
Crímenes Reales Sin Resolver Parte # 3 - Podcast Shorts d6f
Descripción de Crímenes Reales Sin Resolver Parte # 3 - Podcast Shorts 58m2d
En los rincones más oscuros de la crónica negra española habitan historias que hielan la sangre. No son leyendas urbanas ni ficciones de sobremesa. Son hechos reales, crueles, que dejaron un rastro de sangre y un mar de preguntas. Esta quinta entrega recoge tres de esos casos que aún hoy siguen sin resolverse, como heridas que se niegan a cerrar. Número 3: El crimen del niño pintor de Málaga (1987) David Guerrero Guevara, de 13 años, desapareció el 6 de abril de 1987 cuando se dirigía a la galería de arte que exponía uno de sus cuadros. El joven era un prodigio de la pintura, conocido como "el niño pintor". Salió de casa con una carpeta bajo el brazo y nunca llegó a su destino. La investigación fue intensa, pero llena de errores: testigos ignorados, pistas mal seguidas y un retrato robot que se difundió demasiado tarde. Años después, una fotografía hallada en Suiza mostraba a un niño similar acompañado de un sospechoso vinculado a redes de pederastia. Nunca se confirmó nada. Teorías predominantes: Secuestro para explotación sexual: encaja con desapariciones similares y redes internacionales. Retención por irador enfermo: alguien fascinado por su talento y su figura pública. Fuga forzada u ocultación: una persona cercana podría haber ayudado a desaparecer su rastro. El caso sigue oficialmente abierto. El niño pintor nunca fue encontrado. Número 2: El asesinato de Arancha Díaz (Jaén, 1994) El 2 de noviembre de 1994, Arancha Díaz, una joven de 20 años, desapareció en la localidad jiennense de Torredonjimeno. Su cuerpo fue encontrado días después, abandonado en un paraje conocido como El Hoyo. Había sido violada y asesinada brutalmente. Tenía el rostro desfigurado, golpes por todo el cuerpo y signos de estrangulamiento. La investigación fue intensa, pero también confusa. Se entrevistaron más de 300 personas, se tomaron cientos de declaraciones. La Guardia Civil centró sus sospechas en el entorno de la víctima, pero nunca logró reunir pruebas concluyentes. La autopsia confirmó que había sido atacada por la espalda, posiblemente por alguien que conocía su rutina. Teorías predominantes: Agresión sexual planificada: un depredador que actuó con frialdad y experiencia. Crimen de entorno cercano: alguien conocido que logró desviar la atención. Ataque por oportunismo: alguien que vio en ella una víctima fácil en un momento de vulnerabilidad. Casi tres décadas después, la justicia sigue sin dar respuesta. El crimen de Arancha Díaz permanece en el archivo del horror sin resolver. Número 1: El crimen del alcalde de Polop (Alicante, 2007) Alejandro Ponsoda, alcalde de Polop de la Marina, fue tiroteado en la puerta de su casa el 19 de octubre de 2007. Recibió dos disparos en la cabeza. Murió días después. El crimen destapó un complejo entramado de enemistades políticas, urbanismo y tensiones dentro del consistorio. En 2016 se juzgó a varios empresarios y al que fue su sucesor como alcalde. Todos fueron absueltos. Nadie cumplió condena. Teorías predominantes: Ajuste de cuentas por urbanismo: intereses oscuros vinculados a recalificaciones de terreno. Conspiración política: eliminación de un obstáculo para el poder local. Venganza personal disfrazada de complot: una motivación emocional escondida tras el contexto político. A pesar de las investigaciones, el asesinato del alcalde sigue impune. Un crimen con sello de poder, dinero y silencio. Conclusión En estos casos, como en tantos otros, la verdad está enterrada bajo el tiempo, la corrupción o el miedo. Tres historias perturbadoras, tres vidas truncadas, tres expedientes que siguen abiertos. Porque mientras no haya justicia, la historia no se cierra. Solo se repite en la oscuridad. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2326979 1f2r4h
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Estos son tres crímenes reales sin resolver.
Parte 4.
Hoy nos adentramos de nuevo en la crónica negra española.
Tres casos que, bueno, siguen abiertos, llenos de preguntas.
Vamos a intentar ver qué sombras persisten.
Empezamos en Málaga, año 87.
David Guerrero Guevara, el niño pintor.
Sí, un prodigio.
Desaparece el 6 de abril y va a una galería a ver uno de sus cuadros expuestos.
Y simplemente no llega.
Se esfuma.
