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La ContraHistoria
La medida del tiempo

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9/5/2025 · 01:23:11
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La ContraHistoria

Descripción de La medida del tiempo 5y592e

Pocas cosas hay más resbaladizas que medir el transcurso del tiempo, pero, a pesar de ello, desde la antigüedad los seres humanos lo han intentado. Uno de los primeros instrumentos dedicados a esta tarea fue el reloj de sol, sencillo y económico, que fue perfeccionándose para adaptarse a diferentes latitudes y longitudes. Pero su dependencia del sol lo hacía inútil en días nublados o de noche. Para superar estas limitaciones surgieron otros dispositivos como la clepsidra de agua, los bastoncillos combustibles y el reloj de arena. La clepsidra, basada en la caída constante del agua por gravedad, fue un invento muy ingenioso que evolucionó desde simples vasijas perforadas hasta sistemas que activaban mecanismos para señalar las horas. Estos instrumentos, aunque útiles para medir fracciones de tiempo, requerían mantenimiento constante y tenían serias limitaciones para la medición continua. Durante siglos, los relojes de sol, agua y arena fueron suficientes, pero las dificultades prácticas impulsaron la invención del reloj mecánico en Europa en el siglo XIII. Este avance no se debió únicamente al clima, como se suele argumentar, ya que Europa tiene regiones soleadas y el problema del hielo existía en otras partes del mundo. La clave estuvo en la mentalidad innovadora de la Europa medieval, que veía en las máquinas soluciones a los desafíos ambientales. Tenemos ejemplos como los molinos de agua y viento, o los mecanismos para tocar campanas en iglesias. El reloj mecánico nació con un invento concreto: el mecanismo de escape de varilla con balancín, probablemente en un monasterio. Los primeros relojes, aparecidos hacia 1275, eran grandes estructuras de pesos y engranajes sin esfera que tocaban campanas para marcar las horas. Su difusión coincidió con la expansión urbana, las universidades y las catedrales góticas de los siglos XIII y XIV. Todas las principales ciudades de Europa occidental instalaron relojes públicos, que no solo organizaban la vida urbana, sino que también conferían prestigio. Pero su alto precio y las exigencias de mantenimiento los reservaban para ciudades ricas. Estos primeros relojes eran imprecisos, tenían desviaciones de hasta media hora diaria, y frecuentemente se averiaban. A pesar de esto, los relojeros innovaron añadiendo complicaciones astronómicas y autómatas, como el célebre reloj de Estrasburgo que mostraba movimientos planetarios y figuras animadas. En el siglo XV, la invención del muelle permitió crear relojes portátiles que fueron miniaturizándose aún más hasta convertirse en dispositivos de bolsillo. En los siglos XVI y XVII, la relojería se profesionalizó, con centros de producción en Augsburgo, Nuremberg, Ginebra y Londres. La demanda creciente, impulsada por una clase urbana acomodada, fomentó la innovación y la producción en masa, reduciendo los costes de fabricación y el precio final. En el siglo XVII el péndulo de Huygens y el escape de ancla mejoraron notablemente la precisión. El cronómetro marino de John Harrison resolvió el problema de la longitud en la navegación. El siglo XIX industrializó la relojería, con marcas como Tissot e Ingersoll que empezaron a producir relojes en serie a precios asequibles. En el siglo XX, los relojes de pulsera, los automáticos y los de cuarzo inventados por Seiko se apoderaron del mercado. Hoy, los relojes inteligentes, como el Apple Watch, integran múltiples funciones, pero todos parten de la misma idea: medir el tiempo para hacernos la vida más cómoda. En El ContraSello 0:00 Introducción 03:52 La medida del tiempo 1:13:02 El "drang nach osten" 1:19:52 El periodo Sengoku en Japón Bibliografía: - "Las manos del tiempo" de Rebecca Struthers - https://amzn.to/437E7Em - "La historia y mecánica del tiempo" de Marcelino Rodríguez Martín - https://amzn.to/3YD5a9o - "El estilo del tiempo" de Mara Cappelletti - https://amzn.to/3RWzdVN - "History of Watches" de Paul Kaplan - https://amzn.to/43lXbjC · Canal de Telegram: https://t.me/lacontracronica · “Contra la Revolución sa”… https://amzn.to/4aF0LpZ · “Hispanos. Breve historia de los pueblos de habla hispana”… https://amzn.to/428js1G · “La ContraHistoria de España. Auge, caída y vuelta a empezar de un país en 28 episodios”… https://amzn.to/3kXcZ6i · “Lutero, Calvino y Trento, la Reforma que no fue”… https://amzn.to/3shKOlK · “La ContraHistoria del comunismo”… https://amzn.to/39QP2KE Apoya La Contra en: · Patreon... https://www.patreon.com/diazvillanueva · iVoox... https://ivoox.pelistorrent.net/podcast-contracronica_sq_f1267769_1.html · Paypal... https://www.paypal.me/diazvillanueva Sígueme en: · Web... https://diazvillanueva.com · Twitter... https://twitter.com/diazvillanueva · Facebook... https://www.facebook.com/fernandodiazvillanueva1/ · Instagram... https://www.instagram.com/diazvillanueva · Linkedin… https://www.linkedin.com/in/fernando-d%C3%ADaz-villanueva-7303865/ · Flickr... https://www.flickr.com/photos/147276463@N05/?/ · Pinterest... https://www.pinterest.com/fernandodiazvillanueva Encuentra mis libros en: · Amazon... https://www.amazon.es/Fernando-Diaz-Villanueva/e/B00J2ASBXM #FernandoDiazVillanueva #tiempo #reloj ¿Quieres anunciarte en este podcast? 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Pocas cosas hay más resbaladizas que medir el transcurso del tiempo, pero a pesar de ello, desde la antigüedad los seres humanos lo han intentado. Uno de los primeros instrumentos dedicados a esta tarea fue el reloj de sol, algo sencillo y económico que fue perfeccionándose para adaptarse a las diferentes latitudes y longitudes, pero su dependencia del sol lo hacía inútil en días nublados o por la noche.

