Permite que esta Palabra te abrace antes de dormir 5u1262

¡Gracias por estar aquí! Este podcast ha sido creado con un propósito, acompañarte en momentos de silencio, angustia o necesidad, y guiarte en oración hacia la paz que sólo Dios puede ofrecer.

Aquí oraremos juntos, intercederemos por nuestras vidas, y dejaremos que la palabra del Señor nos llene de consuelo, fortaleza y dirección.

Este no es sólo un podcast, es un refugio espiritual, un espacio donde puedes cerrar los ojos, respirar profundo y sentir que Dios está contigo, hablándote al corazón.

Que cada palabra sea una semilla de fe, y cada oración una llave que abra las puertas del cielo.

Romanos 14,8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos.

Así que, ya sea que vivamos o que moramos, del Señor somos.

Señor, estas palabras me colocan frente a una verdad que a veces olvido en medio del ritmo de la vida.

Todo, absolutamente todo te pertenece.

Mi vida, mis días, mis decisiones, incluso mi partida, están en tus manos.

No soy mío, soy tuyo.

Cuando vivo momentos de alegría, cuando me va bien, cuando avanzo, te pertenezco.

Pero también cuando estoy cansado, cuando dudo, cuando me detengo, sigo siendo tuyo.

Y eso me consuela profundamente, porque tu amor no depende de mis estaciones.

A veces temo al futuro, Señor, a lo incierto, a lo que no puedo controlar.

Pero este verso me recuerda que, viva o muera, en salud o en lucha, en victoria o en prueba, sigo en tu esfera de cuidado.

Nada me arrebata de tu propiedad amorosa.

Soy tuyo, y eso me basta.

Gracias porque no soy huérfano en este mundo.

Gracias porque no camino solo.

Gracias porque aún en los momentos más solitarios o inciertos, puedo decir con confianza, del Señor soy.

Ayúdame a vivir con esa conciencia cada día, a tomar decisiones sabiendo que mi vida es tuya, a tratar a los demás como alguien que te pertenece, y a caminar cada paso con la seguridad de que tú no sueltas lo que es tuyo.

Hoy te doy gracias porque pertenecerte le da sentido a todo.

Vivir es para ti.

Y cuando llegue el día de irme, también estaré contigo, porque en todo momento, soy completamente tuyo.

Segunda de Timoteo 4, 17.

Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por mí fuese cumplida la predicación y que todos los gentiles oyesen, así fui librado de la boca del león.

Señor, me conmueve la voz de Pablo en este momento de su vida.

No escribe desde un púlpito ni desde una victoria visible.

Habla desde el encierro, desde la soledad, desde el final del camino.

Y aún así, su testimonio no es de derrota, sino de fidelidad.

Pero el Señor estuvo a mi lado.

¿Qué frase tan sencilla y tan poderosa? Porque Él no habla de haber tenido todo fácil, ni de que todos lo apoyaron.

De hecho, dice que lo dejaron solo.

Pero tú no lo dejaste.

Tú estuviste a su lado.

Y eso fue suficiente.

Yo también, Señor, he vivido momentos donde el apoyo escasea, donde la carga se siente pesada, donde me pregunto si estoy haciendo bien o si vale la pena seguir.

Pero aquí me recuerdas que no estoy solo, que incluso cuando nadie más esté, tú sí.

Tú das fuerza, no solo para resistir, sino para seguir cumpliendo el propósito.

Pablo no fue librado para sentirse mejor.

Fue fortalecido para que la predicación se cumpliera.

Eso me inspira, no solo vivir para mí, sino vivir para lo que tú soñaste conmigo.

Y cuando las amenazas se acerquen, cuando sienta el rugido del temor, del desánimo, de la crítica o de la duda, recuérdame esta verdad.

Tú me libras de la boca del león.

Tú me proteges de lo que quiere silenciarme.

Tú me sostienes cuando mis fuerzas se acaban.

Gracias por estar a mi lado, incluso cuando no lo noto.

Gracias por darme fuerza, incluso cuando no la pido.

Gracias por usar mi vida para algo que va más allá de mí.

Hoy.