
Viernes 23 mayo - Juan 15, 12-17 - "Esto os mando: que os améis unos a otros" 6zo2z
Descripción de Viernes 23 mayo - Juan 15, 12-17 - "Esto os mando: que os améis unos a otros" 3z5s53
Amemos con el corazón de Cristo, respetando, comprendiendo, perdonando y entregándonos sin límites, para reflejar su amor verdadero en el mundo. 5l2px
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Esto os mando, que os améis unos a otros.
Del Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos.
Este es mi mandamiento.
Que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor.
A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido.
Soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando, que os améis unos a otros.
Esto os mando, que os améis unos a otros.
Dice Jesús en este Evangelio que escuchamos hoy.
Es como su gran mandato, el mandato del Señor.
Amaos los unos a los otros.
Somos sus amigos, hacemos lo que Él nos manda.
Y Él nos manda esto, que amemos a los demás.
O sea, que amemos con las cualidades del amor de Cristo.
¿Y cuáles son estas cualidades? Primero, ¿cómo podemos conocerlas? Pues mirando cómo nos trata Dios.
Cómo a través de la historia el Señor ha estado siempre ahí a nuestro lado y sigue estándolo, respetándonos, comunicándose constantemente con nosotros, dándose a conocer, deseando conocernos a nosotros, perdonándonos y sufriendo por nosotros.
Son estos como los cuatro pilares del amor.
La comunicación, el conocimiento, el perdón y el sufrimiento.
La capacidad de sufrir por la persona amada.
Y deberíamos aplicárnoslo a nosotros mismos para hacerlo así con las personas con las que vivimos, nuestra familia, nuestros amigos e incluso con las personas de la vida pública.
Dicen, hombre, pero es que las personas de la vida pública a veces nos sacan de quicio.
Bueno, es verdad, también tú sacas de quicio a algunas personas.
Y te quieren, te aman, te respetan, ¿no? O sea, nosotros mirando cómo nos trata Dios, pues tendríamos que hacerlo así con los demás.
Aunque te caiga fatal alguien, puedes tener una manía, hay que respetar, hay que intentar convivir en la verdad con esas personas, hay que perdonar, hay que saber sufrir también.
Porque es que a la tarde de la vida nos examinarán del amor.
No, me examinarán de cuántos rosarios he rezado, de cuántas misas he ido.
Dices, va, pues estoy a punto de morirme y voy a poner a contar, a ver a cuántas misas he asistido y cuántos rosarios he rezado, porque claro, cuando me muera y me llegue a la otra vida, pues el Señor me va a decir, oye, venga, dame cuentas de tus rosarios y de tus misas.
Está muy bien rezar el rosario e ir a misa, porque eso nos ayudará a ser más capaces de amar.
Pero es que a la tarde de la vida nos examinarán, ¿de qué? Del amor.
Y es que el mandato de Cristo es que nos amemos, no solamente con nuestro pobre amor humano.
Hay que decirlo, o sea, Cristo no nos dice, oye, con tu pequeño corazón, pues ama, no, no.
Sino que nos pide que amemos con su amor.
Y para eso recibimos la gracia santificante, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado, como escribió San Pablo.
En el bautismo nos ha sido dado, pero también cada vez que rezamos, cada vez que comulgamos, cada vez que nos confesamos, como que nos vamos llenando del amor de Cristo.
Y ese amor que Dios nos ha dado, que es el amor de Cristo, y que tiene esas cualidades de comprender, de respetar, de conocer, de sufrir, pues sucede en nosotros ese amor.
Si le dejamos, y de este modo, es con el que Cristo espera que amemos nosotros a los demás.
Y amemos a todos, incluso a los que no nos caen bien.
Nosotros no podemos poner límites al amor.
El amor no es un sentimiento, o sea, no es empatía, el amor no es dar abrazos y te quiero mucho, y no sé qué, y poner pintadas en las paredes.
Yo quiero mucho a esta persona, o a esta persona pública, o a esta.
No, no se trata de eso.
Sino que el amor es algo mucho más profundo.
Es esa decisión, o eso que brota de la decisión de mirar a las criaturas, a los demás, y tratarlas como Dios mismo las mira y las trata.
O sea, y también a nosotros mismos, a ti mismo y a mí mismo.
O sea, amarnos a nosotros mismos, cada uno de nosotros, mirarnos como nos mira Dios, querernos como nos quiere Dios, respetarnos como nos respeta Dios y perdonarnos como nos respeta o, perdón, nos perdona Dios nuestro Señor.
Comentarios de Viernes 23 mayo - Juan 15, 12-17 - "Esto os mando: que os améis unos a otros" 3352c