Programa 75: Shaila Dúrcal (cantante) 3ty6e

Mi suerte estaba echada Buongiorno, amigas y amigos del círculo independiente.

¿Cómo estáis? ¿Escucháis esta voz? ¿Os gusta? ¿La reconocéis? Claro que la reconocéis, Sheila Durkan.

¿Cómo estás? ¿Cómo estás, mi corazón? Estupendamente, la gata.

La gata bajo la luz. La gata, la gata.

¿Qué tal la noche? Bueno, fue espectacular.

¿Qué tal la noche? Que ya estás tejida.

Sí, con todos los sentimientos habidos y por haber.

¡Qué bueno, qué bueno! Bueno...

Muy ilusionado.

Hija de arte.

¿Sabes qué pasa? Que yo a veces...

Vamos a empezar por ahí.

Luego hablamos de los 20 años de carrera.

Pero una de las preguntas que nos hacemos, bueno, yo me hago, los que venimos de familias absolutamente anónimas, ¿cuándo naces una familia de artista? Además, nada más y nada menos, hija de Rocío Durkan.

Y de tu papá, Antonio Morán de Junio, también.

Un gran artista.

¿Cómo es la vida de una hija de unos artistas tan brutales, especialmente de Rocío, que además ha sido una artista internacional, querida, famosa, extraordinaria? Yo, la verdad, no me puedo quejar, porque he tenido una infancia de lo más normal, entre comillas, porque éramos una familia conocida y siempre digo de broma, pero antes de conocer a mi madre, el día que nací, conocí al fotógrafo de la revista.

Pero es algo que yo creo que mis padres siempre nos lo han manejado a nosotros como muy natural.

Somos nosotros la familia, más ellos, que era la gente alrededor.

No la has vivido de forma, entre comillas, violenta.

No, para nada.

Está rodeada de la fama, de lo que conlleva la fama.

De lo negativo de la fama.

La verdad, mis padres hicieron una gran labor porque nos intentaron educar a los tres dentro de la normalidad posible.

Tenéis que ir a la escuela, estudiar, todo.

Y bueno, pues todos éramos artísticos, mis hermanos en aquella época, desde muy chiquititos, cantando.

Y luego es verdad que, como empezaron ellos muy chiquititos, se dieron cuenta de que no querían que perdieran la infancia.

Entonces, en cuanto a mi hermanito, que tenía como unos seis, siete, dijo, yo quiero ir a jugar con mis amigos.

Entonces, dijo mi padre, ay, no, les estamos metiendo...

Pero porque era algo que queríamos hacer, siempre traíamos la música.

Entonces, yo, que desde los tres años ya sabía que quería cantar...

¿Desde los tres años? Sí, desde que me recuerdo.

Cuéntame los primeros recuerdos que tienes de ti.

Es que seguro que algún recuerdo, alguna foto, algo tienes.

De hecho, hay una foto que la puse en mi primer disco porque hice un collage de fotos muy particulares de casa.

Es algo...

Pues tendría yo como unos cinco años, yo creo que no tenía más, así, bien apoyada con el micrófono, porque, claro, me dejaban entrar al estudio en los ratitos libres cuando descansaban, que eran pocos, porque mi madre se metía a grabar y vámonos, y una canción y la otra, y sobre todo en aquella época, en los ochentas, que componían y que hacían muchísimas cosas.

Y era algo muy bonito porque me dejaban esos ratitos y ya está.

La foto yo así mirándome en el espejo, en el estudio, al lado de la mesa de sonido, ya sabes, rodeada de instrumentos y de premios de mi mamá, y yo así chiquitita, con una camiseta con estrellas, así muy mona y muy artista.

Y la siguiente foto es yo en una esquina, enfadada porque ya me quitaron el micro y ya no me dejaban cantar.

Y así he crecido toda mi vida, haciendo mi vida normal, mis amigos, mi todo, pero con la industria al lado y con esas ganas de quiero cantar.

Y algo negativo, porque, quiero decir, ser hijos de famosos tiene muchos lados positivos, muchas cosas positivas, pero también tendrá algún tipo de desventaja.

Pues la verdad, yo no he crecido con ningún tipo de sentimiento así.

A lo mejor, tal vez, cuando éramos más adolescentes, siempre decían tener cuidado, que a ver si os van a pillar una foto.

Y sí, una vez me pillaron con mi noviete, yo tenía 26 años, y me cayó una bronca.

Y cómo, tal, no sé qué.

Pero bueno, ya sabes, son cosas que cuando uno va creciendo no espera que de repente detrás de un seto haya alguien ahí espiándote.

Pero no hemos sido una familia tampoco.