La búsqueda de ayuda al interior de la Iglesia 6f4h23

Que el Señor les bendiga. Es un gran privilegio y también una gran responsabilidad predicar la palabra del Señor. Así que sin más preámbulos vamos directo al texto que acabamos de leer y que estamos inmersos en una serie. ¿Se acuerdan cómo se llama la serie? Ahí está la pista, un poco chiquitita el título.

Comunión, ¿verdad? Nos queda una colita bien pequeña para terminar esta miniserie, que quizás no sea tan mini, pero tiene el propósito de llevarnos a entender mucho mejor cómo ser el pueblo de Dios que Dios quiere que seamos y la comunión que quiere dentro de su iglesia. El título del sermón de hoy se llama así, la búsqueda de ayuda al interior de la iglesia.

Hemos visto que el Señor ha formado un pueblo, ese pueblo somos nosotros, hemos visto cómo resolver conflictos, cómo perdonarnos, cómo amarnos, cómo vivir la comunidad y hoy día vamos ahora a saltar a este otro aspecto, cómo buscar ayuda al interior de la iglesia. Es el título ahí para que lo tengan presente, pero antes les quiero hacer algunas preguntas. Como de costumbre, ya estamos acostumbrados con nuestro pastor Héctor, si quieren pueden ir respondiendo, no son tan reutéricas y obviamente si ilumina mucho su pecado se lo guardan. Quiero preguntarles a todos, ¿confiamos realmente en Dios? A veces sí, a veces no.

¿Le creemos a Dios y a sus métodos para resolver problemas o los consejos por una mejor vida que nos da en su palabra? ¿Le creemos? ¿Creemos que puede funcionar lo que él nos dice que hagamos? ¿Qué va a resultar? ¿Están seguros? ¿Qué solemos hacer cuando nos va bien en algo y queremos celebrar? Pregunta un poco distinta.

Me saqué un 7, me ascendieron, no sé, pasé a segundo dan en cárate, no sé, terminé un ramo, pasé de curso, etcétera. ¿Qué hacemos cuando tenemos un logro, un logro bueno? ¿Celebrar? ¿Cómo celebran ustedes? Compartiendo nuestra alegría. ¿Con quién podemos compartir la alegría? Seres queridos, personas, ¿verdad? Familia.

En la iglesia, qué lindo. Pero cuando las cosas no están tan lindas, tan más feas, cuando estamos sufriendo un desánimo, cuando nos sentimos mal, varios de que hemos cruzado por algún periodo de depresión también, cuando estamos mal, ¿qué hacemos? Cuando estamos bien, celebramos, compartimos, etcétera. Cuando estamos mal, ¿qué hacemos? ¿Qué suelen hacer? Nos aislamos, nos aislamos, buena, se revide harto. Yo igual me aíslo cuando estoy desanimado.

Es verdad, nos aislamos, nos quedamos solitos y cuando necesitamos resolver algo, por ejemplo, si algo está mal y queremos resolverlo, por ejemplo, no sé, a varios de aquí también se nos ha echado a perder el auto, nos han chocado o hemos chocado, ¿a dónde vamos a ir? ¿A dónde confiamos que nos pueden ayudar? Mecánico, ¿cierto? Cuando estoy un poco resfriado, me duele, tengo un lumbar o algo, ¿a dónde vamos? Al médico. ¿Y por qué vamos a esos lugares específicos? ¿Por qué? Las personas están preparadas ya, son especialistas, de cierta medida estamos confiando en que nos van a resolver el problema, ¿verdad? Si no, no iríamos. Si tuviéramos desconfianza, no, mejor voy a otro lado, busco otra solución, ¿o no? Hacemos eso todo, ¿no? Medianamente parecido.

Y ahora yo les quiero preguntar, cuando tenemos ese problema que resolver, ese desánimo y tenemos esa alegría, ¿lo canalizamos a través de la manera en cómo Dios nos dice o a nuestra manera? A nuestra manera, ¿cierto? Siendo honestos, sabiendo que quizás no es lo correcto, pero siendo honestos, estamos aquí reconociendo que no es la mejor manera en la que procedemos cuando estamos muy felices o muy tristes, poniéndolo así más sencillo.

Y cuando necesitamos ayuda y no logramos satisfacer la ayuda que necesitamos, ¿a quién le echamos la culpa? ¿En quién ponemos la responsabilidad? Cuando no encontró soluciones en el médico, falló eso. ¿De quién es la responsabilidad? ¿A quién le echamos la culpa? ¿A quién? ¿Al especialista? ¿Ya? ¿A los demás? ¿Los demás, cierto?