Rafa Pascual,María en el Evangelio de Lucas 2w3x1m

Voy a contestar a preguntas que voy almacenando de algunos que me hacéis relativas a temas de la Biblia, y más concretamente del Nuevo Testamento, y más en concreto de los Evangelios, y como siempre, cosas que no entendéis, inexplicables, y más que pelín comprometidas.

Una era que si los evangelistas fueron coetáneos de Jesús, ¿cómo se enteraron de detalles de la Anunciación, de cómo fue la Anunciación del Ángel a María, de la visitación a su prima, de las pataditas de Juan Bautista que le dio a su madre en el útero, de la presentación de Jesús en el templo, de las profecías de los Vigetes a Naisméon? Yo no estaba en Judea ni en Galilea en el siglo primero, pero con toda certeza puedo decir lo siguiente.

Primero, nadie contó absolutamente nada de esto. La prueba está que excepto San Lucas absolutamente ningún otro evangelista, ni Mateo, ni Marcos, ni Juan, ni San Pablo, ni Santiago, ni Judas, ni todas las cartas que tiene el Nuevo Testamento, nadie en todo el Nuevo Testamento, nadie cuenta la Anunciación a María, ni la visitación a su prima Isabel, ni la presentación del niño en el templo.

¿Alguien me puede decir por qué, si todos lo hubieran sabido, y si lo supo Lucas, que es un cristiano ya de la segunda generación, con más razón lo tenían que saber los otros? ¿Alguien me puede explicar por qué, sabiéndolo, deciden todos no poner estos episodios tan bonitos? Nadie los pone, coge de la Biblia, excepto Lucas.

Es muy raro, ¿no? La contestación lógica es que nadie lo supo porque todo sucedió de forma natural, como sucedía todo en todas las parejas, y luego los ritos y costumbres que había que hacer en aquel tiempo con los chicos. Estos relatos, en su carcasa literaria y sus escenas, los inventa San Lucas. Son invento de San Lucas.

Si los inventa San Lucas, ¿quiere decir que no existieron? ¡No! Existieron, históricamente, pero de un modo natural, con la naturalidad que todo se hace en esta vida, pero de ese modo no tiene ninguna enseñanza religiosa para la vida del creyente. Lucas no escribe una crónica histórica.

Él escribe un texto religioso para transmitir unas enseñanzas. La forma en que están escritos estos relatos, las escenas, las palabras, los gestos, las acciones, son íntegramente un invento de San Lucas. San Lucas no estaba allí con una grabadora para recoger íntegro el cántico del Magnificat que dijo María, o el Benedictus que dijo Zacarías, ¡que no lo dijeron! Ya no estaba, pero fijo.

Todo es un invento de Lucas, que escribe genial y con una idea muy precisa. En su primer capítulo decide presentar la anunciación, la concepción, el nacimiento y la imposición del nombre de el personaje con el que concluía el Antiguo Testamento, Juan Bautista, y en paralelo el personaje con el que comienza el Nuevo Testamento, Jesús. Leedlo. Y todo lo estructura en torno a tres parejas, Zacarías e Isabel, representantes de la religión vieja, la del Antiguo Testamento.

Por eso te lo pone viejos. Que Dios no preña viejas, hombre. Y al final otra pareja de viejos, Simeón y Ana. Estos representan al pueblo que espera, y su esperanza no queda defraudada. Al final se encuentran con el Mesías. Y en el medio de esas dos parejas viejas, reviejas, del Antiguo Testamento, viene una pareja joven de una quinceañera y un diecisieteañero que todo lo transforma con el nacimiento de Jesús.

Lucas es un escritor genial, un creador e inventor de escenas que le dan pie para transmitir unas enseñanzas preciosas y precisas.

Pero claro, quien siga creyendo las cosas evangélicas en sentido literal va apañado, porque con un poco de razón nada, nada tiene explicación, todo es increíble, y para otros todo es maravilloso, todo es milagroso, todo es excepcional. Dios es capaz de preñar viejas como a Isabel, pero hombre, que siempre se ha dicho que Dios hace milagros, pero no preña viejas. El niño da pataditas en la tripa, pues como todos, pero ¿para qué? Hombre, quizás para mostrarte la conexión.