El atasco cv41

Es programa de becas sucesos pecado sí pero mi oficio reproducción es una oro feo mío lo cosieron de co es el atasco llevaba el día entero esperando a que terminara uno de esos turnos eternos donde el reloj parece conspirar para ralentizarse cuando más quieres salir afortunadamente las noches en la oficina eran tranquilas nadie hablándote nadie molestando con correos electrónicos de última hora apenas encendí el motor y salir del aparcamiento ya podía imaginar el alivio de llegar a casa soltarme la corbata a abrir una cerveza y perderme en el sofá era un trayecto habitual quince minutos atravesando las avenidas principales un túnel largo pero familiar y luego mi barrio nada extraordinario el túnel apareció como siempre con su boca oscura y la promesa de atravesarlo rápido encendí la radio aunque el volumen bajo y la estática intermitente me hicieron apagarla casi al instante algo me distrajo las luces fluorescentes del techo parecían más tenues de lo habitual como si el túnel no estuviera del todo vivo fue la primera curva cuando todo cambió los coches comenzaron a detenerse uno tras otro formando un río inmóvil de luces de freno maldije entre dientes y revisé el reloj las once menos cuarto pensé que sería algo rápido un accidente quizás cinco minutos diez la paciencia se me agotó pronto intenta enviarle un mensaje a mi mujer para decirle que iba a tardar más de lo esperado pero el móvil no respondía ningún mensaje salía sin cobertura revise el mapa de tráfico pero la pantalla quedó en blanco no hay conexión decía el aire comenzó a sentirse más denso dentro del coche como si faltara ventilación entonces lo escuché el primer claxon el túnel no solía aparecer tan oscuro incluso con las luces de los faros y las lámparas del techo la penumbra parecía tener una textura extraña casi líquida como si cada centímetro de luz fuera engullido por algo que no podía ver pero que sentía alrededor apretando el aire contra mi pecho los cláxones empezaron a multiplicarse primero uno aislado luego otro y en minutos era una sinfonía caótica de pitidos desesperados cada uno