
Las Cuatro Esquinas de la Vida, Robert Bloch 4x5a2n
Descripción de Las Cuatro Esquinas de la Vida, Robert Bloch 1o666p
Un señor pasea por una calle de prostitutas y escoge a una. 5h3w3o
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Odiaba lo que estaba haciendo pero no podía remediarlo nadie hubiera podido hacerlo porque todo el mundo lo necesita de manera acuciante buen sexo incluso sexo a lo grande para una necesidad acuciante bien ninguno lo encontraría como de costumbre ya se lo temían pero aún así acudieron allí cruzaron la calle en silencio más como si fuesen a un funeral que una sesión de buen sexo quizá lo hicieran así porque es normal lamentarse por la pérdida del amor algunos nunca lo habían conocido los más jóvenes los tontos los temerosos los poco atractivos las víctimas de su propia y baja estima pero eran precisamente estos los que más lo necesitaban los que más compelidos al sexo se sentían mucho más seguramente que los otros cuando tienes hambre el cuerpo no te pide más manjares deliciosos simplemente quiere comer incluso comida basura los apetitos jóvenes valoran más la cantidad que la calidad y allí tenian cantidad sexo a lo grande también para él a esas alturas de su vida cualquier sexo era bueno incluso a lo grande pues bien allí lo tenían disponible todo dos lo tenían a su disposición cuando eres viejo el problema es precisamente el de la disponibilidad los viejos verdes también tienen hambre el hecho de que hayas perdido los dientes no significa que hayas perdido el apetito y así no puedes agenciar de un plato de gourmet bueno siempre tendrás a mano algún aperitivo la calle es una buena tienda camino fijándose en las caras de las que se celebraban sobre altos tacones por allí había más hombres a lo mismo conductores en sus coches muchos de ellos que habían llegado hasta esa calle conducidos por un impulso incontrolable para divertirse un poco se fijó en los que conducían aquellos coches y en los coches mismos había un audi cosa rara de ver en la ciudad y algún bugatti llamativo con el que merodeaba despacio algún joven y una camioneta ford en la que estaba un hombre atribulado uno con el hogar roto un esposo ni muy mayor ni jove ven ya al que su mujer había escogido el vehículo para que cupiesen varios niños dudo mucho si dirigirse hasta allí aprovechando la escapada de su matrimonio infeliz de aquella hogareña atadura ataduras y esa caravana con sus cortinillas en las ventanillas no era ideal para guardar en su interior cuer las esposas cadenas todo eso que tanto adoran quienes se entregan a los ayuntamientos sadomasoquistas uno nunca puede estar seguro puede pasar cualquier cosa y un camión chevy puede conducirlo hasta un tipo al que le guste ponerse un panty de mujer bajo sus pantalones vaqueros y el dueño de ese mercedes bien por día ser un alto ejecutivo o un abusador de menores o alguien a quien le guste el intercambio de parejas acaso conducir un porsche no te garantiza la potencia y tú por qué estás aquí alfa romeo se encogió de hombros dejando a un lado aquellos pensamientos había llegado el momento de dejar de buscar en la calzada para concentrarse en la acera allí en la acera esperaban las mujeres estaban las mujeres las putas más sórdidas las meretrices algo más apetecibles las putillas bonita aquellas mujeres eran como los coches en cierto modo grandes o pequeñas gordas o con buen tipo carnosas pintarrajeadas viejas sin reparación posible la verdad es que casi ninguna parecía lozana pero cuando estás buscando un coche de segunda mano no te puedes fijar mucho en los detalles lo normal es que te caiga uno que tenga mil años y en un caso así en realidad lo que buscas es un coche de alquiler el diseño y la carrocería no te importan demasiado con tal de que sea más o menos confortable y ruede sin problemas no hay que pensar en los colores por supuesto vio a una un tanto amarilla seguramente japonesa un coche de importación pero había tanto donde escoger blancas negras mulatas los precios no resultaban escandalosos eran realmente una bagatela así que se dejaría guiar por el instante por lo primero que le entrase bien por los ojos al fin y al cabo bien podría aprovechar para darse un capricho y de qué chicas encapricha haría aquella noche tal esa rubia despampanante con una minifalda que enseñaba algo más que sus muslos observó cómo miraba a aquella mujer los coches que se detenían junto a la acera cómo miraba los coches y después a quienes los conducían no una chica como aquella no era su tipo al menos no aquella noche ellos en fin nadie le hubiera podido oír decir eso durante años
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