Es que lo que cuentan las crónicas de entonces y lo que se ha analizado después es, bueno, es desolador.
La investigación fue, digamos, un cúmulo de oportunidades perdidas.
¿Fallos concretos? Pues sí.
Testigos importantes a los que no se escuchó a tiempo.
Pistas que se siguieron de forma un poco errática.
Incluso el retrato robot, que es una herramienta clave a veces, se difundió tardísimo.
Cuando ya era casi inútil.
Tras.
Y luego esa pista de Suiza, años más tarde.
La foto, sí.
Un niño parecido junto a un sospechoso de, bueno, temas muy turbios.
Eso puso sobre la mesa, con más fuerza si cabe, la hipótesis de las redes de explotación.
Pero claro, nunca se pudo confirmar que fuera él.
No hubo una prueba definitiva.
¿Y qué otras vías se barajaron? A ver, las teorías son inquietantes.
Esa, la de las redes, es una.
Otra apuntaba a un irador, quizá obsesionado con su talento, que lo retuviera.
Y también se habló de una posible fuga, pero quizá forzada o con ayuda de alguien cercano.
Es que son muchas posibilidades, pero ninguna ha cuajado.
Oficialmente el caso sigue abierto.
David nunca apareció.
Cambiemos de lugar y de fecha.
Nos vamos a Jaén, a Torre Doñimeno.
Año 1994.
Arancha Díaz.
Arancha Díaz, 20 años.
Desaparece el 2 de noviembre.
Y su cuerpo lo encuentran días después en un paraje, el hoyo.
¿Y la escena era? Terrible.
Brutal.
Violada, asesinada, con muchísima violencia.
Golpes, estrangulamiento.
Aquí, fíjate, la investigación fue distinta, el caso de David.
Fue masiva.
O sea, se entrevistó a más de 300 personas.
Muchísimas declaraciones.
Un despliere enorme.
Enorme.
Pero nada.
Infructuosa.
La Guardia Civil sí sospechó del entorno más cercano de Arancha.
Era una línea lógica, pero no encontraron pruebas sólidas contra nadie.
Y la autopsia reveló algo importante, ¿no? Sí, un dato clave.
Que fue atacada por la espalda.
Ah.
Eso, eso cambia las cosas.
Claro, porque sugiere dos escenarios principales.
O bien, conocía a su agresor y, bueno, no sintió peligro inmediato, le dio la espalda confiada.
O el atacante la conocía muy bien.
Conocía su rutina, sus movimientos y supo cómo sorprenderla, así, por detrás.
En ambos casos, apunta a alguien.
O cercano o muy calculador.
Exacto.
Un depredador experimentado que planificó el ataque.
O alguien de su círculo que supo cómo borrar sus huellas, desviar sospechas.
Incluso se habló de un ataque de oportunismo, pero encaja menos con lo del ataque por la espalda, ¿no? Casi tres décadas han pasado y el crimen sigue sin resolverse.
La misma pregunta en el aire.
Y el último caso de hoy nos lleva a Alicante.
Apolop de la Marina, año 2007.
Alejandro Ponsoda.
El alcalde.
El 19 de octubre le esperan en la puerta de su casa.
Le disparan dos veces en la cabeza.
Murió días después en el hospital.
Este caso es diferente, ¿verdad? Aquí no parece faltar información, sino que hay demasiada, demasiado ruido.
Tensiones políticas muy fuertes dentro del municipio, luchas de poder y, sobre todo, la sombra de intereses urbanísticos.
Mucho dinero en juego.
Millones, se hablaba.
Sí, sí.
Hubo un juicio en 2016.
Se sentaron en el banquillo varios empresarios y quien fue su sucesor en la alcaldía.
Pero...
Pero nada.
Todos absueltos.
Falta de pruebas concluyentes.
Nadie ha pagado por ese crimen.
O sea que la complejidad del caso quizás sirvió para ocultar la verdad.
Es una posibilidad muy real.
Las teorías van por ahí, claro.
Por un lado, el ajuste de cuentas puro y duro, vinculado a esos temas urbanísticos, recalificaciones de terrenos, mucho interés económico.
Otra vía.
La conspiración política.
Eliminarlo para, bueno, para cambiar el equilibrio de poder local.
Y no se puede descartar, tampoco, una venganza más personal, pero quizá disfrazada de conflicto político o económico para despistar.
Un crimen con sello de poder y silencio.
Totalmente.
La absolución dejó una sensación amarga.
La duda de si se llegó hasta el final o si ciertos hilos no se han hecho.
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