El Viaje de Sonia (21) El Viaje a Laponia 03 02 24 4k4x2z

Conecta el viaje de la Sonia.
Hoy nos espera una nueva aventura, un recorrido por los caminos de la vida,
porque como dice la Sonia, cada día no es siempre.
El viaje de Sonia, con Sonia de Sola.
Hola a todos y bienvenidos, una semana más, al viaje de Sonia.
Si hay algún niño pequeño escuchando este episodio, os pido por favor que paréis aquí.
Este capítulo contiene spoilers no aptos para ellos, y lo entenderéis ahora mismo.
Vale, si no hay niños cerca, entonces bienvenidos a uno de los episodios que para mí,
es el más mágico que os voy a contar.
Hoy quiero hablaros de un viaje que significó mucho para mí, no solo por el destino en sí,
sino por todo lo que representó a nivel emocional y personal.
Quiero contaros como el dinero que teníamos destinado para nuestro viaje de novios,
acabó convirtiéndose en una de las experiencias más mágicas de mi vida.
Nuestro viaje a Laponia para conocer a Papá Noel.
Y quizás os estéis preguntando, los que no me conozcáis sobre todo,
porque los que me conocéis sabéis que yo, con este viaje a Laponia, soy muy pesa.
Pero Sonia, ¿por qué quieres conocer a Papá Noel?
Bueno, para entenderlo primero tengo que poner eso en contexto.
Desde que era muy pequeñita, la noche del 24 de diciembre, era el momento más mágico del año para mí.
Nos reuníamos toda la familia en casa de mis abuelos, y estaban mis primos, mis tíos, todos juntos.
Y en esa noche tan especial, de repente sonaba el timbre.
Los niños íbamos corriendo a abrir la puerta, y ahí estaba él, Papá Noel, en persona,
con su gran saco lleno de regalos.
Os podréis imaginar la ilusión con la que vivíamos ese momento.
Al principio solo éramos mi primo Pera y yo, los únicos niños,
pero después con los años se fueron sumando el resto.
Y cada año, cuando Papá Noel aparecía, la emoción era indescriptible,
porque no era simplemente que alguien dejara los regalos debajo del árbol.
Papá Noel nos los entregaba en mano.
Nos hablaba, nos miraba a los ojos, nos sentaba en su regazo, y nos hacía sentir que éramos especiales.
Era algo tan increíble, que para mí, la magia de la Navidad siempre estuvo ligada a él.
Pero había algo curioso, en esas reuniones familiares siempre estaban mis padres,
mis tíos, mis abuelos, mis primos, pero mi tío el Manel nunca estaba.
Siempre le tocaba trabajar justo en esa hora.
No ha podido venir porque trabaja, nos decía cada año nuestra tía, la Conchita,
y nosotros lo aceptábamos sin más.
Años después, cuando crecimos un poco, descubrimos la verdad.
Nuestro Papá Noel de cada noche buena no era otro que nuestro tío Manel.
Año tras año, él era quien se disfrazaba, quien cargaba el saco,
quien se metía en el papel para hacernos vivir esa ilusión.
Y cuando lo supe, lejos de desilusionarme, hizo que mi amor por Papá Noel fuera aún más fuerte.
Por eso, siempre he sido mucho más de Team Papá Noel que de los Reyes Magos.
Primero, porque para mí era una tradición muy especial.
Y segundo, porque si Papá Noel venía el 24 por la noche,
eso significaba que los regalos se podían disfrutar durante todas las vacaciones de Navidad.
Era el plan perfecto.
Y con ese amor por Papá Noel en el corazón, crecía mi sueño.
Ir a Laponia a conocerle de verdad.
Porque sí, yo sabía que existía un lugar donde se podía viajar y vivir esa magia de cerca.
Pues bien, cuando Raúl y yo nos casamos,
como muchas parejas teníamos ahorrado un dinerito para nuestro viaje de novios.
Pero mis padres quisieron regalarnos un crucero como viaje de novios por las Islas Griegas,
que fue un viaje precioso.
Y de este viaje os hablaré a pinceladas un poquito al final del episodio,
en mi momento más así reflexivo.
Así que nos encontramos con una situación especial.
Teníamos nuestro dinero ahorrado para el viaje de novios,
y en lugar de dejarlo en modo ahorro,
pues pensamos ¿por qué no aprovechar esta oportunidad para compartirlo con vosotros?