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Cara a cara, con Álvaro Bernad
"Hacemos las cosas para publicarlas en redes sociales" - Con Jorge Freire

"Hacemos las cosas para publicarlas en redes sociales" - Con Jorge Freire 635n1r

4/5/2025 · 58:45
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Cara a cara, con Álvaro Bernad

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👉Apóyanos haciéndote socio de nuestro club aquí: https://vionemedia.com/haztesocio 📢 Suscríbete a nuestro nuevo canal: https://www.youtube.com/@ViOnePlus Álvaro Bernad entrevista a Jorge Freire, filósofo y autor de Hazte quien eres, para reflexionar sobre cómo las redes sociales han transformado nuestra forma de estar en el mundo. Una conversación sobre la cultura de la inmediatez, la obsesión por la apariencia, el miedo al silencio y la necesidad de convertir cada experiencia en contenido. Freire analiza cómo esta lógica de lo efímero empobrece el pensamiento, infantiliza el debate público y debilita los vínculos reales. Una charla serena pero afilada sobre presencia, intimidad, autenticidad y el valor de la conversación profunda en tiempos de exhibicionismo digital. 5i24n

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Jorge Freire es filósofo y autor de muchos y muy buenos ensayos, como por ejemplo Agitación, la banalidad del bien, Hazte quien eres, o el último ensayo, Los extrañados, y hoy tendremos el inmensísimo placer de poder charlar con él. Jorge, muchísimas gracias por haber aceptado esta invitación. No, no, al revés, muchas gracias a ti por invitarme, es un honor y es un placer estar aquí. El honor es nuestro. Estaba pensando sobre cómo enfocar esta entrevista, sé que no es tu último libro, tu último libro es el de Los extrañados, aunque ya me has adelantado a mí en privado, que vendrá otro dentro de muy poco, pero me sentía particularmente interpelado por uno de tus libros, que era el de Agitación, y comentábamos fuera de cámaras que yo creo que es algo que en cierta forma nos interpela a todos, porque vivimos en un mundo absolutamente caótico, inmersos en un frenesí, en fin, inagotable, y querría hablar contigo en relación con esto, y empezando por el principio, me gustaría preguntarte, por poner un poco las bases, qué es la agitación, cómo definirías la agitación.

Pues mira, la agitación es de alguna forma esa manía que compartimos todos, el primer título que barajé precisamente para ese libro, Agitación sobre el mal de la impaciencia, era La incesante manía, pero éste aquí que el editor me dijo que eso no tenía mucha pegada comercial y que convenía cambiarlo. La agitación es un mal del que participamos todos, yo el primero, y de hecho también te diría que es un libro bastante crítico, bastante acervo, pero los dardos los lanzo contra una diana que soy yo. Hay una máxima de Kessler, de Artur Kessler, que es uno de mis maestros, que yo sigo a rajatabla y es que no se puede escribir sin piedad.

Yo a Kessler lo venero, es un autor con sus luces y sus sombras, al que dediqué una biografía del que he leído todo, y además con fruición y con unción, que son cosas que en ocasiones van unidas, y yo creo que es importante, y además se nota mucho cuando un escritor pierde la piedad, porque una crítica descarnada y una crítica destructiva la puede hacer cualquiera, y eso evidentemente está a la vista de todos, pero hacer una cosa más propositiva es más complicado. Bueno, pues al final no se puede escribir sin piedad, yo escribí contra el homo agitatus, que en el fondo soy yo, porque yo soy la primera persona que se encomienda esta tarea odiosa de rendir siempre y no rendirse nunca, yo estoy siempre consagrado a la obligación de hacer cosas que muchas veces no son significativas, y bueno, solo hay que verme para saber que soy alguien que no para quieto, que no se está moviendo siempre, que además soy muy nervioso, que no me callo ni bajo el agua, soy yo, soy el homo agitatus.

Como aquella anécdota apócrifa de Flaubert, porque parece que Flaubert nunca dijo aquello de Madame Bovary, c'est moi. Bueno, pues el homo agitatus soy yo. Hay una estrategia que yo sigo para hincar la pluma y para tener un estímulo a la hora de escribir los libros, y es escribir contra alguien. Esta idea de que pensar es pensar contra alguien me gusta mucho. Y en los manuscritos medievales había una figura que era la del necio, que viene de Nesquio, que es el carente de ciencia. Es un buen acicate, es un buen altabonazo cuando hincas la pluma pensar contra quien escribes. Entonces yo Agitación lo escribí contra el homo agitatus, aun a despecho de que yo soy el homo agitatus, hazte quien eres, lo escribí contra una figura que es el anónfalo, que es el que se tapa el ombligo, es el individualista, el que se persuade que es el único artífice de su aventura, que es el hijo de sí mismo, que es el hombre hecho a sí mismo, etcétera. Y luego, con la banalidad del bien, yo no participo tanto de ese exhibicionismo moral que critico, pero en cierta ocasión también caigo en él.

Con lo cual, de alguna forma, cuando uno escribe acerca de cuestiones que parece que le pillan muy lejos, en realidad está escribiendo sobre sí mismo. Yo creo que la literatura siempre es una tentativa de indagación y de autoconocimiento, ya sea literatura filosófica o sea literatura pura y dura, aunque sea narrativa. Yo creo que al final uno siempre trata de esclarecer el mundo que le rodea y, en último término, su propio mundo.

Has reconocido que tú eres alguien que participa de esta agitación. Yo también te lo reconozco, yo soy alguien. Precisamente por eso quería hablar de esto hoy contigo. Creo que estoy sobre estimulado de información particularmente. Más allá de tu caso particular, más allá de mi caso particular, ¿crees que es algo generalizado en la sociedad actual? ¿Crees que el hombre moderno vive agitado? Sí, yo creo que vivimos todos agitados, vivimos sin duda hiper estimulados. En ocasiones vivimos uncidos a un yugo que nosotros nos hemos colocado voluntariamente.

Mira, sin ir más lejos, ahora se habla mucho de nuestra falta de atención, de que estamos muy distraídos, de que permanecemos en la inatención y que incluso nuestra capacidad de concentración se ha reducido a niveles históricos. Bueno, sin duda es así. Yo suelo hacer esta broma, pero no es una broma, es una cosa escrupulosamente cierta, que me dicen mis amigos que las series de 20 minutos se les hacen largas y que tienen que verlas a 2x.

Bueno, si somos incapaces de mantener la concentración durante más de 10 o 15 minutos viendo una serie de Netflix que prácticamente se ve sola, que no te exige la más mínima atención, tú imagínate cómo nos vamos a leer el Quijote. Entonces esto tiene mucho que ver, entre otras cosas, porque nos hemos creído que no es algo generalizado.

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