El portal de la esperanza. Carlos Bustamante - 26-3-2025 1l6w3a

Muy buenos días, como siempre digo, pues contento de poder estar este 26 de marzo.

Para mí, como siempre digo, es un placer predicar la palabra y espero que todo aquel que escuche en este día este programa tan hermoso y tan maravilloso que empezó hace tanto tiempo, pues nos haga bien y sobre todo nos la pongamos por práctica, porque la palabra es lo más hermoso que puede tener un ser humano, pero lo importante es escucharla y ponerla por práctica y de eso nos va a hablar hoy la palabra. Pues Espíritu Santo coge mi boca y lo que salga por ella se ha puesto por ti. Espero que el que escuche le entre por un oído y vaya al corazón, no le entre por un oído y le salga por otro.

Muchas gracias y pido que hoy Señor tú nos bendigas con tu palabra como siempre lo haces, pues así sea en el nombre de Jesús. Amén. Hoy vamos a leer un texto que es muy hermoso, en las cartas de Santiago, Santiago el apóstol, ya sabemos que escribió unas cartas. En el capítulo 1, versículo 19, vamos a leer desde el 19 al 27. Pues vamos a empezar en el 19 y Santiago en aquella época advierte a la iglesia como nos advierte hoy en día, porque las cartas son universales, las cartas no. Siempre la palabra de Dios nunca va a pasar, siempre es palabra de Dios, sea el tiempo que sea.

El problema es que hay muchos hombres que la quieren cambiar, la quieren reformar y eso es un gran peligro. La palabra sigue vigente y es la misma, como Cristo es el mismo. Dice así, por tanto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para ir a ser.

Qué cosa más hermosa, ¿eh? Cómo empieza Santiago dando consejo a los hermanos y nos los da hoy a todos los que vamos a escuchar y a mí también. Dice, el hombre tiene que ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para ir a ser. ¿Y qué verdad que es? Que a veces no sabemos escuchar o oír, ¿verdad? Que a veces está hablando una persona y no estamos concentrados, pues tenemos que estar pronto, es rápido, saber escuchar y atendiendo, que es como ahora mismo yo si estoy predicando y no estás atento, no te vas a quedar con nada. Si no estás pronto a ver qué dice Carlos en la palabra vas, no Carlos en la palabra. Eso es muy importante.

Entonces, el primer consejo es que seamos pronto para oír. ¿Y qué importante es oír? Jesucristo mismo lo decía, porque a veces pensamos que estamos oyendo y no escuchamos, estamos con la mente en nuestro puesto. Primer punto, pronto para oír y ahora tardo para hablar y tardo para ir a ser. Ahora uso otra palabra, tardo, que es como lento, despacito, escuchando, pensando para hablar. ¿Por qué dice para hablar? Porque muchas veces movemos la lengua, la boca y no sabemos y hacemos mucho daño. Entonces debemos ser tardos, lentos, saber lo que vamos a decir, cómo lo vamos a decir. Entonces respira antes de eso, respira antes de hablar y piensa lo que vas a decir y es muy importante hacer eso. Y otro punto dice que es tardo para ir a ser, lento para ir a ser.

Jesucristo mismo dice, iraos pero no peguéis, no se ponga el sol sobre vuestro ojo. ¿Y qué malo es la ira, verdad? ¿Por cuántas cosas malas se producen por la ira, por no controlar tu furor, tu fuerza, tu ímpetu? Es un peligro. La persona que está irada actúa con una forma que no sabe lo que hace y cuántos problemas, cuántas dificultades, ¿verdad? Trae a irarse. Entonces debemos ser tardos y antes de irarte, respira, piensa que la ira no vas a conseguir nada, lo único que vas a hacer daño al otro que te está escuchando o a ti mismo. Y luego las consecuencias van a ser tremendas y muy peligrosas. Entonces yo te digo que seas lento. Pero qué escritura más hermosa y qué forma de hablarla Santiago, ¿verdad? Por tanto, por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar y tardo para irarse.

Ese es el capítulo. Hierdo nos dice, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Ahora nos está diciendo, toda persona que tenga ira no va a hacer justicia, ni la justicia de Dios van a estar en él. Porque cuando una persona hace la justicia de Dios es porque es tranquilo, tiene dominio propio, es manso, es humilde, todos los frutos del Espíritu Santo. Pero cuando tenemos ira no podemos hacer la justicia de Dios y aparte no somos nosotros mismos, porque la ira cambia a la persona. En un momento dices, pues es muy tranquilo y te iras y dices, madre mía lo que ha hecho, madre mía lo que ha cometido, madre mía qué palabrotas. La ira es muy peligrosa y la ira está en todo ser humano. Hay veces que la ira está en todo ser humano.