
Lunes 19 de mayo – Juan 14, 21-26. El Paráclito, que enviará el Padre, será quien os lo enseñe todo. f121j
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Meditación del día 19 de mayo de 2025 Palabra de Vida 4d2v6t
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El paráclito que enviará el Padre será quien os lo enseñe todo. Jesús empieza ya a hablar a sus discípulos de la tercera persona que sucede en la Santísima Trinidad. En este caso le llama el paráclito. Paráclito es una palabra griega que significa por un lado abogado defensor, el que nos defiende y también significa aquel que da consuelo, es decir aquel que cuando el dolor te rompe y aquel cuando cuando te sientes incapaz viene en tu ayuda para auxiliarte. Y será dos cosas, dice Jesús, uno que lo enviará el Padre y dos que nos lo enseñará todo.
Porque sólo el Espíritu Santo es capaz de conseguir que Jesús sea verdad en nosotros, que Jesús no se quede en una teoría bonita, que el Evangelio no sea como unos principios de vida, unos valores, ahora se habla mucho de los valores, un colegio con valores, una persona con valores. La palabra valor no aparece en ningún sitio del Evangelio, pero sí que aparece el amor de Dios, sí que aparece el Espíritu Santo, que es el que inspira nuestro modo de ser. Lo que hay que saber que Jesús antes de marcharse dice no os dejaré solos, mi Padre enviará desde su seno, igual que me ha enviado a mí, enviará al paráclito, al abogado defensor, aquel que os lo va a enseñar todo y será como el gran regalo de Dios.
Y solamente en Pentecostés, solamente cuando se regale el Espíritu Santo a toda la iglesia que comenzó reunión en oración con María, la madre de Jesús, los apóstoles esperaban la promesa del Padre con María y cuando reciben el Espíritu Santo, a partir de ese momento, se ven capaces de transmitir la vida de Cristo, de transmitir las enseñanzas de Cristo. Vamos por tanto nosotros también a empezar ya, ahora que hemos pasado por supuesto el ecuador de la Pascua, nos acercamos a esa gran fiesta que es Pentecostés, esa nueva alianza que hace Dios ya en la sangre de Jesús, que ya queda, la antigua alianza queda superada, no anulada, pero sí superada por la nueva alianza de Cristo, vamos también a empezar a desear que el Espíritu Santo venga a nosotros.
La del Espíritu Santo es tan esencial que si no hubiera el Espíritu Santo, pues la Sagrada Escritura serían unas palabras sabias, los sacramentos serían ritos, sí, bonitos, interesantes o aburridos, si el Espíritu Santo no se daría ni la consagración, ni la absolución, ni el don de la Trinidad en la persona que es bautizada, y es la gran promesa. Jesús precisamente sube a la cruz y es resucitado por el Padre para poder entregar el Espíritu Santo. De hecho, el día de la Pascua, el primer día de su resurrección, sopla sobre los apóstoles y les dice recibir el Espíritu Santo.
En ese gesto de soplar que hace referencia al libro del Génesis, cuando Dios del barro de la tierra sopló y convirtió ese trozo de barro en un ser humano, Jesús sopla sobre nosotros el Espíritu Santo. Vamos a pedirle al Señor, envía nuestro Espíritu Santo, que nos lo enseñe todo y que sea esa gran promesa del Padre que se cumpla en cada uno, para que realmente Jesús nunca se quede en una idea, sino que Jesús se convierta en vida.
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