
Kafka, escritor total (I): los inicios 1w4p29
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Fundación Juan March En la primera conferencia del ciclo Franz Kafka: un escritor total, el traductor, crítico, ensayista y doctor en Filosofía, Luis Fernando Moreno Claros, aborda la infancia y juventud de Franz Kafka (1883-1924) hasta el año 1912, destacando la conflictiva relación con el padre, la amistad con Max Brod, los primeros trabajos de oficina y el romance con Felice Bauer, su prometida, a quien escribió más de 500 cartas entre 1912 y 1913. De este periodo se detallan las influencias y el ambiente cultural de Praga, determinantes para que Kafka decidiera dedicarse a la escritura. #kafka #literatura #fundacionmarch #lamarch Más sobre literatura: • Literatura https://www.march.es/es/madrid/confer... Fundación Juan March, Madrid 2oa1o
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Podría haber titulado estas conferencias Kafka y la libertad, porque precisamente libertad es lo que siempre anheló Kafka y sólo pudo obtenerla parcialmente durante unos meses, cuando estaba ya muy enfermo y poco antes de morir. Kafka pasa por ser un escritor pesimista, neurótico, autor de obras entre trágicas y absurdas, en todo caso difíciles de entender en una primera lectura, o también un escritor con el que a veces uno puede reírse a carcajadas. En cualquier caso encontrarse con la obra de Kafka provoca siempre una reacción, así lo demuestran la cantidad de interpretaciones que existen de relatos como la transformación en la colonia penitenciaria, un informe para una academia o de las novelas el proceso y el castillo.
Estos títulos son clásicos modernos y cumbres innegables de la cultura universal, se leen como parábolas que reflejan la trágica condición del ser humano y su esencial desamparo, o como las lacónicas pesadillas, en palabras de Jorge Luis Borges, soñadas por la mente de un visionario del que se dice que vio antes que nadie el horror de los totalitarismos y los muchos tipos de esclavitud del hombre moderno.
Pero detrás de estas creaciones literarias tan apabullantes hubo un hombre de carne y hueso que desde muy joven se sintió atrapado con cadenas invisibles dificilísimas de romper en un mundo que le resultaba estrecho, constituido por su familia, por el trabajo de oficina con el que se ganaba el sustento o por la ciudad de Praga de la que anhelaba escapar, y se sintió atrapado también en unos amores en los que él mismo corrió a entredarse llevado por su desbordante imaginación, la cual empleaba tanto para ilusionarse como para torturarse.
Oprimido por esta maraña de realidades, sensaciones y sentimientos, pronto supo que escribir, dedicarse a la creación literaria, lo liberaba de todas las tenazas e hizo de la escritura la única razón de su existencia. Escribir fue la manera de ayudarse a sí mismo a vivir, era la forma de soltar el talento callado que llevaba dentro y su anhelo de libertad. Lo que no era escritura, lo que no encajaba con esa pasión, con ese ejercicio de concentración extrema y vuelo de la imaginación, le parecía superfluo o terrible.
Decía Max Roth, el gran amigo de Kafka, que Kafka solía citar con iración la primera frase de un relato de Thomas Mann que le gustaba mucho, titulado Un instante de felicidad. Esa primera frase dice así, silencio, vamos a mirar en el interior de un alma. Esto vale para lo que haremos hoy y el próximo jueves con Kafka, un hombre cuya alma estaba entera al igual que en cada gesto que hacía, en cada frase que escribió.
Franz Kafka nació el 3 de julio de 1883 en la Betusta, Praga, capital en aquel entonces del reino de Bohemia, en el seno del vasto imperio austrohúngaro. A la cabeza del imperio reinaba el emperador Francisco José I. Los padres del niño, el comerciante Germán Kafka y su esposa Julie Levy, eligieron el nombre de su primogénito como homenaje al monarca. Los esposos provenían de familias judías de los alrededores de Praga. En esta ciudad y en Bohemia en general convivían en aquella época judíos, checos y alemanes y se hablaban las lenguas alemana y checa, siendo la alemana la lengua oficial del imperio.
También se hablaba el yiddis, algunos judíos lo hablaban. La casa en la que nació Kafka estaba situada al borde del viejo gueto judío, en las inmediaciones del centro histórico de la ciudad y cerca del negocio familiar. El negocio familiar era una tienda de artículos de mercería y complementos de moda que el padre de Kafka abrió nada más casarse, gracias a sus ahorros y la dote de su esposa.
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