In ictu oculi - Programa 34 4h6j4s

El pasado 8 de mayo se produjo la elección del nuevo papa de la iglesia católica, el número 267 concretamente, y vimos como el cardenal Prebost salía al balcón principal de la Basílica de San Pedro, ya como el nuevo León XIV, y cientos de miles de personas pudieron seguir, pudimos seguir, la elección de este nuevo pontífice a través de nuestras pantallas del ordenador, de nuestras pantallas de móviles, pantallas habilitadas al efecto en muchos lugares, en directo, entre ellos, por ejemplo, los de su diócesis de Chiclayo, en Perú, que pudieron escuchar precisamente en directo esas palabras que les dirigía su antiguo arzobispo. Os estoy despistando un poquito porque realmente no vamos a hablar de papas, no vamos a hablar del papado, bueno, un poquito sí, pero algo de lo que está relacionado.

El caso es que Internet ha revolucionado, sin duda, la manera de comunicarnos y de conocer a segundos qué está pasando en cada rincón del mundo desde la otra punta. Hace siglos, la inmensa mayoría de los católicos no llegaban a conocer el rostro del papa como lo hemos conocido inmediatamente después de su nombramiento, ¿no? A menos que fueran de peregrinación a Roma.

Y con suerte, pues de peregrinaciones, precisamente, es el tema del que vamos a hablar hoy. 2025 es un año jubilar dedicado a la esperanza, y si viajas a Roma este año y cumples una serie de requisitos, pues puedes conseguir las indulgencias plenarias. Pero tenemos que remontarnos a la Alta Edad Media, cuando cae el Imperio Romano, para ver el momento en el que el cristianismo triunfa en todo el solar de Europa, y tiene, a partir de ese momento, origen la peregrinación a la Ciudad Eterna.

Los apóstoles habían llevado