Episodio 1: El grito del hombre siendo devorado por un caimán (el grito Wilhelm) 4x5754

RECURSOS DE CINE Episodio 1 El grito del hombre siendo devorado por un caimán.

El grito Wilhelm.

Imagina que eres un grito escondido en la oscuridad de una garganta.

Eres un grito desgarrador, sobrecogedor, insólito, aprisionado en las cuerdas vocales de tu captor, esperando el momento de liberarte, emerger de sus fauces y mostrar tu gran rugido al mundo.

Imagina que están haciendo una película llamada TAMBORES LEJANOS, con Gary Cooper como estrella principal, y que en esa película hay una escena, y en esa escena hay un río, y en ese río hay un hombre cruzando, y en ese río también hay un caimán, y ese caimán tiene ganas de merendar.

Y ese hombre es arrastrado a las aguas de ese río por ese caimán, y ese hombre está siendo devorado, y grita.

Pero esa escena ocurre lejos del micrófono, por lo que ese grito no ha podido ser grabado.

Imagina entonces que tu dueño es requerido en un estudio de sonido para grabar voces adicionales, entre ellas ese grito de ese hombre siendo devorado por un caimán.

Tu dueño se aclara la voz, aunque seguramente tenga la garganta reseca por el esfuerzo, y eso te facilitará la escalada por su laringe.

Ves como entra la luz a través del esófago, y te preparas para liberarte de tus cadenas.

Cuando notas el impulso del aire desde los pulmones, te sueltas y vuelas ferozmente hacia la libertad.

Y es entonces cuando este grito queda grabado para la posteridad.

No, no, no es este.

Tampoco este.

No, no, no, tampoco.

No, pero hubiera sido épico.

Todos estos gritos son maravillosos, pero tú, como grito, eres especial.

Eres el rey de los gritos.

Y eres así.

Ya estás inmortalizado, grabado, guardado, editado, y por fin, el 29 de diciembre de 1951, haces tu debut en el estreno de la película, mostrando tu exultante y salvaje poderío y dejando a un caimán con una sordera permanente.

Y en ese momento, donde debías triunfar, el público mostró indiferencia.

Todas las alabanzas para Gary y sus compañeros.

Imagina ahora que te guardan en un archivo de la productora Warner Bros. bajo la etiqueta hombre siendo devorado por caimán, y te mantienen como un recurso secundario, en la sombra, lejos de la tibia luz de los focos, y te sientes miserable.

Pero en 1953, dos años después de tu fracaso, te sacan del archivo.

Te quieren usar en otra película, un western llamado La carga de los jinetes indios.

Suena bien.

Y encima la van a estrenar en 3D, que es algo novedoso.

Sientes esa pequeña punzada de esperanza en tu corazoncito sonoro, y te imaginas saliendo de la garganta del villano en una muerte horrible y épica, y crees por un momento que tu carrera puede relanzarse.

Pero no es un papel importante el que te acaba tocando.

Y haces tu aparición en una ridícula escena en la que hay un soldado a caballo, y el soldado se llama Wilhelm, y el caballo no sabemos cómo se llama, y aparece un indio, y el indio dispara una flecha, y la flecha alcanza el muslo del soldado, y el soldado agarra su pierna y desencaja la boca en una mueca ridícula, y de esa miserable mueca sale tu grito.

Desolado, vuelves al confort de la oscuridad de tu archivo, y tu máxima aspiración es dormir y olvidar que una vez quisiste ser una estrella.

Pero tu letargo dura poco, y te van metiendo en otras películas durante los siguientes 25 años.

Te sientes usado, sucio, despreciable, como un programador de una consultora informática.

Imagina ahora que es el año 1977, y sacan tu rollo del archivo otra vez, y te dejas llevar sin esperar nada, sin saber que tu suerte está a punto de cambiar, como en un anuncio de la lotería de navidad.

Y no me refiero a ese anuncio de lotería de Montserrat Caballé y Rafael Tán España.