
LOS OTROS DEL 36. NUÑEZ DE PRADO, DE MELILLA A ZARAGOZA 274x1h
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Biografía del general Miguel Núñez de Prado, visto por última vez en Zaragoza el 19 de julio de 1936. Su trayectoria militar le llevó al generalato aupado por los ascensos por méritos de guerra en Marruecos, donde permaneció varios años, llegándo a mandar el Grupo de Regulares de Melilla. El 17 de julio de 1936 era el director general de la Aeronáutica Militar y desde el Ministerio de la Guerra trató de coordinar los esfuerzos para hacer frente a los sublevados en el Protectorado. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1503352 2ii32
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Muy buenas. Bienvenidos otra vez. Bienvenidos a la serie Los otros del 36.
Hoy vamos a hablar de un militar que desapareció en extrañas circunstancias en julio de ese año de 1936 y que debido a ello prácticamente fue olvidado por la divulgación histórica durante décadas. A pesar de haber sido uno de los más prestigiosos africanistas hablamos de Miguel Núñez de Prado. Procedía de una familia de larga tradición militar afincada en la localidad de Montilla en Córdoba.
Su abuelo el primero que recaló en la localidad cordobesa llegó a ser capitán de infantería y su padre fue general de caballería.
Por tanto Miguel Núñez de Prado y sus bielas nació en Montilla el 30 de marzo de 1882. Al ser hijo de militar vivió en varios sitios durante toda su infancia. Sabemos que su educación secundaria la recibió en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid en el recién inaugurado caserón de San Bernardo. Allí estuvo desde 1893 al 97. Este centro aún existe hoy día. Mantiene su ubicación. Tras ello y ya que su padre estaba destinado a la isla de Puerto Rico. Núñez de Prado viajó hasta allí y se enroló como obrero voluntario del Cuerpo de Ingenieros.
Concretamente el 19 de abril de 1898. Seis días antes de la declaración de guerra de los Estados Unidos a España justo después del hundimiento del Maine. Tan solo tenía 16 años. Aquella experiencia le sirvió para conocer lo que era el trabajo duro llegando incluso a vivir su primera acción de guerra el 12 de mayo de 1898 cuando Puerto Rico fue bombardeado por la Armada Norteamericana. Por aquella acción fue condecorado con una cruz roja al mérito militar y al acabar la guerra regresó a la península con su padre quien probablemente contribuyó a la concesión de esa primera condecoración.
Esto no era algo anormal y de hecho va a ser una de las quejas que muchos oficiales alegarán durante el primer cuarto del siglo 20. Una especie de caciquismo militar. No obstante Núñez de Prado sería valedor posteriormente de muchas otras condecoraciones más que merecidamente ganadas como veremos a lo largo de este episodio. Justo en 1898 ingresó en la Academia de Caballería de donde egresó tres años después con el empleo de segundo teniente del arma.
El ejército español vivía una de sus crisis más profundas. Había un verdadero problema de macrocefalia con un número desorbitado de oficiales. El Ejército de Operaciones de Cuba llegó a tener 200.000 efectivos y la tropa se licenció en gran parte pero el ingente número de oficiales permaneció en filas limitando las expectativas de cualquier joven muchacho que saliera de las academias. En realidad es que más de la mitad de las unidades solo estaban sobre el papel y sus oficiales se tenían que turnar para poder mandar.
Aún así la mayoría de ellos quedaba relegado a escribir informes, memorias, libros tácticos y otras tareas que nada tenían que ver con su verdadera responsabilidad. Su primer destino fue el regimiento de Úsares de Papía en Alcalá de Henares. Sus actividades más significativas en esos años según su hoja de servicios fueron participaciones en concursos hípicos lo que nos da una idea del estado del ejército en ese momento y sobre todo de a lo que se dedicaban en realidad los oficiales.
Posteriormente fue destinado, aún como teniente, a un depósito de sementales, nada emocionante hasta 1908, año en que se casó con Aurora Bermejo. Ese año pasó también destinado al escuadrón real del Cuerpo de Alabarderos pasando a formar parte de la escolta real aunque apenas estaría un año en ese destino porque el inicio de la campaña de Melilla presentó a los jóvenes oficiales la oportunidad de ser destinados a aquella plaza y contribuir a la victoria sobre las cábalas, las tribus rifeñas que se habían levantado.
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