Sabiduría para todos los días, mayo 16 p2d5x

Este viernes 16 de mayo, en Sabiduría para Todos los Días, vamos a considerar el deber o el placer.

Estamos en Proverios, capítulo 21, verso número 17. Leemos la nueva traducción viviente.

Los que aman el placer se vuelven pobres. Los que aman el vino y el lujo nunca llegarán a ser ricos.

Soy el Patro Rafael Pola y me ha gustado compartir la lectura y meditación del libro de Proverbios.

Bienvenidos. Muy rápido estamos llegando ya al final de otra semana. Ya estamos en el día viernes.

Para muchos es el fin de la semana laboral, aunque también otros muchos continúan trabajando el fin de semana.

Gracias a Dios que podemos compartir su palabra porque si coincide con nuestra vida, siempre tendremos oportunidad de encontrar tiempo para leer y meditar en su palabra.

Hoy vamos a un tema muy interesante y que de hecho marca diferencia en la vida de muchas personas.

Algunos viven con una idea muy clara de la vida como placentera, y otros viven con la idea de su vida muy clara respecto a los deberes.

Deber o placer. Hay quienes viven con un umbral muy alto del deber.

Se exigen mucho. No dejan pasar un solo detalle.

Esperan perfección y suelen ser muy duros con ellos mismos.

Generalmente le toca ser así al primer hijo.

Su educación estricta, en algunos casos obsesiva de los padres, los crían como personas muy orientadas a las reglas.

No se permiten fallar y tampoco aceptan que los demás fallen. Son muy exigentes.

Pero hay otros, a veces son los hijos menores, quienes viven para pasarla bien, para jugar.

Los disfrutan todo, incluso pasan por alto sus responsabilidades y también sus valores.

Toda su vida se reduce a la palabra placer.

Dicen por ahí que se sueña con una vida placentera y la realidad nos despierta al deber.

Pasamos nuestra vida cumpliendo con nuestras obligaciones y ya, llegando a los últimos metros, nos embarga la nostalgia de aquellas cosas que dejamos pasar y que no supimos disfrutar, abocados solamente a cumplir.

La sabiduría, en este aspecto como en muchos otros, se encuentra justamente en un punto de equilibrio.

Un punto de equilibrio que puede ser movible, pero equilibra al fin, dependiendo de las circunstancias de la vida.

Porque el proverbio nos enseña que vivir hacia el placer de manera desproporcionada, lo único que logra es sumirnos en la pobreza.