
Ep 102. Encontré mi lugar y lo ocupé | Mi historia de emprendimiento (Parte 2) 6x3b5n
Descripción de Ep 102. Encontré mi lugar y lo ocupé | Mi historia de emprendimiento (Parte 2) 6s3x3y
En esta segunda parte de mi historia de emprendimiento te explico cómo convertí mi potencial innato en un emprendimiento consciente y sostenible. Además comparto reflexiones y consejos que tal vez te ayuden en tu camino. . Link al Club de Krezcamos: https://krezcamos.systeme.io/elclub-sergio . Mi nombre es Sergio del Prado y soy experto en desarrollo personal y profesional. Ayudo a profesionales a crecer personal y espiritualmente, a que tengan éxito en sus emprendimientos y a que aprendan a disfrutar de sus proyectos y de sus vidas. Si quieres saber más de mí y cómo puedo ayudarte, visita https://beacons.ai/sdelprado También puedes seguirme en mi Instagram @sdelprado https://www.instagram.com/sdelprado/ 46221
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¡Hola! Esto es El Juego de Emprender, el podcast sobre emprendimiento para no emprendedores.
Mi nombre es Sergio del Prado y yo no nací emprendedor, sino que la vida me llevó a emprender. En este espacio compartiremos recursos e inspiración para que tú también te animes a hacerlo.
¿Jugamos? En este episodio voy a seguir compartiendo mi historia de emprendimiento que empecé en el episodio anterior, el 101, donde te hablé de mi travesía por el desierto, esos más de 20 años en el mundo del marketing y la comunicación, en multinacionales, agencias de publicidad, en ONGs, desarrollando una carrera profesional que supuestamente era exitosa, pero que yo nunca sentí como tal. Si no lo has escuchado, yo te invito a que lo hagas porque en este episodio continúo justo donde lo dejé, y lo voy a hacer de la misma manera que hice el episodio anterior, que es combinando mi historia con reflexiones y consejos que tal vez te ayuden en tu camino.
En el episodio anterior te explicaba cómo busqué, cómo me probé, cómo experimenté, cómo descarte un montón de cosas, hasta que en pleno confinamiento decidí hacer un curso de coaching sin mayores pretensiones que seguir aprendiendo, igual que en su momento me formé en yoga, en meditación o en mindfulness. Pero esta vez fue completamente diferente.
Fue una especie de amor a primera vista, como la primera vez que nos enamoramos de verdad.
Cuando somos jóvenes, pues podemos salir con alguien que nos gusta, podemos leer sobre amor, vemos películas, nos podemos hacer como una idea de lo que es el amor. Pero si tenemos que preguntarnos si estamos enamorados o no de alguien, probablemente es que no los temos. Cuando es amor de verdad, lo sabemos. Nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra química nos gritan, ¡amor! No sé si recuerdas la primera vez que te enamoraste así de verdad, no sé si conectas con esto que te cuento, de decir, ah, vale, que es que el amor iba de esto.
Pues eso fue lo que me pasó a mí con el coaching, de decir, ah, vale, que conectar con nuestro talento iba de esto, que descubrir nuestro potencial era esto. Y es que desde la primera clase, desde el primer Zoom, fue una sensación similar a amor a primera vista. Intuía que era por ahí. Obviamente era muy pronto porque acababa de empezar, pero algo me decía que era por ahí.
Después de tantos no es por ahí, no es ONG, no es multinacional, no es agencia, no es publicidad, no es marketing, no es yoga, no es mindfulness, por fin llegó él, pues tal vez es por aquí. Y ojo, que esto no significa que me quité la gabardina y me convertí en el súper coach ayudando a unos y otros con sesiones de coaching increíbles desde el principio. No, no, para nada fue así.
Yo intuía que podía tener cierto talento, pero no estaba desarrollado ese talento, no tenía la habilidad de acompañar todavía, y de hecho al principio me costó muchísimo acompañar desde el coaching, porque en mi carrera profesional estaba acostumbrado a liderar proyectos y equipos, decidía, opinaba, marcaba el rumbo, dirigía, y de pronto me encontré con una disciplina no directiva, una disciplina en la que no podía opinar, ni recomendar, ni decir lo que tenía que hacer cada uno, tenía que soltar el control del proceso, de la sesión, de la conversación, cuando una de mis mayores habilidades había sido todo lo contrario, el control, el control y la dirección de proyectos, de timings, de equipos, de presupuestos...
Total, que mis primeras experiencias con el coaching fueron bastante reguleras. Recuerdo algún momento en clase cuando nos tocaba practicar que yo me bloqueaba totalmente, no sabía qué hacer ni qué decir, tenía que pedir a los profes que intervinieran porque yo no sabía cómo avanzar. Y esto que te cuento no es falsa modestia, es simplemente la verdad, yo no sabía todavía, yo no era competente todavía, pero confiaba.
Fíjate qué curioso, que en el marketing, donde yo tenía tantos años de experiencia, habilidades, resultados, había recibido siempre buen , tenía un síndrome del impostor brutal. Y en el coaching, donde no sabía nada aún, donde no tenía experiencia, donde era muy poco competente, yo confiaba al 100%. Esto ya lo he contado varias veces, pero lo repito porque es absolutamente clave en el desarrollo profesional la distinción entre confianza y competencia.
Ser competente es saber hacer algo bien, y tener confianza es creer que puedes hacer algo bien. Y los confundimos, confundimos los dos términos o pensamos que uno es consecuencia de otro. Cuando lo sepa hacer muy bien, cuando sea competente, tendré más confianza en mí. Pero esto es una trampa, porque cuando sepas hacer algo bien, pues tendrás nuevos retos, aparecerán nuevas tareas en las que de nuevo no serás competente.
Y es que la vida es así, la vida es un camino de aprendizaje, de cambio continuo. Y si lo supiéramos ya todo, todo, todo, todo, pues menudo aburrimiento, ¿no? Un trabajo, un proyecto del que supieras hacer absolutamente todo, es que no te va a motivar para nada. Y al revés también sucede, que tú puedes ser muy competente y seguir sin tener confianza.
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