
Descripción de Lo que no se cuenta 4d4jx
Este episodio da voz a una realidad que a menudo se mantiene en silencio: la carga invisible del cuidado. A través de un relato íntimo y reflexivo, se habla sobre la experiencia de cuidar. Se abordan temas como la salud mental, las culpas heredadas, los mandatos de género, y cómo el cuidado no elegido puede llevar a enfermedades. Además, se destaca la urgencia de implementar políticas públicas que reconozcan, redistribuyan y apoyen el cuidado. Este episodio no solo invita a la reflexión, sino que también abraza y da voz a lo que tantas veces se ha mantenido en silencio. Participan : María Yebra Tapias , Mónica Yebra Tapias , Alba Abelenda Plans y María del Mar Plaza Poyatos . f6uc
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Son las seis de la mañana y ya me siento culpable, culpable por no querer levantarme, por estar cansada, por necesitar un respiro. Me enseñaron que cuidar es amar, que primero están los demás, que si me quejo soy desagradecida, que si me canso soy débil, que si me detengo soy egoísta. Hoy quiero que vean eso que nadie ve o nadie quiere ver, de la carga invisible, de la salud mental de quienes siempre cuidan y de lo que cuesta sostener a todos cuando nadie te sostiene.
Querida yo, ¿qué tal te va? Sé que no todo está tan bien, pero quería mostrarte lo lejos que llegaste. ¿Quién cuida a las que cuidan? Bienvenida a lo que no se cuenta. Un espacio para nosotras para hablar de eso que muchas veces sentimos pero no decimos. Un espacio para poner la pausa a la vida de tantas mujeres que cuidan, que sostienen, que se dejan en último lugar o que directamente se olvidan de sí mismas.
Yo creo que la personal es político y el cuidado también. Si las mujeres están sosteniendo el bienestar colectivo, las políticas de salud deben empezar por sostenerlas ellas.
Somos María Herma, Alba, Mónica y María. Yo queríamos invitarte a escuchar algo que duele pero también necesita luz. Ese malestar silencioso que muchas veces se disfraza de cansancio, de mal humor, de insomnio o de enfermedades sin nombre.
No sé exactamente cuándo comenzó. No hubo un día en que alguien me dijera, tú vas a ser la que cuide. Pero lo fui entendiendo, en pequeños gestos, en silencio, en expectativas.
De pequeña me pedían que ayudara a poner la mesa, que cuidara a mi hermano, que no hiciera tantos líos, que fuera comprensiva. A mi hermano le pedían que no llorara, a mí que no gritara. Él podía enfadarse, yo no. Yo tenía que ceder, adaptarme, mantener la calma. Después crecí y sin pensarlo ya sabía que si alguien enfermaba, pues iba a ser yo quien iba a estar ahí, aunque nadie me lo hubiera consultado si yo quería.
Que si un hijo lloraba era mi responsabilidad consolarlo, que si mi madre envejecía sería yo la que lo cuidara. No fue una decisión consciente, fue lo que se esperaba de mí y yo lo hice, porque eso hacen las mujeres buenas. Cuidan, se sienten culpables si quieren algo solo para ellas y nadie lo cuestiona. Te dicen que es natural, que no sale del corazón.
Y sí, amar es hermoso, pero amar no debería doler, no debería dejarte sin tiempo, sin energía, sin identidad. Porque cuidar no tendría que ser sinónimo de desaparecer.
Y yo me pregunto, ¿y si lo que llamamos amor es muchas veces mandato? ¿Y si empezamos a elegir cómo queremos cuidar, cuándo y a quién, sin que el deber pese más que el deseo? El otro día leí que una mujer dedica en promedio tres veces más tiempo al cuidado que un hombre. Y no es solo tiempo, es energía mental, es carga emocional, es una presión constante. Y este rol no lo elegimos, esto se hereda, se espera de nosotras, se impone, como si fuera a cuidar algo natural para nosotras, como si no tuviera consecuencias, pero sí las tiene, y muchas.
Y esas consecuencias se quedan en silencio. Podemos asumir que el cuidado informal se resuelve fundamentalmente a costa del trabajo y el tiempo de las mujeres. Dicho de otra forma, el cuidado informal se escribe en femenino. Lo peor de todo es, ¿cómo explico ese cansancio que no se pasa ni con ocho horas de sueño? Ese agotamiento que no está solo en el cuerpo, sino en la mente y en el alma. El cansancio de estar siempre disponible, de pensar por todo, de sostener todo para que nada se derrumbe.
Esas preguntas que te despiertan en mitad de la noche, esa angustia muda que te aprieta el pecho mientras el resto duerme, mientras el mundo calla, tú sigues alerta por si pasa algo. La carga mental no se ve, pero está. Es ese piloto automático encendido todo el tiempo. Es planificar, prever, prevenir. Es no poder soltar, porque crees que si lo haces todo se derrumba. Hay días en los que me despierto cansada, aunque haya dormido, y no es solo el cuerpo, es algo más profundo. Es como si llevara una mochila puesta todo el tiempo, pero no se ve, nadie la nota.
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