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Las LLamas del Pecado
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Durmiendo con el enemigo

Durmiendo con el enemigo 496m38

22/3/2025 · 01:41:03
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Las LLamas del Pecado

Descripción de Durmiendo con el enemigo 531e4o

Tuvo que acudir a un congreso en Madrid, al que le acompañó un comunero, el cual estaba enfrentado con su esposo. El intenso calor reinante en la capital desatará las más oscuras pasiones que puedan imaginar. _____________________________________________ Hola! Ayúdame uniéndote a Ivoox desde los siguientes enlaces: * Anual https://www.ivoox.vip/?-code=c7cb5289b6e940372f0f816d1de4fe6e * Mensual https://www.ivoox.vip/?-code=9af38537eef891dabb408d0e292f3c38 *Plus https://www.ivoox.vip/plus?-code=208ff5ca551218eda9d25aad9113bc8c 4l412h

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Hoy presentamos, Durmiendo con el enemigo.

Leonor había regresado a su vivienda tras la reunión general de la comunidad de propietarios de su edificio, celebrada en un local que poseía la comunidad en la planta baja.

Se dirigió a la cocina, tomó un vaso de agua y se sentó en una silla con la finalidad de tranquilizarse. Había asistido a uno de sus enésimos altercados, entre su marido Eliseo y uno de los comuneros, Víctor. Está cansada de soportar aquellas discusiones, y sobre todo el talante despótico de su esposo, quien nunca daba su brazo a torcer y era capaz de sostener una polémica con cualquier vecino por el más mínimo motivo. Era su esposo, y se veía obligado a veces a defenderlo, pese a no estar conforme con él mismo. Desde que conocía a su esposo siempre había sido bastante arrogante, despótico, intransigente, hasta con ella misma.

Muchas veces se había preguntado cómo era posible que hubiera contraído matrimonio con él mismo, pero, por circunstancia del destino, le gustaba, era muy amigo de la familia y habían sido novios casi desde la adolescencia. Llevaban cinco años de matrimonio, tras un largo noviazgo, y aún carecían de descendencia.

Tras el matrimonio había comprobado que su marido tenía un carácter bastante difícil de llevar, bastante machista con ella misma, y en ocasiones, en discusiones con aquel había tenido la idea de proceder a separarse. Pero, sin embargo, tampoco tenía dónde ir, salvo volver al domicilio de sus padres, y tampoco le agradaba la idea. Habían adquirido la actual vivienda, pero aún estaban pagando la hipoteca al banco.

Al principio le pareció el lugar perfecto, pero con el paso de los meses su marido mantuvo un altercado con uno de los comuneros en el garaje comunitario, y ahí comenzaron los rifes y rafes con él mismo, y que luego derivó hacia otros vecinos. En el último año, por sorteo correspondió a ella ejercer el cargo de presidenta de la comunidad, ya que su marido no quería hacerlo.

Estaba preocupada, porque había surgido una propuesta remitida por el Ministerio de la Vivienda, donde se les comunicaba que se había aceptado financiar a la comunidad con una importante inversión para instalar las placas solares en el edificio. Todo parecía estar aprobado, pero la Dirección General que llevaba las subvenciones para toda España había solicitado que los presidentes de las comunidades o los es se trasladaran a Madrid para asistir a unas charlas divulgativas y aprendizaje, así como para tramitar personalmente la firma de los documentos de concesión.

Pese a entender que aquello parecía más una propaganda del ministerio que una necesidad, deseaban la financiación y por ello aceptaron. Dado que se trataba de una importante suma de dinero para la comunidad, todos dispusieron que la presidenta se trasladara a Madrid, tal y como el ministerio requería. La comunicación recibida hablaba de dos personas. Pero como su marido no podía, dado que su empresa no le permitía estar tantos días fuera, dado que suponía una estancia en la capital de varios días.

Leonor, por su parte, no tenía problemas para tomarse esos días. El problema radicó cuando se propuso quién sería la otra persona que acompañaría a la presidenta. Nadie quería desplazarse tantos días a la capital. Unos porque su trabajo se los imposibilitaba, otros porque eran amas de casa y tenían hijos a cargo, y otros porque eran personas bastante rudas y poco dadas a los temas istrativos. Al final, todos decidieron que la acompañara a Víctor.

Este, era el enemigo acérrimo de su esposo en la comunidad, el cual, además, era uno de los letrados del ayuntamiento de una ciudad vecina. Su esposo puso el grito en el cielo cuando la Junta acordó nombrar al mismo para que la acompañara en el viaje a Madrid. Pero esta había sido una decisión por aclamación del resto de comuneros, y, como dicha persona no tenía problemas para poder obtener permiso, todos decidieron que fuera éste quien la acompañara.

El vecino Víctor y su esposo, ambos habían mantenido varias discusiones sobre cómo gestionar determinadas zonas comunes del edificio. En el fondo, Leonor reconocía que Víctor, como asesor jurídico, cuando hablaba, lo hacía con conocimiento de causa y sus propuestas no eran nada desdeñables, pero su esposo, por llevarle la contraria, siempre se oponía a ellas, montando auténticas discusiones platónicas.

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