
Descripción de Lo que no tiene nombre - Piedad Bonnett 4r1t2n
En este episodio exploramos “Lo que no tiene nombre”, una obra conmovedora de la escritora colombiana Piedad Bonnett. Este libro nos sumerge en el duelo, el dolor y el amor de una madre que enfrenta la pérdida de su hijo, abordando temas como la salud mental, el estigma y la aceptación. Nos adentramos en las emociones y reflexiones que Bonnett comparte a través de su escritura honesta. ¡Gracias por escucharnos! Música: "Experience" - Ludovico Einaudi "Dawn" - Ryuichi Sakamoto Videos de los fragmentos utilizados en el capítulo: Tantas formas de contar, con Piedad Bonnett, Juan Villoro y José Luis Peixoto https://www.youtube.com/watch?v=qCrKkyvdGBo&t=1892s&ab_channel=InstitutoCervantes Poesía: primeras letras. Ciclo de charlas con María Baranda. Sesión 1 https://www.youtube.com/watch?v=xRPcB9BGfpk&t=2420s&ab_channel=CasaEstudioCien No se olviden de seguirnos en nuestras redes sociales: Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=61553052512813&mibextid=ZbWKwL Instagram: https://www.instagram.com/cafe_medianoche?igsh=MTJpejg0YTA4NjE2 Si gustan invitarnos un café, estamos activos en la plataforma Ko-fi; acá nuestro enlace: https://ko-fi.com/cafedemedianoche 3y6h3r
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Buscamos un sitio vacío donde estacionar y lo encontramos a unos cincuenta metros del viejo edificio de cinco pisos que se levanta digno pero sin gracia casi al final del ochenta y cuatro entre la segunda y la tercera una de esas típicas calles neoyorquinas del operístico tradicionales y casi siempre apacibles a pesar de los muchos negocios que funcionan en los pisos bajos del baúl del carro bajamos dos maletas grandes livianas porque estaban vacías antes de llegar al portón y como impulsados por un mismo pensamiento nos detenemos y miramos hacia arriba como calculando los cuatro pisos que debemos empezar a subir camila abre el portón y aparecen en el hall amplio y sombrío uno de esos espacios donde cualquier mínimo ruido produce eco y las escaleras de granito las mismas que en el pasado agosto nos parecieron eternas cuando ella renata y yo subíamos y bajábamos entusiastas y accesando cargadas con toda clase de enseres ahora en cambio hay algo crispado en nuestro silencio en la manera a la vez pausada e impaciente con que remontamos los escalones contra los que tintineaban metal de las ruedas de las maletas pamela nos abre la puerta y nos saluda con abrazos apretados y esa bella sonrisa suya que ni siquiera puede ser opacada por la tristeza después de un breve intercambio de palabras cruzamos la cocina y la salita y entramos lentamente en la habitación lo primero que registran mis ojos es la enorme ventana abierta y detrás la escalera de incendios que da a la calle examinó todo brevemente de un vistazo la cama tendida con pulcritud el escritorio abarrotado de libros los cuadernos apoderados de la mesa de noche la chaqueta de cuadros colgada con cuidado en la silla durante algunos segundos no decimos nada no hacemos nada a pesar de que un turbión de emociones nos agita dentro entonces camila abre del closet y vemos los zapatos alineados los suéteres y las camisas puestas en orden es la habitación de alguien pulcro riguroso aseado confusos intercambiamos frases cortas que quieren ser eficientes nos dividimos los espacios a fin de poder hacer la tarea que nos ha traído hasta aquí nadie llora si uno de nosotros se rindiera el llanto arrastraría con su dolor a los demás siento por un instante que profanados con nuestra presencia un espacio íntimo ajeno pero también atrozmente que estamos en un escenario me pregunto qué sucedió aquí en los últimos veinte minutos de la vida de daniel acaso sostuvo consigo un último diálogo ansioso desesperado dolorido o tal vez su lucidez fue oscurecida por un ejército de sombras mirando este cuarto austero donde cada cosa cumplía su función tenía un sentido recuerdo los versos de wislawa szymborska que durante años leí con mis alumnos y que parecen haber sido escritos para este momento no parecía que de esta habitación no hubiera salida al menos por la puerta o que no tuviera alguna perspectiva al menos desde la ventana las gafas para ver a lo lejos estaban en el alféizar zumbaba una mosca o sea que aún vivía seguramente creéis que cuando menos la carta algo aclaraba y si yo os dijera que no había ninguna carta tantos de nosotros amigos y todos supimos en un sobre vacío apoyado en un vaso reviso uno a uno los libros y los cuadernos en el fondo de mi corazón suplico porque parezca un diario una nota de carácter personal pero sólo hay trabajos críticos o notas de clase escritas con letra pequeña apretadas minuciosa en su morral encuentro la pequeña tarjeta que le envié hace dos días acompañada de un billete y que dice para que te des un gusto te quiere tu ma camila abre los cajones de la cómoda y saca camisas y medias dentro de un par encuentran un rollito de dólares metido ahí para preservarlos de un posible intruso entonces rafael mi marido nos hace notar lo que acaba de descubrir cuide dudosamente alineado sobre el escritorio están el reloj la billetera el ipod el teléfono móvil los ojos se nos llenan de lágrimas cuando salimos ahora con las maletas cargadas se abre la puerta del apartamento vecino y dos ancianas muy ajadas que evidentemente han estado esperando algún ruido nuestro para salir nos dan un ramito de flores y una tarjeta y nos abrazan conmovidas en este momento aparecen en el descanso de la escalera una pareja con un niño se detienen con timidez somos nosotros parientes del estudiante que se mató ayer también ellos lo sienten mucho la mujer una rubia joven
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