Teatro Estudio 1 - El genio alegre (Hnos. Álvarez Quintero) 44584

Lo que sí quiero es que desde mañana nos vayamos a pintar.

Es que a mí me gusta más este fondo.

Los pies grandes y la cabeza chica.

Sí, ¿eh? Don Eligio, mírese usted en el espejo.

¡Paso, paso! La justa proporción de la figura humana son siete cabezas.

Y esta figura tiene más de siete cabezas.

Y usted también.

Y yo tengo más de siete cabezas.

Señor, además usted entenderá de libros antiguos y de istrar bienes ajenos.

Pero no sabe usted una papa de arte, hombre.

Primero, la papa no es una unidad de medida en el arte.

Segundo, entiendo de arte y de todo mucho más que tú.

¡Pinta monas! Don Eligio, que le estoy retratando a usted.

¡Déjate de chanzas! Y tercero, tienes una vanidad que puede ser grave enemiga de tu talento.

Si crees que pintas ya como Velázquez...

No lo permita Dios.

¡Bastardo! ¿Qué dices? Que tengo a Velázquez por una máquina de pintar.

Por un practicón.

Mira, calla, Antoñito.

Calla si no quieres que te tire la caja de pinturas a la cabeza.

Abajo, idolillo.

¡Eh, juventud presuntuosa! ¡Juventud necia! En mi libro sobre las personalidades ilustres de Alminar de la Reina, no te concederé un lugar ni en la fe de ratas.

¡Anda, abre! ¡Que están llamando! ¡Hombre, ese idiota! ¡A ti! Nos vamos a pasar aquí la vida irando a Velázquez y al cursi de Murillo.

¡Pero no oyes que están llamando! Vaya, que me han tomado por el portero.

¡Voy! ¿Y yo qué sé? Soy yo el perro de la señora.

¿Soy yo tu criado, pajorero niño? ¿Te vas a ganar un día una bofetá por esas contestaciones que le das a tu padre? ¡Que se te va a quedar la corbata, chica! Vamos a ver lo que has pintado hoy.

Míralo.

Como si mirara la pared.

Lo que tú entiendas.

Bendito sea Dios.

Padre, contén la jaca.

Bendito sea Dios.

Hay en el pueblo, Capatio, que se funden flores.

¡Casotea, que marea la vista! ¡Camosita, que es una mochila!