Motociclista anónimo. G 4o16t

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Ahora sí, comencemos.

Motociclista anónimo.

Hay noches en las que el exceso de copas me hacen olvidar que soy casado.

Guión bajo vas a regresar temprano, guión bajo, me pregunta mi esposa.

Se refiere a que hoy viernes por la noche voy a una reunión con mis compañeros de trabajo para celebrar el cumpleaños del jefe.

Guión bajo creo que como a la una guión bajo respondo.

Guión bajo no voy a esperarte despierta, maneja con cuidado, por favor guión bajo me pide.

Mi esposa y yo llevamos casados ocho años y tenemos dos hijas.

Tres o cuatro polvos semanales fortalecen nuestra relación y me dan la seguridad de que ella es la mujer que me llena por completo.

Sin embargo, esta noche la fiesta se ha puesto buena y me estoy despidiendo casi a las dos de la mañana.

Aunque por lo general tengo mucho autocontrol, reconozco que hoy me he pasado de copas.

Y cuando eso pasa, irremediablemente aflora en mí un inmenso y oscuro deseo de buscar un encuentro con un macho, para que me deje al menos darle una buena chupada de verga.

No es frecuente, pero tres o cuatro veces al año, especialmente cuando regreso sólo de alguna reunión nocturna, manejo mi auto por solitarias avenidas buscando transeúntes solos y rezagados que caminan o esperaran taxi.

Recorro por parques donde a altas horas acostumbran permanecer sospechosos varones solitarios.

Eventualmente estos recorridos han terminado en encuentros fugaces que se convierten en intensos, morbosos y profundamente placenteros.

Esta noche, mientras manejo mantengo una erección indomable que me hace acariciarme una y otra vez por encima de la bragueta.

Sin embargo, luego de explorar por varias calles me doy por vencido y un tanto decepcionado decido enfilar hacia mi casa.

Pienso que el aumento de violencia en mi ciudad ha reducido la diversión nocturna y las posibilidades de un ligue casual.

En cierto punto, un semáforo en rojo me obliga a detenerme y de pronto, a mi lado izquierdo, se frena también un motociclista.

Embalentonado por el alcohol, volteo directamente para mirar quién es.

Sin embargo, hay poco que mirar, es una moto tipo deportiva, conducida por un hombre que lleva botas, chamarra, pantalón, guantes y casco de motociclista, mi mente solo ve un tipo alto, delgado, que quizá puede tener entre 30 y 40 años.

Hay un momento en que él voltea a mirarme, pero solo puedo percibir el curvo espejo que protege y cubre su rostro, y en él veo reflejada mi propia imagen distorsionada.

Con cierta insolencia, permanece mirando hacia mí, y por instinto, levanto la lata de cerveza que voy tomando.

Hago un gesto como brindando con él.

Por respuesta, sin dejar de verme, asiente y da un acelerón al motor, que emite un sonido infernal.

Lo interpreto como el bramido de un macho alfa, queriendo demostrar su poderío.

El semáforo vuelve a ponerse en verde, y por inercia, los dos avanzamos, él dando un arranque fuerte, y yo, a velocidad mediana.

La calle sigue solitaria.

El siguiente semáforo está en rojo también, intento acercarme lo más posible al motociclista, y logro colocarme a un metro y medio.

Bajo el vidrio de mi puerta y levantando otra vez la cerveza, le digo.

Guión bajo ando con ganas de chupar, como ves, guión bajo como respuesta, yergue su cuerpo hacia atrás, y mientras con una mano, levanta un poco el visor tipo espejo de su casco, con la otra aprieta ostensiblemente su entrepierna, mientras aclara.

Guión bajo chupar qué, guión bajo.

Bajo el visor, a través del pequeño espacio del casco, alcanzo a percibir parte de un rostro blanco de alguien que pudiera tener veinticinco años o menos, una boca con labios turgentes y una barba negra recortada en tipo candado.

Su voz es masculina, y su tono denota que también ha estado en alguna fiesta.

Al escucharlo siento el espasmo de mi sexo, emitiendo una gruesa gota de espeso précum.

Guión bajo lo que tú quieras guión bajo digo insinuante primero, y luego matizo, guión bajo una cerveza, o cualquier otra cosa guión bajo.

El semáforo vuelve a cambiar a verde, el motociclista deja caer el visor, asiente un par de veces con la cabeza, arranca, y con una seña de su brazo, indica que lo sigua.

Se nota que conoce la ciudad, porque va directo a una zona con grandes bodegas, cuyas calles están pobladas con grandes árboles.

Se detiene en un punto, donde el tupido ramaje oculta la luz de las farolas.

Yo me estaciono detrás de la moto.

El baja y sin quitarse el casco, avanza hacia el lado del copiloto de mi carro.

Le abro la puerta de ese lado, pensando que va a subir, pero permanece fuera y ordena.

Guión bajo bájate cabrón guión bajo con una imperante voz varonil que denota urgencia.

Temblando de miedo y excitación, salgo del auto y lo rodeo para acercarme al motociclista, que sigue sin parar.