Teatro Estudio 1 - El solar de media capa (Carlos Arniches) 354r55

El concepto que tengo yo del honor es de ahora, mi miedo a que se mancille el punto honor es de ahora, ¿entonces qué? Parece mentira que mi madre me diese un padrastro como este, qué bruto es y qué obcecado, pero bueno, ¿por qué serán así algunos hombres? Las tontas somos las mujeres, que sabemos cómo son los hombres y luego nos quejamos de que no sean como nosotras queremos que sean.

Yo es que nunca le he pedido nada al sidoro, yo es que le quiero, porque le quiero de verdad, que no le querrá ninguna como yo, seguro.

Todas las mujeres son como los caballitos del tío vivo, que te divierten siempre y cuando que no te mareen, he dicho.

Poneos a hacer cuenta del número de víctimas en lo que va de año, en número, Pepa la Galga, Paquita la Quisquillas, Dolores la Friadora, Amparito la Cumple, Luisa la Tanguista, Paca la Colchonera y muchas más que te se olvidan por no tener reconocida la profesión, pero que pasaron por el establecimiento y dejaron su nombre.

La Larga, la Estrecha, la Pedales, la Retaco, la Noquepo y la Tolose.

Somos más peor que el escarabajo la patata y más devastadores que el diluvio universal.

La vida es breve y hay que saber aprovecharla, por eso lo mejor es querer a uno con fijeza y si se tercia, dejarse querer por otra.

¿Y es esto quererla a una? Le escribo y no me contesta, le telefoneo y le desconocen.

Desconocido le voy a poner yo el día que me lo tropiece.

A que tenemos hoy menos clientes que ayer, porque este bar es el de la soledad y los pocos que vienen consumen menos que un rinoceronte en vino.

No sé si ir a verla a ella, ir a zurrarle a él o quedarme conmigo a solas. Intuyo que esto último es lo mejor.

¿Y el ladrón de su sobrino, señor Celes? ¿No está? ¿Pero qué hace allí tanto tiempo? Pues, quitarse de ganas, ya más pienso yo que se estará curando el ruma suyo.

Y el de su tía también, porque en dos meses ya puede.

No sé qué decirte, hija.

Yo sí. ¿Y es esto quererla a una? Le escribo y no me contesta, le telefoneo y le desconocen.

Desconocido le voy a poner yo el día que me lo tropiece.

Oye, a usted.

Hay que ver, señor Celes, que en medio año no he podido verle más que dos minutos.

Poco es.

Y fue en una verbena, en uno de esos columpios que cuando él bajaba yo subía.

Y pa' mí que no me entendió lo que le dije.

Tú sabes que el Fidor es un hombre muy pedío.

Y tiene que compaginar.

Pues como no me escriba hoy, esta noche me voy a lama.

Porque yo no sé si se le habrá quitado el ruma, pero Dolores, tiepa rato.

Sí, señora, me voy a lama y me baño con él.

Pero ¿qué sería si yo no le quitase tanta perna? Les va a tener que dar números como en las consultas.

La verdad es que el desdichado que tiene la desgracia de ser guapo, apañadito está.

Y a Celes, hágame el favor del perisuar que creo que me lo ha dejado en la comida.