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Las LLamas del Pecado
Ebrios de sexo

Ebrios de sexo 6x1h39

15/5/2025 · 01:07:16
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Las LLamas del Pecado

Descripción de Ebrios de sexo 253b5y

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Las Llamas del Pecado, tu programa de relatos eróticos más caliente en español.

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Hoy presentamos, Hebrios de Sexo.

La luz que traspasaba las cortinas de mi habitación hicieron que me diera cuenta de que ya había amanecido, pero la noche anterior había estado hasta tarde mirando el móvil y ahora solo quería permanecer en la comodidad de mi cama. Encontraba sumamente confortable la sensación de abrigo que me daban aquellas gruesas sábanas a pesar de que estaba enteramente desnudo debajo de las mismas.

¿Jorge? Escuché que gritó mi madre desde la cocina. Mis abuelos vendrían a celebrar la noche buena y como venía pasando en los últimos dos años eso me obligaba a tomar el coche de mi padre e irlos a buscar al aeropuerto. Era una tarea que a lo sumo me tomaría cuarenta minutos, pero en realidad no me apetecía ni un poco ir por mis abuelos, quería quedarme en la cama y dejar que se las arreglaran sin mí, así que decidí hacerme el dormido.

Escuché a mi madre llamarme un par de veces más y luego de unos minutos en los que obviamente yo no respondí a su llamado entró a la habitación, abrió sin tocar y se acercó a la cama.

Jorge, Jorge, dijo mientras me agitaba el hombro con la intención de hacerme despertar.

Jorge, despierta, debes ir a buscar a tus abuelos.

Yo seguí haciendo el papel de dormido. Creo que podría haberme ganado un premio por mi gran desempeño. En ese momento sentí como el frío abrazó mi piel cuando mi madre removió la cobija de un tirón y dejó expuesto mi cuerpo desnudo. A causa del frío mi actuación comenzó a tambalear, no escuché a mi madre decir nada, pero de alguna forma pude sentir que se encontraba mirando mi cuerpo, especialmente mis genitales.

En ese punto ya no sabía qué hacer, el frío comenzaba a volverse realmente molesto, pero no podía simplemente despertar, mucho menos ahora que me encontraba tan expuesto. Me era imposible mentir estando desnudo frente a mi madre. ¿Qué podría estar pensando ella al ver mis bolas peludas y un pene que debía verse como un pequeño maní? La situación casi me daba risa, como si le estuviera haciendo una broma a mi pobre madre.

Uy, ya veo, dijo finalmente ella, es que tienes el sueño pesado. Acto seguido sentí que se sentó a un costado. Ay pobrecito mi Yorjito, debe estar muy cansado de usar el móvil hasta tarde, dijo con tono sarcástico hablando como si supiera que podía oírla. Las chicas lo deben tener loco, como locas deben estar ellas por esta gran polla, dijo sujetándome los huevos fuertemente con una de sus manos. No pude evitar dar un leve sobresalto al sentir como sus uñas se aferraban a mis testículos. No obstante, decidí continuar haciéndome el dormido.

Llevaría mi actuación hasta el final a pesar de que perceptiblemente ya no era creíble. Fue entonces cuando mi madre me apretó más aún los testículos, lo que en realidad no hacía otra cosa que no fuera darme una placentera satisfacción, pues sus manos transmitían calor. Literalmente me estaba calentando los huevos. A diferencia de mi padre, al que de pura casualidad ya le conocía la polla, yo tengo lo que se conoce popularmente como pene de sangre, lo que significa que mi polla en estado de flacidez parece una cosa insignificante, especialmente cuando el clima es frío como en efecto lo era en ese momento.

Pero que cuando la sangre corre por ella hasta crece de forma considerable, por lo que tener a mi madre sujetándome los huevos hizo que la sangre fluyera. Y vaya como fluía. En cuestión de segundos lo que a mi madre seguramente le había parecido el inofensivo miembro de su hijo se convirtió en una verga bastante grande, dura, venosa, blanca y rojiza como la Navidad misma. Se produjo un silencio, pero mis huevos seguían apresados en la mano de mi madre. «Jorge», dijo en tono neutral, «no vas a despertar».

No respondí y decidí morir como un soldado con mi actuación en pie, haciéndome el dormido. No sabía cómo reaccionar y sentía que ya no podía hacer otra cosa que continuar fingiendo. «Así que no vas a despertar, Ed», dijo soltando mis huevos para agarrar mi ahora erecto miembro con su suave mano. «Es que no piensas buscar a tus abuelos que están en el aeropuerto esperándote, Ed», dijo mientras literalmente comenzó a hacerme una paja.

No me lo podía creer. ¿Mi madre me la había comenzado a jalar para despertarme? Y qué bien lo hacía. «Si no despiertas y vas a buscar a tus abuelos, tu padre va a enfurecer», dijo mientras me la jalaba suavemente. «Va a comenzar a reclamarte nuevamente que no has conseguido un empleo. De enterarse que has venido a buscar a tus abuelos y a buscar a tus abuelos, no vas a despertar, Ed». No me lo podía creer. No me lo podía creer. No me lo podía creer.

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