una sonrisa impecable y un ¡ay, qué ilusión! de manual. Pero con el tiempo había desarrollado una especie de superpoder para, sin desenvolver nada, saber si su regalo venía de la farmacia, del vivero del barrio o del típico estante de última oportunidad en la perfumería.
Hasta que un día, sin que nadie lo viera venir, ¡explotó! ¿El detonante? ¡El día del padre! Ese año a su marido le regalaron una caja gourmet. Vino, quesos, jamón… todo bien pensado, bonito, sabroso. Y mientras ella lo veía como abría su regalo como aquel que abre un tesoro, ella se iba encendiendo cada vez más sin poder controlarlo hasta que ¡saltó! ¡Ah, claro! A papá cada año le buscáis algo distinto porque él es difícil de regalar.
Y conmigo os dais una vuelta por la tienda, cogéis lo primero que huele bien y ¡listo! ¡Pues oye, fenomenal! Y ahí ya no hubo quien la parara y siguió desahogándose con cosas que había quedado sin decir durante un montón de tiempo. Se quedó tan a gusto como cuando una se quita el sujetador al llegar a casa y dices ¡oh, qué bien! Y aunque sus hijos al principio pensaron que estaba bromeando, acabaron con esa cara de madre mía que esto va en serio. Porque sí, porque al final tenía razón.
Ellos llevaban años regalando por cumplir sin pensárselo mucho. Como si con ese lacito y esa nota pues ya bastara. Y esa madre lo que quería no era un perfume con olor a amanecer de la toscana, sino algo que dijera ¡oye, que esta vez sí que hemos pensado en ti! Que tú piensas en nosotros siempre, pues esta vez hemos dedicado un tiempo a pensar en ti. Así que ese año se pusieron las pilas.
La hermana pequeña, Lara, fue la que me llamó para ver cómo podían personalizar un poco más ese regalo. Tenían como una misión clarísima, que fuera el día de la madre más especial hasta la fecha sin ninguna duda. Me decía ¡es que queremos una caja que tenga de todo! Que este año no se pueda quejar es que ni de broma, porque preferimos pasarnos que quedarnos cortos.
Porque fue un palo verla así por nuestra culpa. Y queremos que esta vez
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