Para superar estas limitaciones surgieron otros dispositivos como la clepsidra de agua, los bastoncillos combustibles y el reloj de arena. La clepsidra, basada en la caída constante del agua por gravedad, fue un invento muy ingenioso que evolucionó desde simples vasijas perforadas hasta sistemas que activaban mecanismos para señalar las horas.

Estos instrumentos, aunque útiles para medir fracciones de tiempo, requerían mantenimiento constante y tenían serias limitaciones para la medición continua. Durante siglos, los relojes de sol, agua y arena fueron más que suficientes, pero las dificultades prácticas impulsaron la invención del reloj mecánico en la Europa del siglo XIII. Este avance no se debió únicamente al clima, como se suele argumentar, ya que en Europa hay regiones soleadas y el problema del hielo existía en otras partes del mundo. La clave estuvo en la mentalidad innovadora de la Europa medieval, que veía en las máquinas soluciones a los desafíos ambientales.

Tenemos ejemplos como los molinos de agua y viento o los mecanismos para tocar las campanas en las iglesias. El reloj mecánico nació con un invento concreto, el mecanismo de escape de varilla con balancín, probablemente en un monasterio. Los primeros relojes, aparecidos en torno a 1275, eran grandes estructuras de pesos y engranajes sin esfera que se limitaban a tocar las campanas para marcar las horas. Su difusión coincidió con la expansión urbana, las universidades y las catedrales góticas de los siglos XIII y XIV.

Todas las principales ciudades de Europa Occidental instalaron relojes públicos, que no solo organizaban la vida urbana, sino que también conferían prestigio a las ciudades.

Pero su alto precio y las exigencias de mantenimiento los reservaban para ciudades ricas. Estos primeros relojes eran imprecisos, tenían desviaciones de hasta media hora diaria y frecuentemente se averiaban. A pesar de esto, los relojeros innovaron añadiendo complicaciones astronómicas y autómatas, como el célebre reloj de Estrasburgo, que mostraba movimientos planetarios y figuras animadas.

En el siglo XV, la invención del muelle permitió crear relojes portátiles que fueron miniaturizándose aún más hasta convertirse en dispositivos de bolsillo. En los siglos XVI y XVII, la relojería se profesionalizó, con centros de producción bien establecidos en ciudades como Augsburgo, Nuremberg, Ginebra y Londres. La demanda creciente, impulsada por una clase urbana acomodada, fomentó la innovación y la producción en masa, reduciendo los costes de fabricación y, por lo tanto, el precio final.

En el siglo XVII, el péndulo de Huygens y el escape de Angla mejoraron notablemente la precisión. El cronómetro marino de John Harrison resolvió el problema de la longitud de la navegación. El siglo XIX industrializó la relojería, con marcas como Tissot e Ingersoll que empezaron a producir relojes en serie a precios asequibles. En el siglo XX, los relojes de pulsera, los automáticos y los de cuarzo, inventados por la japonesa Seiko, se apoderaron del mercado.

Hoy los relojes inteligentes, como el Apple Watch, integran múltiples funciones, pero todos parten de la misma idea, medir el tiempo para hacernos la vida más cómoda. Desde la antigüedad más remota, el hombre se ha servido de distintos medios para resolver un problema fundamental. Un problema fundamental que a todos nos aflige, y es cómo medir el tiempo.

Percibimos que pasa el tiempo, pero la verdad es que medirlo, bien, para nosotros ya no es problema, no necesitamos más que levantar la mano y mirar el reloj, o en nuestro caso ya mirar el teléfono móvil, o en mi caso que me paso el día trabajando delante de la pantalla del ordenador, pues mirar el reloj que aparece en la pantalla del ordenador. Todos los sistemas operativos llevan un reloj. Hoy es relativamente fácil saber la hora.

Puedo mirar aquí a mi derecha que tengo un reloj con una pantalla en la que me muestran fotos, en la mesa de sonido de este mismo programa también tengo el reloj, estoy rodeado de horas por todas partes, en el indicador que está detrás a mi derecha también puedo programar que aparezca un reloj. En fin, que lo que me sobran son relojes, y a mí y no solo, a todo el mundo de nuestra época lo que le sobran alrededor suyo son relojes. Pero esto es una excepción histórica, lo habitual.

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