VIERNES SANTO - DDC 637 14nc

Celebramos hoy un día especial. Hoy es Viernes Santo.

Hoy contemplamos a Cristo muerto en la cruz.

Hoy acompañamos a María en su dolor.

Hoy acompañamos a la humanidad que sufre.

La humanidad doliente.

La humanidad que es Jesús, el Señor.

La humanidad que vive en momentos difíciles.

Estamos cambiando la era, una época.

Están cambiando los paradigmas de actuación.

Están cambiando nuestros conceptos morales.

Todo está cambiando, excepto la cruz.

Y no cambia porque es el amor lo que hay ahí.

Es el amor el que está clavado en la cruz.

El amor que caminó por las tierras de este mundo y que ahora sigue haciéndolo a través de ti y de mí.

A la hora de nona Jesús inclinó la cabeza y sigue teniéndola inclinada mirándonos, mirando a este mundo que sufre, a este mundo que muere de hambre, que muere de violencia, que muere de rechazo.

A este mundo que anda en tinieblas, que busca la luz y que no la encuentra porque no busca donde debe, en el corazón, el encuentro con Dios, el silencio.

El Viernes Santo nos invita a contemplar, a mirar al que travesaron.

Hoy, como todos los días, seguirá habiendo bullicio.

Seguirá habiendo muchas cosas que quieren despistarnos, pero nosotros, creyentes, queremos a través de este programa que se quiere convertir en oración, nosotros, creyentes, digo, contemplamos en silencio la muerte de Cristo, la muerte de cada ser humano.

Hacemos presencia al pie de la cruz junto con María, a la que pedimos que nos ayude, el sufrimiento de nuestro mundo, el sufrimiento de tantos niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos, de toda una humanidad que sigue buscando y que sigue siendo crucificada con el Redentor.

Cuando en esta tarde proclamemos la palabra del Señor, la pasión del Señor, según San Juan, y oigamos, junto a la cruz de Jesús estaba su madre, podremos oír que junto a la cruz de nuestras vidas también está nuestra madre, que nos envía, nos envía también a nosotros a estar junto a la cruz de nuestro mundo, que nos envía a estar junto a la cruz de los buscadores, de los que lloran, de los que viven la injusticia, la violencia, es la cruz de la humanidad.

Y lo es porque Dios se hizo hombre, y lo es porque Dios tomó nuestra carne, y lo es porque su sangre derramada, su carne rasgada, es la sangre que derrama hoy, nuestro mundo, es la carne que desgarramos con nuestras injusticias y mentiras, es la sangre de tantos que gimen, de tantos que lloran, de tantos que se sienten abandonados.

No, no pasó simplemente algo, no, no pasó algo en el Monte Calvario, no, no pasó allí, sigue pasando, sigue pasando.