
Descripción de Oshidori (Lafcadio Hearn) 6ll5u
Un cazador se ve obligado a dar muerte a un pato para alimentarse. 3m5f53
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Había un cazador yalconero llamado Sonjo, que vivía en el distrito de Tamuranogo, provincia de Mutsu.
Un día salió de caza y no descubrió presa alguna, pero en el camino de regreso, en un sitio llamado Akanuma, Sonjo vio un par de osidoris, patos de los mandarines, que nadaban juntos en un río que él estaba a punto de cruzar.
No está bien matar osidori, pero Sonjo, acosado por el hambre, decidió dispararles.
Su dardo atravesó al macho, la hembra se deslizó entre los juncos de la orilla opuesta y desapareció.
Sonjo se apoderó del ave muerta, la llevó a casa y la cocinó.
Esa noche tuvo un sueño perturbador, creyó ver una hermosa mujer que entraba en su cuarto, se erguía junto a su almohada y se echaba a llorar.
El llanto era tan amargo que al escucharlo el corazón de Sonjo parecía desgarrarse y dijole a la mujer ¿Por qué? ¿Por qué lo mataste? ¿Qué mal te había hecho? Éramos tan felices en Akanmuna y tú lo mataste.
¿Qué daño te causó? ¿Te das cuenta siquiera de lo que has hecho? ¿Te das cuenta del acto perverso y cruel que has perpetrado? ¿También me diste muerte a mí? Pues no podré vivir sin mi esposo.
Solo vine para decirte esto.
Y una vez más se echó a llorar en voz alta con tal amargura que el sonido de su llanto penetró en los mismos tuétanos del cazador y luego sollozó las palabras de este poema.
No, Uki. ¿Qué quiere decir? Al llegar el crepúsculo lo invité a regresar junto a mí.
Ahora, dormir sola a la sombra de los juncos de Akanuma.
¡Ay! ¡Qué inenfable desdicha! Y luego de proferir estos versos exclamó ¡Ah! ¡No te das cuenta! ¡No puedes darte cuenta de lo que has hecho! Pero mañana, cuando vayas a Akanuma, ya verás. ¡Ya verás! Y con estas palabras, estremecida por el llanto, se alejó.
Al despertar por la mañana, Sonjo recordaba el sueño con tal vividez que sintió una profunda consternación.
Evocó estas palabras.
Pero mañana, cuando vayas a Akanuma, ya verás. ¡Ya verás! Y resolvió ir allí en el acto, para averiguar si su sueño era algo más que un sueño.
Dirigióse, pues, a Akanuma.
Al llegar junto a la margen del río, vio a Osidor y Embra, que nadaba a solas.
En el mismo instante, el ave advirtió la presencia de Sonjo.
Pero en lugar de darse a la fuga, nadó derecho hacia él, clavándole una mirada extraña y tenaz.
Entonces, con el pico, súbitamente, se desgarró el cuerpo y murió ante los ojos del cazador.
Sonjo se rasuró la cabeza y se hizo sacerdote.
Osidori, del afcacio Earn.
Un relato para audiorelatos de terror y variedades.
Comentarios de Oshidori (Lafcadio Hearn) 56461i