22-05-2025 Receta para imposibles - 10 Minutos con Jesús 4c6ml

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José mi Padre Señor, Santa Rita, Ángel de mi guarda, interceded por mí.

Al día siguiente de la elección del Papa León XIV quería predicar tomando alguna cita del hasta entonces Cardenal Pribost y encontré una homilía del 20 de diciembre de 1920 en la que decía, más que en otros años el mensaje que queremos escuchar y que nos puede dar esperanza es cuando el ángel dice a la Virgen María, para Dios nada hay imposible. Me hizo gracia que hoy celebramos a Santa Rita, monja agustiniana como el Papa es agustiniano y canonizada en 1900 por León XIII de quien el Papa actual tomó el nombre de León XIV. Son coincidencias que nos ayudan a seguir pidiendo por el Papa que enfrenta ahora un panorama que podría parecer imposible y justamente Santa Rita la patrona de las causas imposibles.

Así que es fácil pensar hoy en el Papa, unirnos a sus oraciones y rezar hoy también muy especialmente por todas las ritas. ¿Cuánto se le quiere a esta santa y cuántas personas acuden a su intercesión para superar circunstancias que realmente parecen no tener solución? Y quizás sea un buen momento para poner en la presencia de Jesús nuestros retos, nuestros imposibles y los de la iglesia y descubrir de la mano de nuestra Madre la Virgen en este mes de mayo que nuestra fe es la fe en el Dios de los imposibles. En el evangelio de la misa de hoy leemos sobre el más grande de los imposibles que enfrentamos, amar como Dios ama. En aquel tiempo, dice el evangelio, dice Jesús a sus discípulos, como el Padre me ha amado así os he amado yo, permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor. Lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a su plenitud. A plenitud. Jesús nos ha dado el gran mandamiento del amor, amar como él nos ha amado. Pero ¿es posible amar como él ama? ¿Es posible amar a los demás hasta el punto de dar nuestra vida en la cruz? En la homilía de la misa de inicio de su pontificado, el Papa León XIV nos decía hermanos, hermanas, esta es la hora del amor. La caridad de Dios que nos hace hermanos entre nosotros es el corazón del evangelio.

Con mi predecesor León XIII hoy podemos preguntarnos si esta caridad prevaleciera en el mundo. ¿No parece que acabarían por extinguirse bien pronto toda lucha aquí donde ella entrara en vigor en la sociedad civil? Sin duda el primer mandamiento, amar a Dios y a los demás, es el más difícil de todos. Es un imposible. ¿Por qué? Bueno, es fácil entender que amamos a los que queremos y nos quieren bien, pero ¿amar a los enemigos? Eso es difícil incluso de entender. Y es justamente lo que los cristianos estamos llamados a vivir y predicar con el ejemplo. Quizás especialmente en esta tierra santa que sigue azotada por los conflictos. Una vez en un encuentro interreligioso, hablando de ese mismo pasaje del evangelio en el que Jesús dice, habéis oído que se dijo amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo, pues yo os digo amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan.

Y poco más tarde añade, vosotros pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre Celestial. Algunos del grupo, de otra religión, alucinaban en colores y decían que debía de Jesús estar hablando de una forma figurada, porque amar a los enemigos es imposible. Y así nos va con estos conflictos interminables, ¿verdad? Es verdad que hay que tener una fe muy grande y es San Juan quien dice que hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene.

Es que es increíble. Es imposible de creer porque como consecuencia del pecado original y de nuestros propios pecados personales, muchas veces estamos ciegos a ese amor y cuesta renunciar a todo para vivir de ese amor. Pero nuestro Señor es el Dios de los imposibles y podemos amar así porque Jesús nos da su corazón. Es Él el que ama a través de nosotros. Eso es el amor.