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Cuentos para ALMA
16.- Ling y los sueños

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14/5/2025 · 07:34
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Cuentos para ALMA

Descripción de 16.- Ling y los sueños 1l1y5y

Cuentos educativos de EDELVIVES. Mensajeros de Igui. Ling y los sueños. Música: "Ecoloxista" - Pablo Diaz https://www.youtube.com/watch?v=vFIWPpO3ZeQ 2j1l5d

Lee el podcast de 16.- Ling y los sueños

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Ling y los sueños Cuenta una vieja leyenda que los ríos eran las venas de la madre tierra, por ello los nativos los cuidaban con especial esmero, pero de eso hacía ya mucho tiempo, y los nuevos habitantes de las aldeas y las ciudades parecían no recordarlo. Cada día aparecían cientos de peces muertos flotando en la superficie de los ríos, era imposible navegar en ellos, y sus aguas contaminadas no servían para regar cultivos, las venas de la madre tierra se habían convertido en un basurero.

Al verlo, Saraki voló en busca de la pequeña Ling. Ling era una niña que vivía en China, y el pájaro de mil colores le contó lo que sucedía, y juntos decidieron hacer algo cuanto antes. La pequeña Ling fue a hablar con los pescadores, tenía que hacerles entender el daño que causaban al lanzar los desperdicios de la pesca al agua.

—¡Vete a fastidiar a otra parte! Fue todo cuanto respondieron, pero Ling no se dejó impresionar. Se encaminó a la fábrica de cuero.

—¿Quién eres tú para decirme que no vierta mis tintes en el río? Se enfadó el dueño, y Ling siguió su camino. La niña llegó ante la puerta de una frutería, más de una vez había visto al encargado lanzar sus cajas al río.

—¿Dónde quieres que las tire? protestó él muy molesto.

Ling pasó el resto del día hablando con unos y otros, pero siempre corrió la misma suerte.

Nadie le hacía caso, y todos seguían con su rutina de contaminar los ríos.

Al atardecer, notaba las piernas cansadas y el ánimo abatido. Se despidió de Saraki y se fue a casa. Aunque era temprano, decidió acostarse, y no tardó en quedarse dormida.

Muchas veces, durante el sueño, la pequeña niña veía imágenes que le ayudaban a resolver sus problemas. Al despertar, la niña se esforzaba por hacer que sus sueños se convirtieran en realidad. Y aquella noche, soñó que estaba sentada en la orilla de un río, pescando, pero en lugar de una caña, tenía una red. Y en vez de pescar peces, lo que pescaba era basura que luego retiraba de los ríos. Tan pronto se despertó, saltó de la cama, y al salir de casa, se encontró con Saraki.

—¡Vamos, vamos! —le dijo la niña. —¡Tenemos mucho que hacer! Una vez en el río, Ling le pidió prestada una red a uno de los pescadores, y se puso manos a la obra, al igual que en su sueño, usó la red para recoger los desperdicios y amontonarlos en la orilla. Al verla tan atareada, el encargado de la frutería no dudó en reírse.

—¡Vaya, vaya, sí que hay buena pesca hoy, eh! ¡Qué montón de basura estás pescando! —dijo mientras arrojaba un par de cajas más al río. Pero la niña fingió no oírle y siguió con su tarea. Cuando hubieron reunido un buen montón de basura, Saraki y la niña la llevaron al vertedero. Luego regresaron al río, y así, una y otra vez. Todos cuantos pasaban cerca se reían de ella. —¡Ja, ja, ja! ¡Pequeña, se te da muy bien la pesca! ¡Ja, ja, ja! ¡Pero hay que pescar peces, no basura! —le decían todos con sorna. Pero Ling no respondía, simplemente seguía con su tarea. Al final de la tarde, la niña regresó a casa.

En cuanto se acostó se quedó profundamente dormida, y aquella noche soñó que cada vez que recogía basura del río, las venas de la madre tierra le daban las gracias y suspiraban aliviadas. Con las primeras luces del alba, Ling y Saraki se dirigían nuevamente a la orilla del río y pasaban horas y horas reuniendo botellas, zapatos, plásticos y demás basura que sacaban del río. Y aún así, pese a su esfuerzo, las aguas parecían igual de sucias. Sin embargo, poco a poco los vecinos dejaron de reírse de ellos, empezaron a mirarlos con curiosidad y después con cierto respeto. —¡Saraki, no te parece que los pescadores tiran menos desperdicios al río? —preguntó la niña.

Saraki la miró y sonrió, y ambos se sintieron satisfechos.

Días más tarde, Ling soñó que el encargado de la frutería se acercaba al río con unas cajas. Allí se detenía, se quedaba pensativo y daba media vuelta con ellas sin tirarlas al río como hacía siempre. Y lo cierto es que la niña a partir de ese momento…

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