Contar historias 4j6v2a

Es duro darse cuenta que uno habla en prosa y no lo saben más que nada porque es una obviedad tan clara que no necesita explicación alguna me pasa lo mismo con el famoso término importado del inglés y que se conoce como storytelling resulta que la palabra en sí misma es tan novedosa y tan moderna que no es otra cosa que contar historias ese arte tan novísimo que ya era cultivado por todos los narradores que en el mundo han sido desde homero a esas mujeres de los pueblos de españa que en las calurosas noches de verano salían con su silla a la fresca a recordar viejas leyes sendas locales o las novedades mínimas que habían ocurrido en sus sencillas y apacibles vidas y es que contar es consustancial al ser humano todos llevamos un contador de historias dentro de nosotros a veces nos las contamos en privado y sólo para nosotros con ese lenguaje interno que nos dice y nos traduce lo que nos está pasando por la cabeza y por el corazón la misteriosa vocecita humana que siempre va con nosotros y de la que no podemos oír el susurro de la conciencia ese demonio que nos martiriza en algunas ocasiones y también es el ángel que nos salva en la mayoría de ellas y es que nuestra manera de entender el mundo sólo puede ser comprendida por medio de la narración algo que aprendemos en la infancia cuando otros nos explican el mundo nos cuentan el origen de nuestra familia o nos aconsejan por ejemplo sobre por qué debemos tener cuidado con los extras años cuentos y más cuentos que nos enseñan a comprender el mundo y a nosotros mismos ahora los estudiosos de el story telling han encontrado la razón científica de nuestro gusto ancestral por la fascinación de contar resulta que la culpa de todo la tiene la química como siempre al exponernos a escuchar algo y cuando somos sensibles a querer contar alguna isla soria tres sustancias se segregan dentro de nosotros dichas sustancias hacen que caigamos sometidos a la borrachera hormonal interna y como si fuese una droga dura no podemos evitar contar y que nos cuenten la primera sustancia es la dopamina que nos hace estar atentos y no perder interés por lo que se dice adueñándose de nuestra atención hasta secuestrarla con palabras mágicas como érase una vez sabes lo que ha pasado o no te lo vas a creer la segunda sustancia es la oxitocina el néctar que nos hace empatizar con lo que se cuenta la que nos mete en la trama del relato y la que nos hace llorar en el cine ante una buena secuencia emocional por último están las endorfinas sintetizadas por nosotros cuando no podemos parar de reír y nos dejamos llevar por la felicidad más breve y explosiva queda claro pues que contar y escuchar historias es un acto revolucionario eterno y profundamente humano dudo que cuando le pidamos que nos cuenten una historia a cualquiera de las voces sensuales y maquinales de las diferentes inteligencias como las shyris ó las alexander igual si la encuentran la ejecutan con asepsia y puede que nos lleguen a emocionar el problema será cuando estas inteligencias creadas nos pidan que les emocionemos nosotros contándoles nuestras cuitas