
1896. Ramas caídas, fruto macizo (EDITADA) 304j23
Descripción de 1896. Ramas caídas, fruto macizo (EDITADA) 6u4k4e
Meditación sobre la 1ª lectura y el Evangelio de la misa del lunes de la V semana de Pascua. Los frutos sobrenaturales vienen de Dios, nosotros somos instrumentos. Agradecer que Dios quiera contar con nosotros para entrar en el corazón de otras personas, pero ser humildes para abajarnos y seguir dando fruto. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 i6pe
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos libran a Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí. En aquellos días cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos con sus autoridades para maltratar a Pablo y Bernabé y apedrearlos, lo veíamos en esa meditación de las dificultades, que como las dificultades van haciendo rodar como piedras a los apóstoles de una ciudad a otra.
Al darse cuenta de la situación, Pedro y Pablo, digo Pablo y Bernabé, que no eran tontos, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y a Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el evangelio, que por tanto se va extendiendo en esas otras ciudades. Había en Listra sentado un hombre impedido de pies, cojo desde el seno de su madre. Nunca había podido andar, o sea, no sabía lo que era andar.
Estaba escuchando las palabras de Pablo y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta, levántate, ponte derecho sobre tus pies. El hombre dio un salto y echó a andar. Señor, muy bonito este milagro, porque San Pablo, primero se da cuenta de que el hombre le miraba fijamente y le escuchaba. Cuántas veces a nuestro alrededor también hay personas que nos miran fijamente y nos escuchan. Somos referencia para ellos, en nuestra familia, en nuestras amistades, cualquier persona que nos quiera se fija en nosotros, evidentemente.
Pero aparte de eso hay gente que está como tuyida del alma, como que no puede andar sobrenaturalmente, no puede creer, no puede practicar la fe. Han perdido un poco esa fe interior y entonces cuando nosotros les hablamos de Dios, pues nos escuchan con interés.
Son capaces de tener fe. Pues hay que pasar enseguida al plano personal, como le hace San Pablo. Le mira y le dice a él, no al resto, a él, levántate, ponte derecho sobre tus pies. Le da ánimos. Y fíjate qué es lo que hace San Pablo. Le pide precisamente lo que no puede hacer. Levántate. Bueno, si hemos dicho que no podía andar desde que nació, este hombre podría haber respondido, sí, eso es precisamente lo que no puedo hacer.
No te fastidie. Pero lo que San Pablo le dice es lo que necesita. Levántate, ponte en pie. Que es lo que nosotros tenemos que decir tantas veces a nuestros amigos y amigas. Oye, tú puedes creer. Oye, Dios es tu padre y te quiero. Tú puedes convertirte. Vente conmigo a confesarte cuando se pueda. Empieza a practicar. Empieza.
Si los cristianos tuviéramos un poco más de convicción y un poco más de confianza en la gracia de Dios y fuéramos hombres más de fe, el problema de la falta de fe de los no cristianos es que los cristianos tenemos poca fe. Hay pocos pablos que fijen la vista en un cojo de nacimiento y le digan, levántate y ponte en pie.
O que le digan a un amigo que nos dice que no cree en la confesión, vente conmigo a confesarte. O que le diga a un amigo que no cree en la eucaristía, vente conmigo a misa. O que le diga a un amigo que no cree en la doctrina de la moral de la iglesia sobre lo que sea. Esa fe es tan impresionante en el Antiguo Testamento. San Pablo le dice lo que precisamente no puede hacer y ¿qué pasa? El hombre dio un salto y echó a andar.
Pero lo hace por la fuerza de Dios. San Pablo ha sido un instrumento de la gracia de Dios. Y entonces siguen narrando los hechos de los apóstoles que al ver lo que a Pablo había hecho el gentío exclamó en la lengua de Licaonia, los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos, no es para vernos, para menos quién cura con una simple palabra un cojo de nacimiento.
A Bernabé lo llamaban Zeus quizás porque era más viejo, más mayor, y a Pablo Ernés porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba en la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y con la gente querían ofrecerles un sacrificio de un toro en su honor porque pensaban que eran dioses hechos hombre. Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo se rasgaron el manto que era una señal entre los judíos de escándalo.
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