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Relatos Sexuales Liberales
La hija perfecta p2.

La hija perfecta p2. 5v1x2v

24/2/2025 · 44:50
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Relatos Sexuales Liberales

Descripción de La hija perfecta p2. 40d5f

la hija perfecta parte 2. Desde que fue adoptado, León ha tenido que renunciar a quien era para ajustarse a las demandas de Helena, una mujer elegante y controladora. Atrapado entre su necesidad de aceptación y el deseo de liberarse de ese control asfixiante, comienza a cuestionar los límites de su sumisión si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex 16w28

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Ahora así comencemos.

La hija perfecta.

Parte 2.

Desde que fue adoptado, León ha tenido que renunciar a quien era para ajustarse a las demandas de Elena, una mujer elegante y controladora.

Atrapado entre su necesidad de aceptación y el deseo de liberarse de ese control asfixiante, comienza a cuestionar los límites de su sumisión.

El otoño había llegado, y con él, una ligera frialdad que envolvía el aire de la mañana.

Las hojas comenzaban a teñirse de tonos dorados y marrones, acumulándose en los bordes de los caminos y llenando de color los alrededores de la casa.

León observaba desde su ventana, envuelto en una mezcla de ansiedad y nerviosismo.

Ese día no sólo marcaría el inicio de sus clases, sino también su primer o real con un mundo fuera de los muros en los que había vivido desde su llegada.

Elena había preparado todo meticulosamente.

En su armario, esperaba el uniforme, una prenda que trascendía cualquier estándar escolar, diseñada para transmitir elegancia y exclusividad.

La falda, en un gris oscuro de lana fina, era algo más corta de lo habitual, cayendo a la mitad del muslo con un corte preciso que marcaba sutilmente su figura sin perder sofisticación.

Los pliegues estaban cuidadosamente diseñados para moverse de forma fluida al caminar, con una estructura perfecta que daba un aire de elegancia casual.

La chaqueta a juego tenía un corte entallado, que delineaba sus hombros y acentuaba su postura erguida, cerrándose con botones de nácar con el escudo de la institución grabado en ellos, un detalle que apenas se notaba, pero añadía distinción.

Bajo la chaqueta, la blusa de seda blanca era suave y brillante, con un cuello alto y rígido que daba un toque de formalidad.

Para completar el conjunto, unas cuantas medias de neylon negro cubrían sus piernas con una transparencia que contrastaba sutilmente con el tono de la falda y el brillo discreto de los zapatos negros de cuero pulido.

Los zapatos, de corte clásico y tacón bajo, tenían puntas ligeramente redondeadas y costuras finas que delineaban su forma impecable.

El cuero brillaba bajo la luz, reflejando la perfección de su pulido, mientras sus suaves tiras se ajustaban firmemente al empeine, dándoles un aire de elegancia sobria y refinada.

Las pantalla y medias se ceñían suavemente a su piel, moldeándose alrededor de sus muslos redondeados y femeninos, añadiendo un toque de sofisticación que hacía que el uniforme pareciera más un atuendo de alta costura que ropa escolar.

Cada detalle, cada textura, reflejaba el control y la precisión de Elena, y León sabía que su presentación debía ser impecable. Cualquier error en su apariencia sería una decepción imperdonable.

Abrió el cajón donde Marta había dispuesto cuidadosamente su ropa interior, cada pieza seleccionada para reflejar el ideal de hija perfecta.

Se detuvo un momento, eligiendo entre los delicados encajes y sedas en tonos neutros y suaves, tan distintos de las prendas sencillas que solía usar antes de llegar a esta vida.

Eligió un conjunto en un tono crema, con detalles sutiles en el borde que resaltaban la delicadeza de la tela.

Mientras se deslizaba la prenda, notó cómo el encaje se ajustaba a su piel, que ahora era más suave y blanda al tacto, casi irreconocible.

Las hormonas habían trabajado de forma lenta pero constante, borrando los contornos firmes que alguna vez definieron su cuerpo.

Con un movimiento cauteloso, sus dedos recorrieron su abdomen y descendieron a su entrepierna, explorando con la misma curiosidad con la que se buscaba en el espejo, cada día menos seguro de lo que encontraba.

Las formas que antes le eran familiares parecían haberse desvanecido, reemplazadas por una delicadeza sutil.

Sus genitales, alguna vez marcados y definidos, habían cambiado bajo el efecto de las hormonas, y el peso de estos cambios era innegable.

Tocó la zona con un roce suave, sintiendo cómo su cuerpo respondía de manera distinta.

La tela ligera se ceñía a él de una forma que, antes, le habría resultado extraña.

Ahora, sin embargo, la incomodidad física era reemplazada por una sensación de aceptación resignada.

Había aprendido a normalizar aquel cuerpo transformado, a verlo como parte de la imagen que Elena había diseñado.

Mientras terminaba de ajustarse la ropa interior, sus manos se despegaban.

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