Miércoles 14 de mayo – Juan 15, 9-17. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido. 5h1v1r

No sois vosotros los que me veis elegido, soy yo quien os he elegido.

Mirad, es cierto que la libertad del hombre es muy importante. Dios quiso que fuera libre y la libertad es elegir, en el sentido sobre todo de la libertad interior, para posicionarte en la vida ante una verdad o ante una mentira, ante un bien o ante un mal. Y claro, a veces pensamos, no, yo como soy libre, elijo estar con Dios o elijo no estar con Dios. Yo soy el que le he buscado y dices, no, no, mira, Dios que es más libre que tú porque es la pura libertad, porque es el puro amor, te ha elegido a ti y ha deseado estar contigo.

Y efectivamente Dios te busca. Dios sale, te lo cuento, lo meditamos hace unos domingos, ese domingo de la divina misericordia, Dios le encanta estar contigo. Hay algo en ti que a lo mejor tú no lo ves, que él desea muchísimo poderlo compartir y ser en ti y tú en él.

Por lo tanto es un Dios que sale en tu búsqueda y es un Dios que te elige para que estés con él. Ahora, efectivamente luego con tu libertad tú vas a poderle decir sí o no.

Generalmente decimos que sí, pero habrá momentos a lo mejor que dices, no señor, es que ahora me pilla muy cansado, es que me voy de fiesta con mis amigos, no es que estoy muy enferma, es que resulta que tengo mucho que hacer y sin querer a veces a ese Dios que viene en nuestra búsqueda, a ese Dios que nos desea, que cuenta con nosotros para un plan impresionante de la salvación de la humanidad, nosotros sin querer podemos decirle señor, ahora no, no es el momento, mañana, después, tal vez en otra ocasión.

Y claro, ese Dios que nos busca nunca se va a cansar de buscarnos, pero nosotros tal vez si nos podamos cansar de escuchar su voz. Por lo tanto, ser cristiano es ser siempre llamado, es ser siempre deseado por Dios, es ser siempre elegido. Nuestra vocación no es que un día entendimos que Dios nos llamaba para el matrimonio o en mi caso para el saterdocio, la vocación no es una voz que Dios pronuncia una vez y que ya con eso quedó para siempre, no. Nuestra vocación se realiza cada día. Dios nos llama, Dios nos elige cada día para una misión concreta. Primero una única misión y después cada momento, cada jornada, según donde estemos, según nuestras circunstancias vamos respondiendo a la llamada de Jesús.

Pero Jesús insiste a sus apóstoles, no sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo el que os he elegido y os he destilado para que vayáis y que deis fruto y que vuestro fruto permanezca en la historia. ¿Dónde permanece nuestro fruto? En las personas a las que hemos querido, en aquellos a los que hemos entregado nuestro tiempo, nuestras cualidades.

Por tanto, déjate llamar por Dios, déjate elegir por Dios, no tengas miedo a tener una vocación en el momento y en la circunstancia en la que te encuentras ahora. No se trata de que cambies de nada, pero Dios cuenta contigo para un plan y Dios te ha elegido para vivir ese plan. Aunque seas mayor, aunque estés enfermo, aunque no tengas, Dios te elige. Él te busca, te desea y quiere confiar completamente en ti.