Episodio 5: Aleida March. La Combatiente. 735j30

La historia de las mujeres reveló la complejidad de las relaciones sociales tejidas entre los sexos, las modificaciones del estatus femenino y también el papel de las mujeres como agente de cambio social.

Papeles, cartas personales, colecciones de fotografías, diarios íntimos, memorias, libretas domésticas son algunas de las fuentes que revelan diferentes vertientes de la experiencia histórica femenina, ya sea de manera abierta, intencional o también en forma fragmentada o velada.

Un intento de mirar la historia a contrapelo y recuperar la vida de aquellas mujeres cercanas al universo político y afectivo de Ernesto Che Guevara.

A pesar de las décadas de desarrollo que ya tiene la historia de las mujeres, numerosas fuentes esperan ser descubiertas, interrogadas y también interpretadas.

Una apuesta a recorrer, a través de huellas e indicios, una constelación vital de trayectorias, afectos, luchas y olvidos.

Soy Laura Pascuali, docente e investigadora de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y docente del Instituto Olga Positini.

Hoy te presentamos a Leyda March, la combatiente.

Leyda nació en Cuba el 19 de octubre de 1936 y creció en Los Azules, en la provincia de Las Villas.

Su padre, Juan March, fue un campesino de ascendencia catalana y eudoxia de la Torre, su madre.

También fue una campesina a la que Leyda describió como una persona con un férreo carácter, decidida y persistente.

Sobre su infancia, Leyda rememora.

En el campo, cuando era niña, se fueron formando mi personalidad y carácter, con rasgos que persisten y que me han marcado de por vida, con una fuerte herencia paterna en mi conducta, tímida, callada, poco expresiva, y también inquieta y soñadora, lo que me acerca a mi madre, a la que con el tiempo aprendí a irar cada vez más, por su fortaleza y espíritu emprendedor.

El cultivo de la caña de azúcar, principal rubro productivo de la isla, utilizaba, fundamentalmente, mano de obra rural.

Soy Mariana Ponicio, profesora de Historia, graduada en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, docente de las carreras de Historia de esa facultad, en la Cátedra Historia de América Contemporánea.

También soy doctora en Historia, gracias a una beca doctoral del CONICET.

Actualmente me desempeño en ese organismo como becaria postdoctoral y mis temas de investigación se centran en problemáticas de la historia reciente argentina.

Según las fuentes citadas por Jacques Chonchol en su libro sobre procesos de reforma agraria en América Latina, el censo azucarero del año 1958 indicó que aproximadamente 470.000 trabajadores rurales estaban vinculados a la economía del azúcar, pero sólo la cuarta parte de ellos tenía trabajo regular durante todo el año.

Las tres cuartas partes restantes sólo estaban ocupadas durante la época de la zafra, que duraba alrededor de tres meses y se extendía generalmente desde fines de diciembre a principios de abril.

Durante el resto del año esas personas no tenían trabajo estable y quedaban en situación de desempleo o subempleo.

Algunas personas realizaban otras actividades como la cosecha del café o encontraban labores en las fincas ganaderas, pero básicamente el trabajador rural cubano se movía por la isla en búsqueda de trabajo y era un trabajador cuya preocupación no estaba centrada en la posibilidad de acceder a un pedacito de tierra, sino que sus demandas estaban mucho más vinculadas al cobro de un salario a cambio de sus tareas que le permitiese la subsistencia.

Para seguir con sus estudios en el año 1945, Aleida se mudó a Santa Clara, a la casa de su hermana mayor, en donde debía contribuir con la limpieza y la crianza de sus sobrinos.

Cursó el primario superior y al egresar tuvo intención de hacer la carrera de Medicina, pero por las dificultades económicas comenzó Magisterio, una carrera más corta y que le aseguraba un rápido ingreso al mundo laboral.

Finalizó su cursado en 1953 y ese mismo año se matriculó en Pedagogía en la Universidad Central de la Ciudad.