
Descripción de Asómate a Costa Central 364s73
Hoy te proponemos un viaje especial por una de las zonas más auténticas de nuestra tierra: la Costa Central de Cantabria. Aquí, entre el mar y los valles, se esconde un patrimonio riquísimo, pueblos llenos de historia, playas salvajes, gastronomía casera y rutas que conectan con la naturaleza. Prepárate para un paseo por los municipios que forman este litoral lleno de secretos: desde Suances hasta Udías, pasando por Santillana del Mar y Comillas. ¿Nos acompañas? 2a3q5p
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Hola, bienvenidos a una nueva edición del canal de podcast de Turismo Cantabria.
Hoy te proponemos un viaje especial por una de las zonas más auténticas de nuestra tierra, la costa central de Cantabria.
Aquí, entre el mar y los valles, se esconde un patrimonio riquísimo, pueblos llenos de historia, playas salvajes, gastronomía casera y rutas que invitan a conectar con la naturaleza.
Prepárate para un paseo por los municipios que forman este litoral lleno de secretos, desde Suances hasta Udías, pasando por Santillana del Mar y Comillas.
¿Nos acompañas? A medio camino entre mar y bosque, Miengo guarda joyas como las playas de Usgo y Roballera, pequeñas y resguardadas entre acantilados, perfectas para desconectar.
Al otro lado de la ría, en el municipio de Pielagos, la espectacular playa de Valdearenas y el Parque Natural de las Dunas de Liencres, con sus frondosos pinares, ofrecen rutas suaves con aroma a salitre y resina.
En toda esta zona los bares y casas de comidas sirven cocina tradicional con intenso sabor local.
Bonito, almejas, guisos de pescado y pan casero, mucho pan para rebañar.
Cruzamos la ría de San Martín para llegar a Suances, donde el mar es protagonista.
La playa de Los Locos es un santuario para surfistas, mientras que la de La Concha invita a relajarse frente a la bahía.
Desde el faro parte una preciosa ruta por los acantilados, que regala espectaculares puestas de sol y vistas al horizonte.
Una parada para comer.
Las marmitas de Bonito, el pescado a la plancha o unas buenas rabas son parte del alma de este pueblo marinero.
Avanzamos hasta Cabezón de la Sal, donde el bosque de secuellas del Monte Cabezón, uno de los más singulares de Europa, resulta parada obligatoria para los amantes de la naturaleza.
Estos árboles gigantes más propios de Norteamérica fueron plantados en los años 40 del siglo pasado y hoy ofrecen un paseo mágico entre sombras y troncos que parecen tocar el cielo.
Puedes recorrer la red de senderos que se abre paso entre sus 850 secuellas, algunas de más de 40 metros de altura.
El bosque cuenta también con un recorrido adaptado para personas con movilidad reducida y un mirador desde el que contemplar las dos hectáreas y media que conforman esta joya declarada Monumento Natural.
Lindando con Cabezón de la Sal encontramos Udías, que sorprende por su entorno boscoso y su pasado industrial.
La senda minera, que recorre antiguas galerías y estructuras mineras cubiertas de vegetación, es una de las rutas más interesantes de la zona para realizar en familia.
Un plan que será redondo si lo finalizamos con un buen guiso montañés o unas chuletillas al sarmiento en alguno de los restaurantes de la zona.
De Udías al Foz de Lloredo, municipio que cuenta con pueblos idílicos como Novales, popular por sus limones, tan famosos que tienen su propio festival, sus paisajes y porque la buena vida se respira en el ambiente.
En Cóbreces, pueblo del mismo municipio, encontramos la Cascada del Volao, donde el agua dulce se precipita al mar entre verdes praderas.
Un lugar ideal para una caminata corta, de esas que invitan a presumir en Instagram.
Si quieres llevar un regalo que deje buen sabor de boca, el queso de Cóbreces, elaborado por los monjes del monasterio cisterciense, te sorprenderá con un sabor que habla de tradición y sencillez.
Apenas ocho minutos en coche nos separan de Ruilova, un pueblo que conserva el alma de la Cantabria rural.
Casonas con balcones floridos, caminos entre pastos y vistas privilegiadas al mar, caminatas entre aldeas como El Pando o La Iglesia y un ambiente tranquilo, que invita a sentarse en una terraza y a disfrutar de uno de esos almuerzos que reconfortan cuerpo y alma.
No podía faltar en esta ruta una parada en comillas.
Este elegante pueblo costero enamora por su mezcla de tradición marinera y modernismo catalán.
Pasear por sus calles es toparse con joyas arquitectónicas, como el Capricho de Gaudí, el Palacio de Sobrellano o la Universidad Pontificia, pero… ¿sabías que Gaudí dejó más huellas en comillas? Más allá del famoso Capricho, entre las calles del municipio se esconde una obra menos conocida del arquitecto, La Puerta de los Pájaros, un diseño original que invita a mirar con otros ojos el paisaje urbano de la villa.
También merece una visita su impresionante cementerio, situado sobre un antiguo castro con vistas al mar.
La figura del ángel exterminador corona el lugar y se ha convertido en todo un emblema del municipio.
Volvemos sobre nuestros pasos para terminar este viaje en una de las joyas medievales del municipio.
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