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Relatos Sexuales Liberales
Mi primer amor.

Mi primer amor. 574o67

18/4/2025 · 30:12
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Relatos Sexuales Liberales

Descripción de Mi primer amor. 3p1g3i

Mi primer amor. Nunca he conseguido olvidar al primer chico del que me enamoré y con el que descubrí el sexo siemdo una adolescente. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/230584/ 1q4z4v

Lee el podcast de Mi primer amor.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

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Mi primer amor Nunca he conseguido olvidar al primer chico del que me enamoré y con el que descubrí el sexo siendo una adolescente. He de decir que, aunque añoro mi relación con Juan, mi vida no carece de sexo. Soy una mujer sin tabúes que se ha divorciado dos veces y ha mantenido muchas relaciones sin pasar por el juzgado.

Algunas breves y otras largas. Más de dos años, pero nunca volví a conocer el amor como el vivido con Juan. Seguramente se deba a que fue el primero y yo tenía quince años. Éramos compañeros de clase en el instituto y juntos nos adentramos en el descubrimiento del sexo partiendo de la virginidad de ambos.

Durante más de un mes tan solo llegamos a darnos la mano cuando salíamos de clase y nos dirigíamos hacia nuestros respectivos domicilios por caminos poco transitados por miedo a que nos viera algún vecino. Vivíamos a dos calles uno del otro. Una tarde quedamos para dar una vuelta y acabamos sentados en el parque del pueblo. Nos sentamos en un banco y me cogió la mano entrelazando los dedos.

Nos mirábamos de vez en cuando sin decir nada y sin decidirnos a más hasta que yo, en un alarde de valor acerqué mi cara a la suya y le besé en la mejilla. Él me pasó el brazo por encima del hombro y yo apoyé la cabeza sobre su pecho. Permanecimos callados deseando besarnos en los labios sin atrevernos a tomar la iniciativa ninguno de los dos.

De vuelta a casa, al despedirnos hasta el día siguiente, acerqué la mejilla a su cara para besársela. Él giró la cara en el último momento y nuestros labios coincidieron. No fue un beso realmente, tan solo un breve o que hizo que me pusiera nerviosa. Al verme tan cohibida me pidió perdón y mi reacción fue besarle, esta vez sí, en los labios, con premeditación y alevosía.

Le di un abrazo y nos despedimos. Aquella noche ni siquiera cené por los nervios. Ya me imaginaba siendo su novia y pasando los días besándonos abrazados. Tan solo con eso ya me sentiría la mujer más feliz del mundo. Entonces desconocía lo que realmente era disfrutar de una pareja y las cosas que se pueden llegar a hacer cuando te enamoras. Al día siguiente me estaba esperando en la esquina de mi casa para ir al instituto. En cuanto nos alejamos lo suficiente para no coincidir con alguna vecina, me cogió la mano y agarrados me la puso en la espalda y me juntó a su cadera.

Un poco antes de llegar a clase se paró en medio de la calle y me besó abrazándome. Fue uno de los momentos más felices que había vivido hasta entonces. Por primera vez en mi vida sentí un calor por todo el cuerpo que hizo que pensara que me iba a orinar. No tardé mucho tiempo en descubrir que fue excitación sexual. Ni qué decir que pasé la mañana mirando el reloj a la espera de que diera la una para acabar las clases y reunirme con Juan para irnos a casa. A medida que pasaban las horas la ansiedad iba creciendo dentro de mí. Descubrí en más de una ocasión a Juan girando la cabeza hacia atrás durante las clases para mirarme.

Estaba tan nerviosa que salía al servicio en cada descanso entre una clase y otra para orinar. Al salir de clase me esperó y sin siquiera tocarnos nos alejamos del instituto. Dos calles más allá giramos a la derecha y se paró en seco, me abrazó y me besó en los labios. Enseguida sentí su lengua rozándome los labios y de forma instintiva le imité. El primer o de nuestras lenguas es algo que a pesar del tiempo transcurrido jamás he olvidado. Me cogió de la mano y me llevó al parque. Allí buscamos un lugar apartado y acubierto de posibles miradas detrás de un arbusto donde había un banco y volvió a besarme.

Esta vez su lengua no se limitó a un simple o. Sin saber cómo me encontré con su lengua dentro de mi boca y ambos peleando por conseguir el mayor o posible. Eran las dos y media cuando fuimos conscientes de la hora y nos apresuramos para llegar a casa. Después del último beso antes de separarnos sentí los labios escocidos de tanto chupeteo por parte de Juan. Como no podía ser de otra manera al llegar a casa una hora más tarde de lo habitual. Mi madre me preguntó qué me había pasado y enseguida se dio cuenta de que tenía los labios hinchados y rojos. Sin esperar contestación me dijo que me fuera al baño y me llevó a casa.

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