La Arpía 2r2m4w

Me había fiado del todo de la noche. Algo en el silencio rural que no se parece al de la ciudad. Es más tenso, más hondo, como si algo se arrastrara bajo la tierra sin que nadie pudiera oírlo. Pero por alguna razón que ahora me resulta incomprensible, aquella madrugada me detuve frente al único ultramarinos que quedaba abierto en las afueras de San Romualdo, un pueblo que apenas se sostiene sobre sus ruinas.

Había cubierto el turno nocturno de un compañero en la residencia de mayores y estaba agotado. Me dolían las costillas. Compré pan, algo de embutido, envasado, una botella de agua y, cuando salí, el dueño bajaba ya a la verja metálica y apagaba las luces interiores. No debería haberme quedado en el coche. Siempre fui meticuloso con ciertas normas. Puertas cerradas al entrar, posición segura, no entretenerme en zonas aisladas. Pero aquella noche no tenía prisa por volver.

La casa se sentía demasiado vacía desde que todo terminó. Y, sinceramente, el coche parecía más hogar que cualquier otra cosa. Puse un episodio en el móvil y abrí el paquete de pan. A los pocos minutos la quietud se rompió. Un grito, una especie de grito rasgó el aire, seco como si no hubiese salido de una garganta humana. Levanté la vista. Una figura estaba de pie justo frente al capó. No había visto a nadie acercarse ni oído pasos. Era como si hubiese brotado de la pared del mismo ladrillo. Se acercó al coche sin vacilar. Sus movimientos eran extraños, como si no recordase del todo cómo usar un cuerpo.

Al llegar a mi puerta, sus dedos se cerraron sobre la manilla y comenzaron a sacudirla con insistencia. En su rostro se dibujaba una sonrisa que no parecía pertenecer a esta tierra. Demasiado alargada, demasiado fija. La piel estaba tirante como una sabana húmeda secándose al sol. Para que os podáis hacer una idea, puede que suene muy loco, pero era lo más parecido a las representaciones medievales o románicas de la figura de una arpía. Si me lo inventara, describiría a un monstruo, una sombra o un alienígena de grandes ojos negros.