DESIGUALDAD SOCIAL Y ECONOMICA 1kai

Y bienvenidas a este podcast de psicología de los grupos, el espacio donde abordaremos los grandes desafíos sociales de una mirada crítica y constructiva. Soy Sara Rodríguez del grupo 104 y hoy exploraremos un tema tan urgente como complejo, la desigualdad social y económica.

¿Cuáles son sus causas? ¿Qué datos la explican? y sobre todo, ¿qué se puede hacer para reducirla? Te invitamos a quedarte con nosotros en este recorrido que incluye análisis, discusión y propuestas con un objetivo claro, pensar alternativas reales para una sociedad más justa.

La desigualdad es una constante histórica en nuestras sociedades, pero en las últimas décadas las brechas entre ricos y pobres, entre zonas urbanas y rurales, entre grupos étnicos o de género se ha profundizado. Vivimos en un mundo donde el 10% más rico posee más de la mitad de la riqueza global, mientras millones sobreviven con menos de dos dólares diarios y aunque la pobreza extrema ha disminuido, en términos absolutos la concentración de la riqueza ha aumentado.

Esto tiene consecuencias profundas, mayor exclusión, menos movilidad social, más conflictos y una relación de la confianza en las instituciones. Hoy vamos a analizar esta problemática con una mirada estructural, pero también humana. Vamos a ir más allá del diagnóstico. Exploraremos soluciones posibles y necesarias.

Empecemos por el principio. ¿Qué entendemos por desigualdad social y económica? No se trata solo de ingresos, hablamos de desigualdad de oportunidades, de a la educación, salud, trabajo, vivienda, derechos y participación. Es una desigualdad multidimensional. Diversos organismos como la ONU, el Banco Mundial y Oxfam han documentado cómo esta desigualdad se ha agudizado en las últimas décadas, incluso en países con crecimiento económico sostenido.

Los factores que la explican son múltiples. Modelos económicos que favorecen la acumulación de riquezas en pocas manos. Sistemas fiscales regresivos. desigual a servicios públicos.

Discriminación estructural por género, etnia o clase social. Corrupción y falta de transparencia en la gestión pública. Pero no todo son malas noticias. Existen casos exitosos de reducción de la desigualdad gracias a las políticas públicas inteligentes y participativas.

Diversos estudios coinciden en tres hallazgos clave. Primero, la desigualdad no es inevitable.

Países como Noruega, Uruguay o Corea del Sur han reducido significativamente sus brechas mediante políticas redistributivas y servicios públicos de calidad. Segundo, la desigualdad debilita el desarrollo económico. Sociedades muy desiguales tienden a tener menor crecimiento sostenido y más inestabilidad. Tercero, la desigualdad se puede perpetuar entre generaciones.

Un niño que nace en pobreza tiene muchas más probabilidades de permanecer en esta situación si no hay políticas que lo acompañen. Entonces, la pregunta es, ¿cómo comprendemos este círculo? Las soluciones deben ser integrales. No basta con un parche o una acción aislada. Aquí te compartimos siete propuestas clave. Uno, educación pública de calidad e inclusiva.

Más inversiones en escuelas rurales y marginadas, formación docente constante, becas y ayudas escolares, inclusión digital. Segundo, reforma fiscal progresiva y justa. Que quienes tienen más, contribuyan. Combatir la evasión y la ilusión fiscal. Aumentar la transparencia en el gasto público. Tercero, empleo digno y protección laboral. Fomento el empleo formal, especialmente juvenil y femenino. Programas de empleo público temporario.

Apoyo a cooperativas. Cuarto, universal a servicios básicos. Salud, vivienda, agua, electricidad y conectividad como derechos fundamentales. Planes de urbanización para barrios marginados. Quinto, empoderamiento en comunidades exclusivas. Reducción de brechas de género. Inclusión de pruebas de pueblos originarios, migrantes, personas con discapacidad. Participación activa en la toma de decisiones.

Sexto, cambio de modelo de desarrollo. Prioricen la economía solidaria y el desarrollo sustentable.

Fortalecer la economía local. Proteger el medio ambiente. Séptimo, democracia participativa y lucha contra la corrupción. Fortalecer la participación ciudadana. Garantizar el a la información. Mecanismos de control y auditoría social. Serían algunos de los cuales nos pueden ayudar a combatir esta problemática. La conclusión se tiene que la desigualdad social y económica no es una condena inevitable, es el resultado de decisiones políticas, económicas y sociales que se pueden tomar.