Relaciónate (sobre nuestros estilos de comunicación) 422t73

Te doy la bienvenida al podcast infinito tú. Un espacio para reencontrar tu esencia, reilusionarte, reprogramarte, relacionarte y reagendarte. La empresaria y coach integrativa Maribel Jiménez Atienza, autora del libro Coaching para la felicidad cotidiana, te explica con ejemplos prácticos claves para reencontrarte y alcanzar ese estado que te permite conectar contigo y con el mundo.

Hoy vengo a hablarte de relaciones. Unas son personales, otras son más íntimas, otras son cotidianas, otras son profesionales, otras son más mundanas... Para entrar te cuento esta historia. Bueno, imagínate que yo la he visto muchas veces, no sé tú, pero estás en una reunión, se está contando un proyecto y todo el mundo está contento con el proyecto, todo el mundo lo ve como una buena iniciativa, no se pone ningún pero, pero después qué ocurre, que fuera de la reunión, pues en la máquina de café, o en el WhatsApp con el grupito, o en la comida confidencial con tu colega de al lado, pues empiezan los peros.

Esto es un lío, no sé cómo lo han pensado así, yo no veo cosas que se pueda hacer en tan poco tiempo, etc. Entonces, mi pregunta es, ¿por qué esto no lo dijimos antes? ¿Por qué esto no se puede decir en la mesa de reuniones? Pues bueno, uno de los argumentos es, pues por agradar, por pertenecer, empiezas a mirar la cara de los demás y por no desentonar, tú no dices lo que quieres decir. Esto me recuerda a un experimento que se hizo en los años 50, que era una sencilla prueba visual en la que había que distinguir y que señalar cuál era la línea más larga de varias líneas. Entonces, había una parte de los participantes que eran actores y que tenían ahí una misión, que era decir una cosa por otra, ¿no? O sea, no señalar la línea más larga, sino cualquier línea que no fuera la más larga.

Y era increíble como la mayoría de los participantes, a sabiendas de que lo que estaban viendo era que la línea más larga era la segunda, pues decían que era la tercera, pues por tal de decir lo mismo que decía el anterior participante. ¿Para qué? Pues para pertenecer, para no desentonar, para no ser ridículo, porque a lo mejor tú no habías visto lo que el otro sí había visto. Y bueno, y así es como renunciamos rápidamente a nuestra verdad por el grupo, por pertenecer. Entonces, la verdad es que ser educados no tiene por qué significar ser invisibles y también porque no nos atrevemos a incomodar. Por miedo a equivocarnos, a ofender, a parecer arrogantes, a parecer tontos, a arrepentirnos después, a pasarnos, la realidad es que nos cuesta muchas veces ser directos, asertivos o decir lo que vemos con total naturalidad. Y no solo nos pasa en el trabajo, también en casa o preparando la fiesta de Navidad, pues para evitar el conflicto y que nadie se ofenda, pues al final te ves en un entramado preparando algo en lo que no crees.

Y a lo mejor resulta que ninguno de los participantes cree, pero todos lo hacen por no desentonar con lo que siempre se ha hecho. Bueno, ahora te propongo algo. Quiero que cierres los ojos y pienses en todas aquellas personas con las que te relacionas o con las que te relacionaste ayer mismo. Pues verás que son muchas y variopintas, o sea que si los de casa, la familia, la familia extendida, los de la universidad, los del cole, los del coro, los del AMPA, los hijos, los del departamento, los de más arriba, los vecinos, los que están más cerca, los que están más lejos. Bueno, y por supuesto, con quien más te relaciones es contigo, con quien más. Entonces, fíjate que hay diferentes contextos, diferentes registros, diferentes códigos, y no es lo mismo hablarle a tu vecino que hablarle al CEO de tu empresa. A veces se requiere que tu lenguaje sea más formal o más político o más diplomático, pero a veces no.

Imagínate que eres el chef de una cocina. Ahí no valen las florituras, no vale ser diplomático. Tienes que hablar con máxima claridad. ¿Por qué? Porque alguien se puede quemar o algo se puede quemar. Y si la comunicación no es efectiva y no es eficiente y no es eficaz, pues la comida en la mesa 5 puede acabar en la mesa 12. Lo bueno es que hay muchos estilos de comunicación, que seguramente tú tiras hacia uno en concreto, pero aquí lo bueno sería que pudieras cada vez ser capaz de adoptar distintos estilos para las distintas situaciones cotidianas y diarias en las que te ves. Si solo tenemos un estilo, entonces sentiremos que nos quedamos cortos en la mitad de las situaciones, porque la retaíla de retos que tenemos todos los días hace que tengamos que bascular entre un estilo y otro constantemente, con total naturalidad. Pongamos que hay tres estilos, ¿vale? Primero