
ADA DIM LALARTU, Primera Parte, por Umbriel Korvo d3w
Descripción de ADA DIM LALARTU, Primera Parte, por Umbriel Korvo 6e1a
Te regalamos una historia ambientada en la antigua Sumer. Un milenario relato sangriento de muerte y horror sobrenatural muy relacionado al universo de ficción de Umbriel Korvo. ¡Esperamos que sea de tu agrado! 5j6o8
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Eres alucinante.
Heidrick miraba las marcas cuneiformes en las hojas de su hacha.
Esa cosa no deja de gritar cuando golpea.
¿Qué significa adadim lalartu? Adadim lalartu.
En sumerio, permanece como cadáver.
Sugiero que, bueno, tengas cuidado de cortarte.
Ah, entiendo.
El atisbo de una reflexión cruzó la mente de Hero Strang.
El arqueomante trató de recordar desde cuándo conocía la historia de aquella arma de salvaje poder.
No estaba totalmente seguro, pero posiblemente hace bastante tiempo.
Un amigo ya desaparecido, o medio desaparecido, la había mencionado.
Sí, es posible.
Ah, sí. Es una historia antigua, Jota.
Muy antigua.
Adadim lalartu.
Primera parte.
Por Umbriel Corvo.
Con gran cuidado y respeto, Dusare Kali, escriba y jefe de guardias del Palacio de Azur, dispuso las tablillas sobre la gran mesa de madera tallada.
Dio órdenes precisas a su joven protegida y asistente personal, Kisikil Imaru Ikali, indicándole que debía apartarse, dejándolo solo, encerrado en la cámara central de piedra.
Con voz algo temblorosa, se encomendó a Ninhursag, su protectora.
La responsabilidad de Dusare Kali era enorme.
Era considerado como el esclavo directo de Domodugal Ur-Zag, quien era hijo del rey de Larsa, el lugar Nidin Daggan.
Y aunque los rituales de los vampíricos Aksharu estaban terminantemente prohibidos por éste, la investigación de las tablillas de los Enomus en Azur, lo había convencido de que podría controlar cualquier contratiempo que pudiera presentarse.
De éste modo, mientras recitaba una letanía en voz alta, vertió sangre de esclavos del país de Hatti alrededor de las velas negras, untándose luego cuidadosamente las manos y el pecho.
Con la varilla de metal forjada con una roca que cayera del cielo, con mucho cuidado, trazó los caracteres que aparecían en la tablilla de material arcilloso, luego dejó caer la sal negra sobre aquellas marcas cunaiformes.
Un momento después, con un sonido excibilante, una fina columna de humo blanquecino, empezó a brotar de las velas.
Bruscamente se hizo un ominoso silencio.
Dusare sintió una sacudida y un profundo dolor en su hombro derecho, como una punción repentina.
Entonces lanzó un alarido de terror.
Kisikil estaba arreglando sus largos cabellos de tono asabache, a punto de retirarse, cuando le pareció escuchar el grito al otro lado de la gruesa puerta de la cámara.
Se acercó lentamente, se contuvo por un momento, pero luego la curiosidad pudo vencerla.
Empujó la puerta.
El lugar estaba casi a oscuras, iluminado solamente por una vela.
Kisikil penetró en la cámara. Notó la sangre en el suelo.
No había dado más de tres pasos, cuando tropezó y cayó al suelo sobre lo que quedaba del cuerpo de la escriba.
Se puso de pie, medio cubierta de sangre.
La repentina impresión la dejó paralizada.
En el centro de la estancia solamente quedaban algunos restos de Dobuzhar.
La mitad derecha de su cuerpo había desaparecido.
Kisikil contuvo la respiración, mirando a su alrededor.
Comprendió que algo lo había desgarrado violentamente, usando para ello una fuerza descomunal.
Parte de sus entrañas estaban esparcidas alrededor.
Algunas de sus vísceras se encontraban al final de sangrientos regueros, a varios pasos de distancia, del medio del suelo.
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