Neandertal, el primer artista de la humanidad · La cocina en el Neolítico 1q6u65

Dicen que en el arte reside la parte más bella de nuestra humanidad. Parece ser que apareció hace unos 30.000 años. Nació de la mente y de las manos de nuestro antepasado homo sapiens. Este paradigma profundamente arraigado nunca había sido cuestionado hasta este momento. Hasta ahora, nuestros modelos consideraban que sólo el homo sapiens había sido capaz de hacer arte.

Pero un reciente descubrimiento a orillas del Loira, en Turena, tal vez haga tambalear estas convicciones. En el interior de la cueva del Arroz Kotak, un equipo de prehistoriadores lleva a cabo una investigación confidencial. En las paredes han identificado sorprendentes grabados que parecen provenir de la noche de los tiempos.

Suscitó nuestro interés rápidamente porque no se corresponde en absoluto con los refugios o cuevas decoradas que habíamos estudiado hasta ahora. Es un tipo de gracismo que no habíamos identificado nunca. Hay algo que no cuadra con nuestras referencias. ¿De cuándo datan estos dibujos? ¿Quién los realizó? ¿Cabe la posibilidad de que el homo sapiens sea el primer artista de la humanidad? En las orillas del Loira y en otros puntos de Europa, gracias a la tecnología más avanzada, los investigadores contrastan todos los vestigios para tratar de desvelar estos misteriosos grabados que podrían transformar por completo todo lo que creíamos saber sobre los orígenes del arte. ¿Neanderthal, el primer artista de la humanidad? ¿Realmente el germen de esta investigación? Habría que buscarlo hace más de un siglo. Aquella mañana, cuando François Dassault salió a cazar en su parque privado de La Roche-Cotard, nada hacía presagiar al propietario del lugar lo que le aguardaba.

De repente, al llegar al final del parque, su perro se precipitó por un hueco. Al no verlo salir, intentó ensanchar lo que parecía ser la entrada a una madriguera. Fue entonces cuando descubrió una cueva, una cavidad de más de 40 metros de longitud, excavada en La Tova, una roca muy blanda. Estaba compuesta por varias salas, a las que en algunos tramos solo se podía acceder arrastrándose por unos pasillos muy estrechos. En aquel momento no se dio cuenta realmente del alcance de su descubrimiento. Y la cueva cayó en el olvido.

En la década de 1970, un arqueólogo llamado Jean-Claude Marquet supo de su existencia por una antigua publicación. Nunca había sido estudiada. Intrigado, consiguió la autorización para entrar en ella. De repente, un elemento llamó su atención. Las paredes ocultaban unos grabazos sorprendentes. Comprendió entonces que lo más probable es que se tratara de una cueva prehistórica, de un tipo muy diferente a las cuevas conocidas como la de Lascaux.

Pero en aquel momento...