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Un poco de Historia
Vikingos por la vieja Iberia

Vikingos por la vieja Iberia 5f622v

28/3/2025 · 18:14
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Un poco de Historia

Descripción de Vikingos por la vieja Iberia 2w3k5p

Eran los amos del frío, los señores de los drakkars. Venían de más allá de donde el sol se oculta, y su sed de oro y sangre no tenía límites. Hace más de mil años, cuando Europa se debatía entre la luz de la fe y la sombra de la espada, unos guerreros llegados del fin del mundo aparecieron en las costas ibéricas. Eran altos, rubios, vestidos con pieles y corazas de hierro, y sus barcos, con cabezas de dragón, surcaban los ríos como serpientes de madera. Eran los vikingos. Y durante casi dos siglos, sus incursiones sembraron el terror desde Galicia hasta Sevilla, desde Lisboa hasta Pamplona. Hoy, en este audio contaremos las andanzas de estos recién llegados por estas tierras que cambiaron el curso de nuestra historia y que aún perduran en las leyendas 465c6y

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Hola amigos, bienvenidos a este tiempo de la radio dedicado a la historia.

Eran los amos del frío, los señores de los dracar. Venían de más allá de donde el sol se oculta y su sed de oro y sangre no tenía lentes. Hace más de mil años, cuando Europa se debatía entre la luz de la fe y la sombra de la espada, unos guerreros llegados del fin del mundo aparecieron a las costas ibéricas. Eran altos, rubios, vestidos con pieles y corazes de hierro, y sus barcos con cabezas de dragón surcaban los ríos como serpientes de madera. Eran los vikingos, y durante casi dos siglos sus incursiones sembraron el terror desde Galicia hasta Sevilla, desde Lisboa hasta Pamplona.

Hoy, en este audio, contaremos las andanzas de estos recién llegados por estas tierras que cambiaron el curso de nuestra historia y que aún perturban en las leyendas. Para entender por qué los vikingos llegaron hasta aquí, primero debemos dibujar el mapa político de la península a mediados del siglo IX.

Imagínense un ropecabezas de reinos y culturas en tensión. Al sur, el poderoso emirato de Córdoba, gobernado por Atal Ramán II, un estado rico, sofisticado, pero plagado de rebeliones internas. Familias como los Banu Qasi, descendientes de un conde visigodo, convertido en Islam, controlaban el Valle del Ebro, como señores casi independientes.

Y en el este estaban los Tudmir, descendientes del visigodo Dedomiro, que dominaban las amplias vegas murcianas. Mientras, en el norte, un pequeño reino cristiano, Asturias, resistía bajo el mando de Ramiro I, recién llegado al trono tras una guerra civil. En los Pirineos, un embrión del futuro reino de Navarra, gobernado por Íñigo Arista, empezaba a tomar forma.

Y para completar el mosaico peninsular, en el noreste estaban un grupo pequeño de condes tutelados por Ludovico Pío, heredero de Carlo Magno, que conformaban la marca hispánica.

Este era el escenario cuando en el año 844 unas extrañas naves aparecieron en el horizonte. No eran mercantes finicios ni galeras romanas, eran racas, y los hombres que los tripulaban no venían a comerciar. Según un manuscrito de la abadía sa de Val-Dieu, todo comenzó con una tormenta. Un grupo de vikingos, tras saquear Nantes, intentaba regresar a Irlanda, cuando los vientos los desviaron hacia las costas cantábricas.

El 1 de agosto del 844 desembarcaron cerca de la desembocadura del río Devao. ¿Qué vieron? Probablemente una costa escarpada, pequeñas aldeas pesqueras y una población que no tardó en huir hacia el interior. No existen evidencias de saqueos, lo que nos permite determinar que simplemente fue un punto de avituallamiento para continuar su viaje bordeando la costa. El siguiente episodio documentado es su llegada a Galicia, donde tuvo lugar un enfrentamiento armado entre las tropas de Ramiro I y las huestes vikingas en las proximidades del faro de Brigancio, actual Torre de Hércules en la Columna.

Según la crónica silense, escrita tres siglos después, en este combate las fuerzas de Ramiro consiguieron incendiar entre 60 y 70 embarcaciones vikingas, obteniendo un considerable botín.

Así, entre nosotros, amigo oyente, parece una cifra muy abultada. Posiblemente habría que dividir por diez las cifras expuestas, pues la flota vikinga siguió su avance por la costa occidental de la península ibérica hasta alcanzar Lisboa el 20 de agosto. A partir de este momento...

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